† EL TIEMPO SE ACORTA †

26 7 28
                                    

Preludio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Preludio.

Henry Stanley no perdió tiempo en poner en estado de alerta al duque. El hombre lucia alterado, tanto que el duque mando a traer agua para aplacar la ansiedad del doctor.

—Al llegar a mi casa lo encontré sentado en la oscuridad con una pistola en mano... --el duque se mantuvo frío escuchando la declaración del hombre.

—¿Supongo que su visita era para saber de mi esposa? —Inquirió el duque.

—Así es señor, después salió como un celaje por la ventana. No reconozco a Caden ¡Fue uno de mis alumnos más prodigiosos y jóvenes! Siempre elocuente, ahora es un monstruo. —La expresión de terror del doctor era indescriptible.

—Usted conoció la máscara de Caden, ahora conoce su verdadera naturaleza, yo la intuí desde el primer momento en que lo conocí —las palabras de duque de St. Moritz eran amargas.

—Debe estar muy alerta, la obsesión de ese hombre por su esposa es grande... Lo vi en sus ojos, ¡Caden Greenwood está dispuesto a todo!

—Yo lo estaré esperando... Y esta vez no seré descuidado. Le aseguro doctor Stanley que yo también estoy dispuesto a mancharme las manos de sangre si es necesario —manifestó Michael situando su vista hacia el exterior de sus vastos jardines.

Dos semanas después.

Clara estaba en paz al ver cómo los progresos de su hija cada vez eran más notorios, su herida cicatrizaba a la perfección, ya se levantaba de la cama y daba cortos paseos por el interior de la mansión, siempre custodiada por hombres que servían al duque, incluyendo la compañía de su madre.

Así como sentía tranquilidad por la sanación de su hija, por otro lado, llegaba la angustia debido al hecho de que pronto Angelina tendría que cumplirle como mujer a su marido. Recordó la propuesta que le hizo a su hija y su reacción negativa en torno a la idea.

Angelina no fue testigo de la angustiosa agonía de Michael Davenport, de cómo removía el dolor con sus dedos, matándose en la desesperación; en cambio, ella sí. En aquellos ojos color océano, Clara pudo beber de todo las reglas que era capaz de mandar al diablo el duque por acabar con Caden y todos aquellos que lo traicionaran, la opresión llegó a su pecho al revivir las palabras de su hija "Amo a Caden, me entregue a él".

—¡No voy a permitir que ese monstruo se lleve a mi hija y destruya su matrimonio! —Clara había puesto a disolver una cucharada de alumbre en un litro de agua. Después, rellenó una botella con el líquido resultante. Sin perder tiempo se encaminó rumbo a la habitación de Angelina, cerró la puerta, saco la botella de entre los pliegues de su falda y se la entregó a Angelina.

—¿Qué es esto madre?

—Nuestra salvación. Úsala para lavar tu zona íntima cada vez que te bañes. Si repites este proceso al menos dos veces a la semana, tu zona íntima se estrechará y esto hará que el duque sienta las relaciones sexuales como si fuera tu primera vez —Angelina frunció el ceño, no estaba de acuerdo con engañar a Michael ¡No era justo!

Angelina: Liberación LIBRO IIIWhere stories live. Discover now