Especial San Valentín (Segunda Parte)

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—¿Las prostitutas en este pueblo qué lugares suelen visitar?

Le apetecía echar una partida al póquer o al black Jack pero también le atraía la idea de molestar a Amara. Adramelech le señaló con la cabeza una esquina y Caín nuevamente se sorprendió al reconocer a Claudia abrazándose a un tipo con pintas de rufián más borracho que una cuba.

—¿Claudia es la única puta de todo el pueblo? —preguntó para cerciorarse. Su intendente asintió.

—Ésta es una localidad tranquila y de buena reputación donde las familias más acaudaladas se asientan para gozar de una vida apacible y sosegada.

—¿Soy el sheriff de una respetable y aburrida localidad? —bufó.

—No sólo eres su sheriff. También eres su héroe, como esta mañana cuando ha salvado a la pequeña.

Caín echó a andar hacia la barra.

—¿Ha cambiado de idea? La chica no está mal…

—Si es la única eso quiere decir que todas las poyas del pueblo han pasado por ella y me niego a meter la mía ahí.

Sus esperanzas se renovaron cuando se materializó frente a sus ojos una hermosa espalda coronada por una cascada de cabellos plateados. Caín se dirigió muy decidido hacia ella y la tabernera se volvió hacia él con una radiante sonrisa de carnosos labios carmesí. Todos los músculos de Caín se paralizaron cuando pudo reconocer bajo la capa de maquillaje y de la bisutería barata a Serafiel. La cara se le desencajó y los pulmones se detuvieron debido a la estupefacción.

—¿Qué le pongo de beber, guapetón?

Obviamente Caín no reaccionó.

—Lo de siempre, Serafina —respondió Adramelech por él.

La tabernera se puso manos a la obra ampliando su sonrisa aún más. El ver al serafín sonriendo le traumó incluso más.

—Se ha quedado completamente en blanco —observó Adramelech.

—Vámonos—logró susurrar.

—¿Por qué?

—Tenemos que seguir patrullando —se excusó el diablo y tiró de él con la intención de desaparecer de aquel lugar lo más deprisa posible.

"Estás fatal, Amara. Cuando todo regrese a la normalidad te va a odiar eternamente. Ahora no podré tomarme mi venganza en serio."

—Hoy está muy raro —le hablaba Adramelech cuando salieron del bar. Caín sin embargo no le prestaba atención pues se había fijado en un joven que llevaba sus finos cabellos rosados recogidos en una perfecta cola de caballo. Le había costado reconocerlo con aquellas ropas de cowboy y sin toda la parafernalia con que acostumbraba a adornarse. Chamuel se encontraba apartado del camino principal contemplando las flores, las musarañas o quién sabía qué. Los labios de Caín se curvaron en un gesto malicioso que Adramelech interpretó como que ya iba a hacer de las suyas.

—Ser sheriff no está tan mal. Todo el mundo me respeta y cumplen mis órdenes sin rechistar.

Dicho esto se acercó al distraído arcángel. Caín extrajo unas esposas y desenfundó su pistola. No sintió la necesidad de sacar la placa ya que todo el mundo le conocía.

—Quedas arrestado —proclamó, triunfante.

—¿Por qué? —trataba de defenderse Chamuel, incrédulo, tras ser arrancado súbitamente de sus pensamientos.

—Está prohibido quedarse parado en medio del camino. Obstruyes la circulación y los pobres caballos pueden salir heridos por tu culpa.

—¡Pero si no estoy en el medio!

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