1. "Buscando ayuda"

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Se apretó el puente de la nariz para despejar un poco su visión borrosa y cansada, luego otra vez intentó concentrarse en la historia clínica que había tomado delante de la cama de uno de sus pacientes. La anciana mujer lo miraba con una de esas sonrisas tiernas de abuelita, y eso a Naruto le levantaba el ánimo y le daba fuerzas para seguir con su día.

—Que jovencito tan lindo me ha tocado como doctor— dijo ella, robándole una carcajada repentina.

—¿Su esposo sabe que coquetea con el personal médico, señora Chiyo?— preguntó divertido, dejando la historia en su lugar y yendo a examinar su suero.

—Mi esposo no sabe muchas cosas— le quitó importancia con una mueca y un gesto de su mano —¿Entonces, ya me voy a morir?

—Aún le queda por andar, solo se descompensó su diabetes. Le daré de alta mañana temprano— informó.

—Que mala suerte, pensaba quedarme un poco más aquí.

—Es la primera persona que me encuentro, a la que le gusta quedarse en un hospital.

—Ha vivido bastante poco, doctor Uzumaki— señaló.

Naruto negó resignado a la actitud de la anciana, pero antes de darle una formal despedida, escuchó agetreo en el pasillo y de inmediato dejó la habitación, corriendo hacia la entrada de urgencias, donde trabajaba la mayor parte del tiempo. Muchos médicos odiaban el tan movido lugar, pero él prefería estar en medio de la acción, donde podía de verdad salvar vidas, y no sentado en una oficina, ajeno a todo. Chōji, uno de sus compañeros y amigos de la universidad, entraba junto a una camilla con un paciente accidentado. Incluso antes de acercarse del todo, pudo reconocer una fractura de clavícula totalmente expuesta, y los moretones en la caja torácica.

—¿Qué ocurrió? —preguntó rápidamente, uniéndose a la procesión de la camilla.

—Un maldito auto le pasó por encima— dijo Chōji Akimichi.

—Necesita una radiografía completa antes de llevarlo al salón, yo...

—Tú, nada— dijo su amigo —¿Cuántas horas llevas aquí?— inquirió, indicándole a uno de los internos que prosiguiera hacia los rayos X con el paciente. Luego le sujetó la cara a Naruto para examinar de cerca su semblante. Él frunció el ceño y se alejó.

—Por favor...— bufó, pero luego suspiró al notar su mirada severa —Setenta y dos— Chōji, al escucharlo, golpeó su hombro como regaño —He dormido en el cuarto de descanso.

—Te creo— dijo sarcástico —Vete ya, en ese estado no deberías trabajar— apuntó la advertencia y se alejó rápido por el camino que había tomado la camilla.

Naruto suspiró y luego miró su bata blanca, manchada con pequeñas gotas de sangre seca en los bajos, desde quien sabe cuando. Negó y se la quitó, solo quedándose con su uniforme azul oscuro; la dobló sobre su antebrazo y luego, cuando giró para ir a recoger las cosas a su taquilla, una pequeña niña llegó corriendo hasta él y se escondió, huyendo de una de las enfermeras.

—No diga que estoy aquí— rogó, sujetando su ropa. Él le hizo una seña a la enfermera, y esta dejó de perseguirla.

—Eh... Hola, ¿qué haces?— preguntó en voz baja, asomándose por debajo de su brazo para verla.

—Estoy buscando a un médico— respondió, mirando hacia arriba

—Bueno, tienes suerte. Soy el doctor Uzumaki, ¿en qué puedo ayudarte?— se dió la vuelta del todo y se agachó.

La pequeña no podía sobrepasar los ocho años, su cabello era muy oscuro, al igual que sus ojos afilados, y aunque limpia, su ropa se notaba bastante gastada. Ella pareció desconfiar al principio, pero luego de observar su uniforme y el estetoscopio en su cuello, pareció convencida.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora