Capítulo 34

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Mi teléfono suena entre mi palma, notificando un nuevo mensaje. Lo checo desde las notificaciones y sale un número desconocido, pero tan solo con ver lo que dice al principio del texto, abro este sin perder más tiempo.

Eileen, soy Lizy. Te escribo del celular de mi mamá para avisarte que iremos a la reunión. Me lo presto por unos pocos minutos, así que te escribí rápido.

El corazón se me acelera emocionado al saber que mi prima vendrá y que no estaré sola y aburrida. Bueno, igual se encuentra Blake, pero debido a los ojos juzgadores de las personas aquí presente, no podemos acercarnos mucho.

Estaba por preguntarle a mi mamá si vendrían. ¿Están por llegar?

Le escribo a Elise.

Al cabo de unos segundos, recibo su respuesta:

Estamos como a unos quince minutos de ahí.

Sonrío. La emoción me llena el cuerpo, porque ya quiero contarle lo que pasó con Blake, ayer por la noche en la cena con su familia.

Tengo algo importante que contarte. Es sobre Blake.

Envío el mensaje, y en lo que me llevo un vaso de jugo a los labios y le doy un sorbo, el teléfono me notifica de un nuevo mensaje.

¿Es bueno o malo?

Tecleo mi respuesta y se la envío:

Muy bueno. Es algo que no me esperaba. Pero que estoy feliz de que por fin haya pasado.

Mi mensaje indica que ha sido leído; puedo ver en la parte inferior de la aplicación que marca que Lizy está escribiendo y, pasado unos segundos más, deja de hacerlo. Ya no obtengo ninguna respuesta de su parte. Luego de unos segundos, mi prima sale como desconectado. Mi ceño se frunce en confusión.

Espero.

Uno, dos, tres minutos pasan y nada.

«Tal vez mi tía le quitó el teléfono». Pienso.

Considerando lo estrictos que son, es lo más lógico que pudo haber pasado. Un suspiro decepcionado me abandona, porque no pude hablar mucho con Elise. Pero al menos sé que está por llegar.

Le echo un vistazo rápido a Blake, hacia donde lo había visto momentos atrás. Mi corazón da un tropiezo cuando aún está ahí, hablando con uno de los señores de la tercera edad y, apenas sentir mi mirada sobre él, sonríe.

Yo hago lo mismo; le devuelvo la misma sonrisa y las ganas que tengo de correr hacia él y tomarlo entre mis brazos, son tan grandes y demandantes que apenas puedo soportarlas. Apenas puedo controlar el impulso que tengo de levantarme de la silla y colocarme a su lado.

Nos encontramos en la ridícula reunión que quiso hacer mi madre. Estamos todos en el patio trasero —ya que es grande— y hay unas veinte personas aquí. Hay aperitivos en una mesa y postres alado de esa, que ayudé a poner, jugos naturales y algunos refrescos embotellados.

Lo único que he hecho durante todo este tiempo es comer y tomar jugo. No tengo los ánimos de hablar con ninguno de estos religiosos. Tampoco me encuentro de humor para escuchar lo que tienen que decirme, o que me bautice, que predique o cosas así...

Me acomodo las mangas del vestido que llevo puesto; este en especial me gusta. Es negro, con pequeñas flores blancas y me recuerda un poco al que Kathy hizo pedazos. Al menos este vestido sí me gusta, aunque me llegue por debajo de la rodilla, ya que el diseño de las mangas y el escote se me hace bonito.

Aburrida, hago mi camino hacia la mesa de postres.

En lo que espero que mi prima llegue, los minutos se me hacen eternos.

Tocando lo prohibido ©Where stories live. Discover now