22. "Una familia"

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Su rostro estaba rojo de la rabia, bufaba impotente por no haberle plantado un buen puñetazo a ese anciano de mierda. Con tres golpes en el volante descargó un poco de su enojo, pero estaba tan alterado que sus ojos se llenaron de lágrimas cuando apoyó al fin la cabeza en el asiento.

—No sé que esperaba...— murmuró entre dientes. Que alguien despreciara de esa manera a la persona que amaba tanto era muy doloroso, y ahora entendía porqué Sasuke le dijo sin más que no tenía a nadie.

¿Cómo era posible que sus padres ni siquiera preguntaran por su condición cuando les dijo quien era? "Sasuke está muerto hace muchos años". Naruto no podía creer lo que ese anciano de aspecto huraño decía hasta que le cerró la puerta en la cara. Había perdido su preciado tiempo conduciendo dos horas hasta la dirección que le pidió a Sakura, cuando no podía darse el lujo. Y tenía razón, ese tal Itachi, si alguna vez estuvo ahí, dudaba que los padres de Sasuke se lo dijeran.

Recomponiéndose un poco, el doctor miró por última vez esa casa de clase media un poco descuidada y encendió el auto, decidido a ocultar lo ocurrido y olvidarlo, si es que podía. Sin embargo, casi a punto de marcharse tocaron al cristal de su ventana. Una anciana desconocida que cargaba un gato gris en los brazos, le ofreció un papel cuando bajó la ventanilla.

—A ellos no les interesa si ese niño muere o no, pero a él sí— señaló el número escrito con tinta negra —Estaré rezando porque lo supere, el pequeño Sasuke no merecía nada de esto— dijo llorosa y se marchó.

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—Son demasiadas cosas— dijo el doctor al ver el equipaje que Sasuke había puesto en medio de la sala. Las dos maletas con ruedas estaban llenas al reventar —Solo es un fin de semana— le informó, acariciando su hombro con cariño.

—Me dijiste que recogiera, no cuanto— espetó Sasuke, un poco fatigado —¿Sabes lo que me costó hacerlo tan rápido?

—Lo siento...— las palabras de Naruto se escucharon sentidas y para reforzarlas lo abrazó. Todavía olía a medicamentos y hospital.

—Aún no me has dicho a donde vamos— recordó Sasuke.

—Será una sorpresa. Te gustará— aseguró Naruto y le robó un beso en los labios —Solo saca lo que no necesites y déjalo en el sofá. Después me encagaré de recogerlo, pero debemos irnos ya si queremos llegar antes de que anochezca.

—De acuerdo.

—¿Dónde está Sarada?— preguntó antes de alejarse.

—¿No la viste en el jardín?— Naruto asintió, recordando sí haberlo hecho, pero al llegar con tanto en la mente de su largo viaje, ni siquiera se dió cuenta.

Dejó a Sasuke en la sala y la encontró frente a las flores, esas que regaba casi a diario y las que habían crecido muy bonitas desde que estaba en la casa. No le sonrió animada como otras veces, solo se hizo a un lado para que Naruto se sentara junto a ella.

—Haz hecho un gran trabajo— halagó.

—El doctor me dijo que cuidando el jardín estaba pagando el tratamiento de mi papá, pero yo sé que era mentira— murmuró, abrazando sus rodillas —Aprendí que algo así cuesta mucho, y que unas simples flores no son suficientes. De todas maneras me esforcé porque era una forma de darle las gracias... Estuve más tiempo con mi papá porque Naruto llegó a nuestras vidas.

—Esto no ha terminado, pequeña— se vió en la necesidad imperiosa de recordarle y recordarse a sí mismo.

—Yo sé... Pero quería decirlo... por si no lo veo otra vez— aclaró con un puchero al resistir las ganas de llorar.

Naruto suspiró y miró sus manos entrelazadas, un poco ansioso.

—Tú papá y yo... tenemos una relación distinta. No somos precisamente amigos o doctor y paciente...

