20. "Viendo la realidad"

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Naruto esperó en una esquina a que el taxi se fuera después de que Sarada entrara a la casa. Solo entonces se acercó con su auto y lo aparcó antes de bajar, asegurándose así que Sakura Haruno no le hubiese visto seguirla. Sonrió de lado al pensar que además de médico, hubiera sido un buen detective.

Después de entrar, dejar sus zapatos y quitarse la gorra, vió a Sasuke de pie en el pasillo, pensativo frente al cuarto de baño.

—¿Qué ocurrió?— preguntó en voz baja, advirtiéndole que Sarada estaba dentro con un gesto de su cabeza. Naruto tomó su mano y ambos fueron a la sala de estar —No me dijo nada, solo que tenía ganas de bañarse— explicó.

—Bueno, digamos que no fué muy inteligente de Sakura llevarla a un parque de juegos con este sol, y llevando ella un vestido, pero por lo demás todo fué bien, supongo— se encogió de hombros. Sasuke hizo una mueca de incordio que le sacó una risita al médico —¿Esperabas otra cosa?

—Sería muy mal padre si dijera que deseaba que la decepcionara de alguna forma— admitió sincero.

—Lo sé, conmigo no tienes que ocultarlo— Sasuke no respondió a la caricia que el doctor le dió a un costado de su cabeza, sobre el gorro de lana —Sigues muy tenso con todo este asunto, ¿por qué no hacemos algo para que te relajes?

—Es de día y Sarada está en la casa— balbuceó sin pensar, aún mirando hacia el pasillo.

—¿Y quién habló de sexo? ¿Eso es todo lo que se te ocurre?— se burló Naruto, al fin sacándolo de su molestia, sustituyéndola por vergüenza y un muy notable sonrojo.

—¡¿Qué quieres que piense si andas así, todo meloso...?!— protestó Sasuke fingiendo enojo.

—Soy un hombre afectivamente presente.

—¡¿Qué diablos es eso?!— siguió avergonzado, ahora empujando con sus manos para deshacerse del insistente abrazo del doctor.

—¡Papá!— llamó Sarada desde el cuarto de baño, salvando a Sasuke del ataque de cariño —¿Me ayudas a lavarme el cabello?

—Ya voy...— dijo el Uchiha y pegó en las manos de Naruto para que lo soltara, pues ya lo tenía rodeado y toqueteaba su vientre por debajo del suéter.

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—Repetiremos las pruebas mañana, antes de la sesión de quimioterapia. Por favor, no dispongan del equipo en ese horario...— hablaba Naruto por teléfono, sentado en su escritorio, cuando Sasuke entró a la habitación con su portátil en la mano. Él le sonrió y siguió su conversación, no sin seguirlo con la vista mientras este subía a la cama, se acurrucaba en la frazada y ponía el equipo en sus piernas para seguir escribiendo —¿Y la niña?— preguntó tras colgar.

—Ya se durmió— respondió el Uchiha sin quitar la atención de la pantalla —¿Te molesta si duermo aquí contigo?

—Que pregunta más tonta— resopló Naruto, inclinándose en el escritorio para seguir estudiando —Aunque todavía no voy a acostarme— advirtió.

—Yo tampoco, debo terminar este capítulo... No podía concentrarme si no te tenía cerca.

El doctor, con su lapicera en la mano, dió suaves toques en el papel mientras giraba a verlo. Las palabras de Sasuke se sintieron como una manta cálida en medio de tanta preocupación, pero su semblante le hacía un desdichado contraste. Aunque el perfil de su ahora pareja seguía siendo hermoso, había perdido tanto peso que tenía las mejillas hundidas. Sus labios estaban algo resecos y a pesar de dormir adecuadamente, las ojeras de cansancio eran permanentes. Naruto no quería pensar en las razones de su rápida desmejoría hasta no tener nuevos resultados de exámenes. Miró de nuevo su hoja e intentó sumergirse en los estudios de su tesis. Así pasaron largos minutos, y solo se percató de la hora cuando Sasuke bostezó y colocando su portátil en la mesita, se acostó y giró a verlo con ojos adormilados, siendo ya la una de la madrugada.

—Sasuke...— murmuró ronco —Lo que dije de Sarada la otra noche, fué en serio.

—Estoy felíz de que le hayas tomado cariño, sin embargo, un hijo es una gran responsabilidad. No tienes porqué...

—¿Con quién se quedará entonces en caso de que tú no superes la enfermedad?— inquirió, apretando fuerte su lapicera y deteniendo sus notas —¡Maldición, te amo con locura, pero seamos realistas!— gruñó renuente.

—Vivo mi realidad todos los días, Naruto. Ahora soy más consciente de ella que antes— confesó con frialdad.

—Cambiemos de tema...— siseó enojado.

—No.

—Deberías estar durmiendo hace rato, mañana tienes quimio— insistió y se puso de pie para apagar la luz de la habitación, dejándola en penumbras, solo con la luz de la lamparita de su escritorio encendida.

—Tienes mucha vida por delante. Aunque acepté esta locura, sigo pensando que estoy actuando muy egoísta.

—¡¿Se quedará con Sakura entonces?!

—Puedo buscar una familia adecuada en el tiempo que me...

—¡Ay, cállate!— exclamó enojado, sentándose en el borde del colchón y dándole la espalda. No quería discutir, y siempre pensó que podía enfrentar los hechos debido a su preparación, pero mientras más pasaba el tiempo y caída en cuenta de lo que estaba pasando, más difícil le resultaba soportarlo sin desesperarse.

No podía rendirse tan fácil, no cuando la ocasión ameritaba de toda su madurez ¿Era válido que un hombre de treinta años se quejara al mundo de sus penas cuando el nudo en su garganta amenazaba con hacerlo llorar? Soltó un largo suspiro al sentir a Sasuke moverse y luego acariciar su espalda.

—¿Confías en mí?— preguntó tras largos minutos de ser consolado en silencio —¿Crees que puedo cuidarla y hacerla crecer saludable y feliz?

—Sí...— aunque le satisfizo, la respuesta del Uchiha no le sorprendió.

—Entonces solo acepta mis decisiones a partir de ahora, sin pensar en lo que sea bueno para mí o no. Solo yo puedo tener las riendas de mi vida. Si quiero adoptar Sarada, no es porque lo sienta como una obligación. No me compliques tanto lo que ya es difícil...— rogó con la cabeza baja. Sasuke relamió sus labios y luego apoyó la barbilla en su hombro cuando lo abrazó por la espalda.

—¿Cómo podría hacerlo más fácil para tí?

—Para empezar... cásate conmigo.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Where stories live. Discover now