† DECISIONES †

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En el precipicio de la muerte caminé por lagos desolados e inhóspitos; sentí paz, no deseaba ser despertada, anhelaba continuar ahí en esa aparente calma

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En el precipicio de la muerte caminé por lagos desolados e inhóspitos; sentí paz, no deseaba ser despertada, anhelaba continuar ahí en esa aparente calma. Mi propia voz me hablaba, debía seguir escuchándola hasta encontrar la respuesta.

-No pares -dijo la voz de una mujer que me resultaba desconocida. Giré en mi propio eje buscando a la dueña de aquellas manifestaciones. -No debes detenerte hasta que consigas la cura a ese dolor que te está envenenando. -Al finalizar la oración la dama se volvió visible ante mis ojos. Era una mujer muy hermosa, su energía me daba paz, y sin poder explicarlo dejé brotar mis sentimientos ante aquella extraña.

-Me siento decaída, y desconectada de la vida.

-Solo necesitas ser amada... Debes volver, aún no es tu momento de dejar este mundo.

-¿Quién eres? -quise saber, ella ignoró mi pregunta y prosiguió:

-He estado observando, he estado esperando en estas sombras por mi momento, encontrar a alguien que lleve mi mensaje al mundo de los vivos -seguidamente tocó mi mano, y sin mover sus labios me dijo: -En vida fui Claudia Wiggins, soy la madre de Michael Davenport duque de St. Moritz, mi alma pena... Lo que está por venir oscurecerá el alma de mi hijo. -Mi sorpresa fue profunda, ¡Yo debía de estar muerta! En medio de aquel trance entre la vida y la muerte regresé al inicio de mi accidente por las escaleras de mi casa, Caden a los pies de la gradería, detrás de mí unas manos fuertes me empujaron, volví a llorar al recordar el momento, mi vientre estaba vacío.

-Ya sabes lo que te sucedió, ahora debes despertar, ¡Alerta a Angelina! Busca a mi hijo... el tiempo se agota. -La figura de la mujer se volatizó para dar paso a un espectro que tomaba la forma de un hombre que no era desconocido para mí, Caden Greenwood se elevaba imponente, colocándose su máscara de porcelana blanca, aquel era mi esposo y a la vez era otra persona.

-Alex, es el demonio que lo tortura desde que era un niño -susurraba Claudia. Acto seguido aquel demonio dentro del cuerpo de Caden me habló:

-Debe aprender a matar, antes de poder sentirse a salvo...-me aterroricé, luego se desprendió de la máscara y vi sus lágrimas volverse sangre, Caden luchaba contra ese demonio llamado Alex, Claudia Wiggins me lo mostraba.

-¡Prefiero matarme antes de seguir siendo tu esclavo!

Miriam abrió los ojos, se vio rodeada de enfermeras, pero su mente estaba más clara que nunca.

-¡Debo hablar con Angelina!

En la comisaría.

George Hamilton, no podía controlar los oleajes de ira que se volvía su peor demonio al tener al esposo de su hija en frente.

-¡Deberías de podrirte en el infierno por todo el daño que le has ocasionado a mi hija! -Caden iba a responder a la ira del padre desesperado, sin embargo, su abogado le aconsejó que se mantuviera en silencio. Caden contempló al quién había sido su profesor, Henry Stanley, en su momento fue un héroe para él, amaba la manera en como lo miraba, y las veces que le repetía el potenciar que poseía, lamentablemente Caden en la actualidad veía en aquellos ojos decepción y repudio.

Angelina: Liberación LIBRO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora