I-11

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Conocía solo una forma segura de salir: a través del patio de la arena de entrenamiento del primer piso.

Se obligó a caminar con calma como si tuviera una misión, como si fuese un sirviente enviado a hacer un recado para su amo. Su cabeza estaba llena de gargantas degolladas, de la lucha pasada y de cuchillos. Reprimió todo aquello y en su lugar se concentró solo en caminar a través del palacio. En principio, el corredor estaba vacío.

Pasar delante de su propia habitación fue extraño. Desde el primer momento le había sorprendido el haber sido trasladado allí, tan cerca de la recámara de TaeHyung, dentro de sus propios apartamentos. La puerta seguía ligeramente entreabierta, como la habían dejado los tres soldados que ahora yacían muertos. Le pareció... vacío e incorrecto. Como obedeciendo a algún instinto, tal vez al impulso de ocultar los rastros de su propia fuga, Kook se detuvo para cerrarla. Cuando se volvió, alguien estaba observándolo.

Jin Young estaba de pie en medio del pasillo, interrumpido en seco en su camino hacia la habitación de TaeHyung.

En alguna parte de su cerebro, la urgencia por echarse a reír surgió al mismo tiempo que un tenso y ridículo pánico se adueñaba de él. Si Jin Young lo alcanzaba, si daba el grito de alarma...

Kook se había preparado para combatir con hombres, no con pequeños muchachos que cubrían su camisa de dormir con sedosas y espumosas túnicas.

—¿Qué estás haciendo aquí? —demandó Kook, viendo que uno de ellos iba a preguntarlo.

—Estaba durmiendo. Alguien vino y nos despertó. Le dijeron al Regente que se había producido un ataque —dijo Jin Young.

Nos, pensó Kook, asqueado.

El muchacho dio un paso adelante. El estómago de Kook se contrajo, se movió en el pasillo, bloqueando el camino de Jin Young. Se sintió absurdo. Dijo: —Ordenó a todos que salieran de sus apartamentos. Yo no intentaría verlo.

—¿Por qué no? —dijo Jin Young mientras observaba más allá de Kook, hacia la habitación de TaeHyung—. ¿Qué pasó? ¿Está todo bien?

Kook pensó en el argumento más disuasorio que pudiera haber.

—Está de mal humor —concluyó en pocas palabras. Por lo menos, era exacto.

—Oh —dijo Jin Young. Y a continuación—. No me importa. Solo quería... — Pero luego se sumió en un silencio extraño, mientras simplemente miraba a Kook, sin tratar de pasar más allá. ¿Qué estaba haciendo allí? Cada segundo que pasaba con Jin Young era un segundo en el que TaeHyung podía salir de sus habitaciones, o que el guardia podía volver.

Sintió el tic tac de su vida correr.

Jin Young alzó la barbilla y anunció: —No me importa. Voy a volver a la cama —excepto que aún estaba allí, de pie, con todos sus rizos castaños y sus ojos azules; y la luz de las esporádicas antorchas se derramaba sobre cada ángulo perfecto de su rostro.

—¿Y bien? Vamos —apremió Kook.

Más silencio. Obviamente, había algo en la mente de Jin Young y no se iría hasta que lo dijera.

Finalmente: —No le digas que vine.

—No lo haré —dijo Kook, con total sinceridad. Una vez fuera del palacio, no tenía intención de volver a ver a TaeHyung nunca más.

Otra vez silencio. La tersa frente de Jin Young se arrugó. Finalmente, se dio la vuelta y desapareció por el pasillo.

Entonces–

—Tú —llegó la orden. —Detente.

Se detuvo. TaeHyung había ordenado que sus apartamentos se quedaran vacíos, pero Kook ya había alcanzado el perímetro y se enfrentaba a la Guardia del Regente.

Cautivo "KookV"Where stories live. Discover now