† EL JUEGO APENAS EMPIEZA †

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—¡Traigan a ese malnacido ante mí, si debo sacarle las viseras en carne viva lo haré, pero de hoy no pasa que me diga toda la verdad! —los guardias salieron de la presencia del duque para ir por el prisionero

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—¡Traigan a ese malnacido ante mí, si debo sacarle las viseras en carne viva lo haré, pero de hoy no pasa que me diga toda la verdad! —los guardias salieron de la presencia del duque para ir por el prisionero. Aquella orden no se pudo ejecutar, los guardias al llegar a la celda se percataron que el único testigo y cómplice del rapto de la nueva duquesa estaba muerto.

La impotencia del duque se acrecentaba exponencialmente.

—Tiene síntomas de envenenamiento —dijo uno de los guardias luego de examinar al difunto. La noticia no le cayó bien al duque.

—¡Alguien dentro de mi seno íntimo está cometiendo tradición en contra de mí! Cabezas van a rodar, eso lo juro por mi vida.

Cuando Michael pensaba que todas las puertas se habían cerrado, llegó William acompañado de Miriam Hamilton, al principio no entendió la presencia de aquella mujer en su casa, después de bajar un poco su enfado comprendió que la señora venía con el propósito de ayudar, ella también había sido víctima de Caden.

Le agradeció mucho que viniera a su casa y lo ayudara en una situación tan difícil. William invitó a Miriam a sentarse.

—Duque, lady Greenwood, pidió una audiencia de carácter de urgencia con usted, sus motivos merecen ser escuchados —explicó William. En ese punto de la conversación, Miriam pidió la palabra.

—Me gustaría aclarar algunas cosas. Primero, quiero disculparme por la forma en que me comporté en el pasado. Vivía en una mentira, pero me equivoqué al hacerlo. Segundo, por favor, no vuelva a usar el apellido "Greenwood" para referirse a mí. Cuando lo hacen, me recuerda todo el dolor y la angustia que conlleva no ser amada por mi marido. Se ha convertido en una mancha indeleble en mi carácter que no se puede lavar.

—Muy bien, la escucho —manifestó Michael sin importarle las palabras que acababa de manifestar la dama. William salió del despacho para que Miriam y Michael hablaran a solas.

—Quiero agregar que entiendo su dolor... Yo he estado en su posición.

—No se equivoque Lady Hamilton, Angelina no se casó conmigo forzada por un engaño o soborno, vino a mí por libre albedrío. Y el maldito de su marido junto a otros vándalos la raptaron. —las palabras crudas del duque lastimaron a Miriam, el hecho de que Caden nunca la amó ya era un secreto a gritos en los estratos sociales más prominentes, manchando su nombre para siempre. Se sentía el hazmerreír de la ciudad.

—Tienes razón en algunas cosas, duque. Sin embargo, y por experiencia propia le afirmó que no tenemos el poder de conocer a otra persona por completo, ya de por sí conocernos a nosotros mismo no es fácil.

—Aborde el punto, porque no estoy comprendiendo lo que me quiere declarar.

—Lo que trato de transmitir en simple. Es cierto que hay dos circunstancias diferentes aquí, y eso marca un antes y después a la situación con Caden y Angelina. No obstante, eso no cambia el hecho de que siguen siendo dos personas que llegaron a quererse en un pasado que aún no es distante, aunque con dos perspectivas diferentes en sus vidas... Tal vez tienen diferentes razones para sus decisiones, quizás no exista un engaño o un soborno en su historia, pero las vertientes se unieron en el mismo torrente, dando el mismo resultado.

Angelina: Liberación LIBRO IIIWhere stories live. Discover now