8. "Una inocente y problemática confusión"

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La expresión del rostro del doctor era seria, mientras terminaba de hacer en la estufa las palomitas que comerían durante la película. Desde la cocina escuchaba la voz de Sarada, y otra vez venía a su mente la imagen de la mujer que había muerto en el quirófano ese mismo día, y por la cual estaba tan afectado. Era la tercera persona que perdía desde el inicio de su carrera, pero esta vez, la paciente también tenía una hija, la cual lloró tan desconsolada, que sus abuelos no pudieron calmarla.

Otra vez sentía sobre él el peso de su promesa, y había más; al principio pensó que les había tomado cariño por su situación, pero ya no estaba tan seguro de ello. Suspiró y con dos cuencos volvió a la sala de estar, donde en el gran sofá se sentarían los tres a ver la película. Sasuke lo miró y estiró la mano para ayudar, pero Naruto alejó las palomitas de él.

—Palitos de zanahoria para tí— dijo, pasándole el otro recipiente.

—¿Es en serio?— preguntó Sasuke, muy inconforme, mirando los pedacitos anaranjados bien picados.

—Sip...— respondió el doctor y se dejó caer en el sofá.

—¡Wacala!— exclamó Sarada, y al Sasuke mirarla con severidad, se refugió sentándose junto a Naruto.

—¡Tsk...! Como sea— chasqueó su padre y se metió un trozo en la boca, masticándolo a regañadientes y recordándole a Naruto las acciones de un conejo.

La película transcurrió en la silenciosa estancia, y al doctor le divirtieron las expresiones alegres de la niña, al presenciar los hechizos y criaturas mágicas. Tanto le gustó, que pidió la segunda parte en cuanto la primera se acabó, y aprovechando que al día siguiente no tenía colegio, Sasuke le dió permiso.

Ese perfil fino se veía muy atractivo a la luz azulada de la pantalla, y las leves sonrisas ante las situaciones chistosas, realsaban todo lo bonito que podía llegar a ser. Sin embargo, Naruto evitaba que lo descubriera en su escrutinio. Devolvía su mirada al frente, pensando que la vida era demasiado injusta a veces.

—¡Harry escucha esa voz en los muros, porque habla cetaceo!— exclamó la niña, borrando cualquier mal pensamiento con su error y haciéndolo soltar una sonora carcajada.

—Habla parsel, Sarada, no cetaceo— corrigió su padre y en medio de la risa, ambos encontraron la mirada, compartiendo una sonrisa antes de regresar a la película.

Y a pesar de la tensión de la trama, la niña se quedó rendida casi al final, ya dando la una de la madrugada y apoyando la cabecita en las piernas de su padre.

—¿Quieres que te ayude?— preguntó Naruto al verlo cargarla.

—No hace falta— respondió mientras se alejaba hacia la habitación y el doctor apoyó la cabeza en el espaldar del sofá, emitiendo una larga exhalación y mirando al techo por unos minutos, hasta que escuchó unos pasos acercarse.

—Pensé que ya dormirías— confesó, repentinamente algo nervioso. Sasuke negó y regresó a su puesto.

—No me gusta dejar las películas a medias— dijo y al Naruto asentir, volvió a poner play.

Ahora el ambiente era extraño, tenso; podía escuchar incluso su respiración y los latidos en su pecho, a pesar del sonido de la película. Su cuello se sentía rígido de forzarse a mirar hacia adelante, y con sus manos jugaba con la tela de su pantalón de pijama, siendo este acto claro signo de ansiedad. Así se mantuvo hasta que percibió a Sasuke moverse y rascar con suavidad su cabello, cuando lo hizo por una tercera vez, el doctor volteó del todo a verlo.

—¿Ocurre algo?— preguntó.

—Me han picado los puntos de la biopsia desde la mañana— explicó y se mantuvo inmóvil cuando Naruto encendió una lámpara cercana.

