10. "Quizás..."

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La primera sesión de quimioterapia inició bastante bien, aunque Sasuke estaba un poco nervioso y Naruto junto con él. No era la primera vez que presenciaba eso ni mucho menos, pero aún así no pudo evitar pasar el salón privado más de seis veces en las cuatro horas que duró el proceso. No había que ser el hombre más inteligente para darse cuenta de lo que con él ocurría; su madre, tan perceptiva, ya lo había visto en su mirada, pero el doctor seguían renuente a aceptarlo y lo atribuía a empatía.

Sí, porque era empatía mirar sus manos de dedos blancos y delgados cada vez que lo tenía cerca, o la forma en la su cuello se curvaba en su nuca y mostraba esa vértebra cervical, que lucía tan atractiva a su parecer. Tenía que ser empatía, porque sus sentimientos no cabían ahí. Sin embargo, al pasar de las semanas, cuando el pequeño mareo de las sesiones fué en aumento y empeoró el estado de Sasuke, ya le era casi imposible esconder su gran interés hacia él.

Esa mañana llegó la directora a la oficina y entró sin tocar, aprovechando que la puerta estaba media abierta. Naruto la saludó con una sonrisa formal y volvió a mirar los análisis de Sasuke, que estaban sobre la mesa.

—Luces terrible— rió ella, ocupando un asiento y cruzando las piernas —Necesitas un descanso ¿Qué tal los resultados?

Naruto asintió y le pasó las hojas, para después apretar el puente de su nariz entre los dedos, gesto que hacía cuando tenía la vista muy cansada. Las noches eran difíciles en su casa. No era divertido verlo vomitando o a Sarada asustada y llorando, cada vez que lo hacía con tanta frecuencia.

—Su hemoglobina está un poco baja. Intentaré reforzar su dieta, no quiero que ingiera más medicamentos. Su estómago no lo aguanta— explicó.

—Ten cuidado con el consumo de proteínas, si ves que no funciona, será mejor ponerle una transfusión antes de que se convierta en anemia— advirtió ella y vió a su alumno apenas asentir, mirando hacia su escritorio pero con su atención puesta en algún lugar lejano de su pensamiento —¿Cómo te va con la tesis? No me has preguntado nada.

—La verdad es que... apenas he adelantado— confesó con vergüenza —No logró concentrarme últimamente.

—Se te nota el cansancio físico y mental. Creo que será mejor que tomes vacaciones.

—No hace falta, además, tengo que seguir su caso...

—Puedes hacerlo— interrumpió —Dedícate a él y a tu tesis, por favor. Me prometiste que la harías, no me desiluciones.

—¿Y los demás pacientes?

—Remítelos con el doctor Nara. Es mejor eso a que termines enfermando.

—De acuerdo, lo haré entonces— suspiró, y la verdad era que le hacía mucha falta despejar un poco su rutina de responsabilidades. Ni siquiera había podido asistir al gimnasio últimamente.

Así que el resto del día la pasó organizando sus pendientes, quedándose hasta la noche, despreocupado de buscar a Sarada, pues hacía días que había pagado un lugar en un pequeño autobús de servicio que tenía la escuela, después de que Sasuke le hiciera la sugerencia. Aún, cada que recordaba su cara penosa esa vez, dejaba ver una risita en sus labios.

Pasada la hora de la cena, por fin llegó a la casa, no extrañándole ver sus alimentos aún sobre la mesa, cubiertos y algo fríos. Sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar qué era lo que Sasuke había cocinado esta vez, pues sus gritos se escuchaban desde el fondo del pasillo, en el pequeño cuarto de lavado. Dejando su bata doblada sobre una silla, caminó hasta allá y lo encontró rojo de la ira, con una prenda de Sarada en la mano, mientras la niña lloraba frente a él.

—¡No te he enseñado a ser descuidada!— vociferó —¡¿Crees que porque tengas más ropa, significa que puedes mancharla y romperla a tu gusto?!

—Fué sin... querer— hipó ella y a Naruto se le encogió el corazón, pero tampoco se sentía con derecho a interceder.

—¡¿Sin querer?!— inquirió —¡Esto es un corte de tijera!— ella se encogió más —¡Estás de penitencia! ¡Sin televisión y sin salir de la habitación!

