-¿Para qué? -lo obvié, era una tontería contarle algo que no tenía importancia, ¿o sí?

Él agachó la cabeza, asintiendo.

-Está bien. -murmuró.

Segundos después comenzó a sonar el timbre que indicaba la siguiente clase y la cosa se quedó ahí. En cuanto vi a Lisa en clase se lo conté todo, desde mi cita con Marco el viernes hasta lo que acaba de pasar ahora, no ganamos un par de reproches de los alumnos de primera fila y del profesor.

Cuando terminó el primer recreo, no habíamos visto mucho a Becca, pues había pasado gran parte del día junto a Ryan.

Lisa y yo nos cambiamos entre conversaciones y conversaciones, finalmente yendo a la clase de gimnasia que nos tocaba ahora, por desgracia. Nos separamos en grupos de chicas y chicos, y mientras nosotras practicábamos algún deporte, ellos corrían alrededor de la pista, por lo que no pude hablar con Justin. Y lo tenía que hacer con urgencia.

Así pues, en cuanto los chicos se fueron a los vestuarios, fui allí también.

En cuanto entré en el vestuario de los chicos me gané un buen vocerío de silbidos de parte de todos los chicos con hormonas revolucionadas y solo toallas alrededor de sus cuerpos corpulentos. Me planté en medio del vestuario y obviando los comentarios atrevidos hacia mí, me crucé de brazos.

-¿Donde está Bieber? -dije, firme.

No conocía a la mitad de los que había allí, solo de vista, así no quería mostrarme intimidada, todo lo contrario.

-En las duchas preciosa. -me dijo uno de ellos, al parecer un chuleta de turno, por lo que rodé los ojos. Seguro que era amigo de Justin. Caminé hacia las duchas.

Justin tenía gotitas de agua por todo su cuerpo, una toalla liada en su cintura y una postura jodidamente sexy mientras se recolocaba el pelo frente al espejo.

-Justin. -le llamé.

Él se giro repentinamente con una sonrisa enorme.

-Vaya -esbozó una sonrisa picara-, ¿por eso había tanto alborota ahí fuera? -se lamió los labios-. Les tendré que advertir que ni te miren, que solo lo puedo hacer yo. -guiñó un ojo, sensualmente.

-Tú flipas. -espeté. Después me quedé absorta mirando su pecho, y sus brazos, estaban trabajados, pero no exagerados, era muy, muy atractivo.

-Estás..

Se me escapó.

-¿Apuesto? ¿Precioso? ¿Irresistible?

-Mojado.

-Mojada estás tú, cariño, seguro.

-Justin eres un cerdo. -él solo se río-. Tenemos que hablar.

-No me gusta que las chicas hablen mucho mientras lo hacemos -dijo mientras se apoya en la pared blanca de una de las duchas-, y tú hablas mucho.

-Pues no vas a tener ningún problemas porque no vas a hacer nada conmigo.

-Eso ya lo veremos. -estiró una sonrisa torcida.

-Lo que sea. -rodé los ojos-, ¿Por qué cojones le has contado a Marco que nos besamos en la fiesta de tus padres? ¡Joder, eres un maldito bocazas!

Puso cara de suplicio, y supe que el tema no le hizo mucha gracia, pero menos me hizo a mí.

-¿Qué pasa? ¿Tu novio se ha puesto celoso? -se burló, sin gracia.

-¿Por qué narices has abierto la boca? Estúpido. -me tensé. No me gustaba que me vacilara de mala manera. Había que diferenciar cuando lo hacía de broma o de cachondeo, a cuando se notaba que algo malo rondaba por su mente, que algo no le hacía ni puta gracia, y menos a mí.

Love in New York. {Justin Bieber}Where stories live. Discover now