Caden Greenwood y Michael Davenport, Duque de St. Moritz, se embarcan en una batalla sin precedentes por el amor de Angelina, mientras esto sucede lo peor y lo mejor de ambos saldrá a relucir. Angelina se vera amenazada constantemente por todas las...
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Angelina.
Un día antes del viaje.
La herida que me aquejaba estaba sanando adecuadamente; sin embargo, la que no sanaba era la herida de mi alma, permanecía intacta y latente. Las paredes de mi habitación comenzaban a asfixiarme sin importar cuántos lujos las contemplará, comprendí a fondo que el lujo y el dinero no adquieren la felicidad, sin duda proporcionan comodidad, pero no existe medicamento que puedas adquirir con todo el dinero del mundo para curar los agujeros que dejan las decepciones en el corazón.
Traté de dormir (hecho que últimamente se me hacía difícil) "Debes tratar de dormir y descansar la mente" me repetía una y otra vez, sin ningún resultado positivo. En mi rostro se denotaba cada vez más la huella de mi marcada demacración, unas profundas ojeras adornaban los contornos de mis ojos, logrando preocupar sobremanera a Michael que le pedía al doctor que acudiera a revisarme, lo que tristemente él no sabía es que esas facciones demacradas que actualmente me acompañaban era el reflejo de mi interior. Yo era una flor que se abrió al mundo en los brazos de Caden y que se iba secando por falta de agua.
—Me has condenado... —susurré dando vueltas en mi cama, y a su vez, pensando en que en breve ya no tendría un lecho único para mí, debía asistirme para compartirlo con mi esposo. Reflexionar ocasionaba un incremento en las pulsaciones y me resultaba difícil respirar.
Por otro lado, me perturbaba tanto silencio, no quería pensar ni recordar, tampoco aceptaba que el día en que más temí fue el día en que más vida tuve.
Era triste despertar y ver la realidad, sentir que todo lo que había construido en mi mente era una gran mentira para engañarme a mí misma, protegerme del dolor, una realidad alternativa para no sucumbir, de no querer aceptar que yo amaba a esa alma dañada que era Caden Greenwood. Él había hecho caer mi fortaleza, una pared que no me permitía percibir mi realidad.
—¿Acaso así tenía que ser nuestra historia?... Mi amor por un ser humano que tiene las manos llenas de sangre ¡Porque Caden... porque tienes un monstruo en tu interior! —. Las lágrimas empezaron a venir como torrentes, intentando perdonar cuando se volvía tan difícil, imaginando el dolor de esas personas que él asesinó sin contemplación, pero, aun así, mi alma gritaba otra realidad, no lo podía olvidar. Ahora tenía la difícil tarea de enfrentarme a la vida con el corazón destrozado. Entregarme a Caden me había quebrado el mundo que conocía, pegando un golpe bajo y resucitándome en una nueva existencia... Nunca imagine que lloraría por extrañar sus brazos... Él se había convertido en el lobo que debí temer y que termine amando irremediablemente. Yo había experimentado mucho tiempo sin sentir y volvía a nacer.
El propósito de amarlo consistía en seleccionar entre lo adecuado y lo no adecuado. Tanto silencio y quietud de su parte me aterraba. Michael no tenía las manos manchadas de sangre, aun así, mi corazón ciego no entendía de razones, continuaba pensando en Caden y anhelando su toque; así me quedé hasta que poco a poco el sueño me fue venciendo para darle paso a revelaciones que traían consigo su rostro.