—¡Eso no es justo!— reclamó la pequeña, aterrada —¡Eres malo, ya dije que fué sin querer! ¡Te odio, papá! ¡No quiero estar contigo!

—¡¿Y crees que yo quise cargar contigo cuando tenía dieciocho años?!— gritó.

—¡Sasuke!— llamó el doctor en tono de advertencia, viéndolo fuera de sus cabales, y no pudiendo seguir manteniéndose al margen. Él lo miró con ojos fríos y colericos, pero Naruto, con seriedad y temple, se agachó junto a ella y en baja voz le indicó que fuera a su habitación.

—No te metas— raspó, regresando a doblar ropa.

—Estoy seguro de que cuando te calmes, serás capaz de comprender lo que acabas de hacer— indicó, cerrando un poco la puerta detrás.

—Claro, el doctor Uzumaki lo sabe todo. Siento hacer este escándalo en tu casa, doc, ¡pero que me mantengas no significa que tengas el derecho de meterte entre Sarada y yo! ¡Soy su padre, la conozco y soy más que capaz de cuidarla!

—Estoy seguro de ello.

—¡¿Cómo me va a decir que no quiere estar conmigo?! ¡¿Con quién cojones va a estar?!— bramó, apoyándose en la lavadora —¡No sabe el sacrificio, el miedo, la angustia...!

—Es una niña— interrumpió Naruto —Que tú te hayas visto forzado a madurar rápidamente, no significa que ella deba hacerlo.

—¡Ha...! Ahí están tus sermones ¡¿Sabías que me molesta ver tu cara prepotente?!

—¿Ah, sí?— preguntó Naruto, notando ahora lo que ocurría con él, al ver sus gestos imprecisos y la falta de capacidad para mantener la conversación centrada —Puedo retirarme entonces y dejarte solo, pero creo que no sería bueno para tí— los ojos de Sasuke se llenaron de lágrimas —Has estado así demasiado tiempo.

—¡Eres un imbécil!

—Seguro— sonrió.

—Puedes meterte tu café por donde te quepa, no quiero probarlo— dijo con resentimiento y su espalda comenzó a temblar. Naruto puso una mano sobre ella, acercándose a su lado.

—No lo harás.

—Y Harry Potter está sobrevalorado. El señor de los anillos, es mejor.

—Oye, eso duele— reclamó con una risita, pero luego esta desaparició cuando Sasuke se inclinó un poco y se apoyó en él.

—¿Porqué le dije eso?— balbuceó. La mano de Naruto se deslizó desde su espalda hasta su cabeza.

—No fuiste tú. Los cambios erráticos de carácter son un síntoma de tu patología. Estoy seguro de que no quisiste hacerlo.

—Jamás me ha pesado, no me he arrepentido ni un solo día. Le he dado todo lo que tengo y quiero seguir haciéndolo, por eso estoy aquí... Pero lo está pasando horrible y yo... simplemente empeoro todo— el doctor retuvo su respiración por unos segundos cuando él se acercó aún más, buscando sin duda algún tipo de refugio; y se lo permitió, regalándole un sentido y necesitado abrazo.

—Sigues dando todo de tí, las situaciones difíciles son parte del proceso, y las que hay que superar. Habla con ella, explícale que a veces tu boca dirá cosas que tu corazón no siente. Recuérdale cuanto la quieres en cada oportunidad que tengas, ayúdala también a comprender.

—¿Por qué te interesas tanto por nosotros? Eso no es normal...— murmuró en voz muy baja.

"Porque me gustas", gritó su corazón, pero Naruto no dejó salir esas palabras, que venían junto a la promesa de un futuro incierto y terrible.

—Soy raro— respondió en su lugar, alejándose y colocando una sonrisa amplia en su rostro. Sasuke limpió sus lágrimas y lo miró.

—Entonces somos dos— admitió y se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la lavadora. Sonrió levemente cuando Naruto lo imitó, soltando un profundo suspiro de cansancio —¿Dónde estabas en ese entonces?

—¿Qué?— preguntó, algo confundido y muy curioso.

—Hace ocho años— la respuesta de Sasuke lanzaba atisbos que no quería malinterpretar.

—En la universidad.

—Quizás... si hubiese tenido un amigo como tú, las cosas hubieran ido mejor, después de que me echaran de casa.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Where stories live. Discover now