—Déjame ver— pidió, haciéndole inclinar un poco la cabeza. El doctor escarbó entre sus mechones con mucho cuidado hasta que encontró la pequeña herida y la evaluó —Luce bien, pica porque está sanando. En un par de días los puntos se caerán solos— informó, pero se mantuvo en esa misma posición, acariciando muy levemente su cabello oscuro con la mano, pareciéndole tan suave que ni siquiera se dió cuenta de lo que estaba haciendo hasta que Sasuke se removió debajo. Sintiéndose muy avergonzado, carraspeó y se puso de pie —Voy a dormir, creo que ya mi energía se ha agotado por hoy— rió incómodo bajo la vista del pelinegro —Tú... También deberías descansar, el lunes empiezas la quimio y necesitas estar en la mejor condición.

—Estoy comiendo palitos de zanahorias en lugar de palomitas— señaló Sasuke con algo de sarcasmo.

—Sí...— murmuró divertido y tras un "buenas noches", se metió en su cuarto, cerrando la puerta y arrojándose de espaldas al colchón. Levantó su mano y miró la palma con el ceño fruncido —¿A qué mierda estoy jugando?— raspó entre dientes, molesto consigo mismo y cubriendo su rostro después con el antebrazo.

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Unos golpes en la puerta lo hicieron protestar y esconder su cabeza en la almohada, pero tras esto, una pequeña sacudida en su hombro al fin logró que abriera los ojos. Con un gruñido se volteó y encontró a Sasuke, haciendo que se sentara con rapidez, algo preocupado.

—¿Qué pasó? ¿Te sientes mal?— preguntó en tropel mientras frotaba sus ojos, y él negó con la cabeza, logrando que saliera de su estado de alarma —¿Qué hora es?

—Las díez— respondió él.

—¡¿Tan tarde?!— inquirió sorprendido y buscando su celular en la mesita para confirmar —Demonios, dormí como un tronco.

—Perdón por despertarte, pero hay una mujer afuera. Insistió en verte y la pasé para la sala de estar— dijo serio.

—¿Una mujer?— preguntó Naruto y sin preocuparse mucho por su aspecto, salió del cuarto, seguido de Sasuke. Al ver a la señora pelirroja sentada en el sofá, haciéndole conversación a Sarada, sonrió alegre —¿Qué haces aquí, vieja, no estaban de viaje?

—¡No me digas vieja! ¡¿Para eso te parí?!— protestó la señora, pero Naruto no le hizo caso y la abrazo, bajo la mirada atónita del pelinegro.

—Sasuke, ella es Kushina, mi madre— presentó.

—Es un placer. Disculpe por no haberme presentado antes— dijo él, bastante apenado.

—Ay, no te preocupes— ella le quitó importancia con gesto de su mano, mostrando unas uñas perfectamente pintadas y un par de anillos de oro —Tu niña es hermosa, tan educada— halagó con un puchero cariñoso y luego miró a su hijo —Tu padre no vino, solo regresé a Tokio para darle una vuelta a la casa, ya que mi hijo tiene tanto trabajo...— añadió lo último rodando los ojos.

—Sí, lo tengo— respondió él —Han sido días complicados.

—Me imagino— añadió Kushina con una mano en su mejilla —Las nuevas parejas nunca tienen tiempo para otras personas.

—Espera ma...— balbuceó Naruto.

—Le diré a tu padre que venga para que conozca a tu novio. Es la primera vez que nos presentas a alguien desde que nos dijiste que eras gay.

Siempre era así, ¿por qué su madre no podía parar de hablar? ¿Por qué no leía señales o la expresión asustada que estaba en su rostro? No, lo soltó todo como un vendaval delante de Sasuke, quien abrió muy grandes sus ojos oscuros y lo miró.

—Él no es mi pareja— siseó, apretando el puente de su nariz —Ven conmigo— bramó, tomando su mano y arrastrándola hacia la salida de la casa.

—¡Un gusto!— exclamó mientras era tirada por su hijo —Adiós Sarada...

—¡Adiós!— exclamó la pequeña y miró entonces a su padre —Papá, ¿por qué la señora dijo que Naruto y tú eran novios? ¿Tiene que ver con lo que me explicaste antes, de que dos chicos podían enamorarse también?

—Eh... Sí, pero, no es el caso. La madre del doctor solo se confundió— respondió, agradeciendo que su hija no podía ver sus mejillas rojas.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Where stories live. Discover now