Capítulo 2

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Despierto y percibo la cálida presencia de Travis a mi lado. Ignoro a qué hora arribó, pero su fatiga es palpable. Con sumo cuidado, intento incorporarme sin perturbar su sueño, pero él me atrapa con sus brazos fuertes, impidiéndome abandonar la cama.

Su mirada, aun adormilada, revela que no está sumido en el sueño profundo. Es como si quisiera retenerme en este momento, en esta intimidad compartida, antes de que las responsabilidades del día nos arrastren hacia la vorágine cotidiana. La suavidad de su piel contra la mía, la calidez de su abrazo, me hace sentir extremadamente bien. A veces, los momentos más sencillos son los más preciosos. Y así, en la quietud de la habitación, me permito quedarme un poco más, disfrutando de la cercanía de el, sabiendo que este amor es mi refugio y mi fortaleza. No hace falta decir nada, basta con sentir. Y en su abrazo, encuentro todo lo que necesito.

—Buenos días.—me dice jugando con mi cabello.

—Buenos días.—le contesto.

—No quería despertarte, llegué muy tarde.—contesta tomando mi rostro.

Anoche caí en un sueño profundo. Anhelaba esperarle, pero el tiempo se deslizaba entre mis dedos como arena fina. La madrugada se aproximó, y la universidad me aguardaba con responsabilidades. La responsabilidad pesaba sobre mis hombros, y no podía ignorarla.

Somos libres en las mañanas, cuando la luz se filtra tímidamente por las cortinas. Al igual que las noches también son nuestras. Cuando nos recostamos juntos. Y aunque los días sean frenéticos y las noches efímeras, sé que siempre habrá un espacio para él. Porque en las mañanas y noches que puedo verle y compartir con él, encuentro la paz y la felicidad que tanto anhelo.

—¿En qué piensas?—interrumpe mis pensamientos.

—En ti.—le observo.
El suelta una pequeña risa.

Se levanta dejándome sola en la cama para ir al baño.

—¿Estás a tiempo?—me pregunta desde el baño.
¿Se refiere a la universidad?

—Tengo tiempo.—le contesto.

Tengo el tiempo necesario, mi clase con el profesor Abney comienza a las nueve. Son las siete y media.

Tomo mi teléfono que está en la mesita de noche.
Leo algunos mensajes de mamá que le he dejado a mamá indicándole el orden de los recibo, mientras recojo mi cabello.

—Ven conmigo.—escucho su voz desde el baño.

Me deslizo fuera de la cama, dejando atrás el abrigo de mi pijama. La desnudez me envuelve, y con pasos sigilosos entro al baño para seducirlo con mi desnudez.

Aún lleva su pijama con una mirada, intensa y cargada de deseo, se cruza con la mía. El arqueo de su ceja es un desafío silencioso.

Me aproximo a su presencia y él me obsequia un beso apasionado en los labios, sus caricias descienden con fervor mientras absorbe cada rincón de mi ser, provocando que mi piel se erice de anhelo y pasión.

Anhelo únicamente fundirme con él, deleitándome en cada instante compartido.

Él me envuelve con más intensidad, acercándome aún más a su ser.

—Creí que no vendrías.—murmura entre mis labios.
Explora mi feminidad, provocando un estremecimiento ante sus manos expertas que trazan círculos y me hacen retorcer de placer.

—Eso creías.—suelto una risa.
Un gemido se escapa de mis labios, ahogado por la intensidad del momento.

—No te me muevas tanto, fierecilla.—me pide.
Él humedece sus dedos con su saliva antes de introducirlos en mí, desatando una sensación embriagadora.

Me Verás De Nuevo © Où les histoires vivent. Découvrez maintenant