—Son novios— interrumpió ella, sorprendiéndolo —Los he visto besarse en la cocina cuando creen que no estoy viendo— el doctor sonrió al verla rodar los ojos de manera muy chistosa.

—Bueno...— carraspeó —Lo que quiero decir es que... te quiero mucho, Sarada. Te considero un parte importante de mi vida y si estás de acuerdo, yo podría ser una parte importante de la tuya.

—¿Qué quieres decir?— preguntó confundida, pero emocionada.

—Amo a tú papá y te amo a tí también. Podríamos ser una familia... aunque él llegase a faltar. Sé que suena triste...— balbuceó inquieto, rascando su cabeza y negando, indeciso de continuar.

—¿No iría con Sakura...?— Naruto levantó la vista y la expresión de la niña le partió el corazón.

—No.

—¿A un orfanato?— el doctor negó —Serías... ¿mi papá?

—¿Quieres que sea tu papá también?— la respuesta que recibió fué un sentido abrazo cuando ella se lanzó hacia él —Nunca te dejaría sola— el llanto aliviado de Sarada hizo salir a su padre, quien se quedó inmóvil en la puerta observando la escena. Naruto le sonrió mientras aún sostenía a la pequeña y le daba pequeños besos en el cabello.

¿Cuánta incertidumbre y estrés estuvo soportando esa criatura? Y aún le esperaba la peor de las pruebas. Por eso Naruto pidió más tiempo, dos cortos días en los que intentarían decirse y expresarse todo, solo por si no tenían la oportunidad de hacerlo a futuro.

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Sarada se había calmado con la brisa que entraba por la ventanilla del auto, mientras Naruto conducía y la miraba por el espejo retrovisor. Se sentía liberador conocer que ella también estaba de acuerdo en sus decisiones, que no se le estaba imponiendo nada y que podrían formar un hermosa familia. Sasuke también estaba de buen humor, a pesar de su semblante pálido y enfermizo, incluso había puesto una música suave en el auto que tarareó bajo, para el disfrute de su pareja, quien todavía no lo había escuchado cantar.

—¿Esta no es la casa de tus padres?— preguntó curioso cuando el doctor se detuvo ante la conocida vivienda.

—Ven, solo será un momento— pidió después de rodear el auto y abrirles la puerta.

Sasuke se arregló un poco el gorro de lana que traía antes de que los Namikaze los recibieran y saludaran, pero se encontró con que no eran los únicos que estaban ahí. Un hombre delgado y sonriente los saludó también.

—Hace meses que no sé de tí y me pides a venga así, tan repentinamente— se quejó el desconocido, haciendo a Naruto sonreír apenado.

—Sasuke, este es Sai. Un viejo amigo— explicó —Es abogado.

—Mucho gusto...— respondió el Uchiha, un poco incómodo.

—Podrías al menos haberme dado un día para preparar algo más decente— dijo Kushina, extrañamente sentimental y tomando a Sarada de la mano antes de acariciar su cabello

—Eso no importa, amor— la tranquilizó su esposo y luego miró a su hijo con empatía.

—¿Qué está pasando?— la pregunta de Sasuke se escuchó como un susurro nervioso cuando notó que Sai sacaba un libro y unos documentos de su maletín.

—Es nuestra boda— dijo el doctor.

—¡¿Boda?!

—Mis padres serán los testigos y después iremos a nuestra luna de miel.

—No bromees— resopló Sasuke, mirando a los padres del doctor con ansiedad ¿Acaso pensaban permitir que Naruto cometiera esa locura?

—No lo hago— afirmó y tomó sus manos con firmeza, mirándolo a los ojos.

—Naruto...— negó conmocionado —Si yo no...— el doctor apoyó su frente contra la suya y habló bajo.

—Si partes de este mundo sin que pueda llamarte "mi esposo", me arrepentiré toda la vida. Días, meses, años... lo que puedas darme, Sasuke, como si son solo minutos.

—Eres tan tonto— sollozó —Testarudo... No puedo quitarte esa idea de la cabeza, ¿verdad?

—De ninguna manera— dijo el doctor con una risita antes de cerrar los ojos aguados.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Where stories live. Discover now