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Kook había sobrevivido a las convocatorias de TaeHyung antes. No tenía ninguna razón para la tensión que se instaló en sus hombros y la ansiedad en su estómago, enroscada y caliente.

Su viaje se hizo en total privacidad, dando la falsa apariencia de una cita secreta. Excepto que, sea lo que sea que pareciera y a pesar de lo que le hubieran informado, se sentía como un error. Si pensaba demasiado en ello, la inquietud lo invadía: TaeHyung no era de la clase que pasaba de contrabando hombres a sus habitaciones para gratificaciones de medianoche.

No era de lo que trataba todo esto.

No tenía sentido, pero con TaeHyung era imposible adivinar. Los ojos de Kook recorrieron el pasillo y encontró otra incongruencia. ¿Dónde estaban los guardias que habían estado apostados a lo largo de esos pasillos la última vez que los había recorrido? ¿Se retiraban por la noche? ¿O habían sido retirados por alguna razón?

—¿Utilizó esas palabras... su cama? ¿Qué más dijo? —preguntó Kook y no recibió respuesta.

El cuchillo en su espalda lo pinchaba hacia adelante. No había otra cosa que hacer más que avanzar por el pasillo. Con cada paso que daba, la tensión apretaba, la inquietud aumentaba. Las ventanas enrejadas a lo largo del pasaje lanzaban cuadrados de luz de luna que ascendían por los rostros de su escolta. No había ningún otro sonido salvo el de sus pasos.

Había una fina línea de luz bajo la puerta de la habitación de TaeHyung.

Solo había un guardia en la puerta; un hombre de cabello oscuro llevando la librea del Príncipe y en la cadera, una espada. Asintió con la cabeza a sus dos compañeros y dijo brevemente:

—Él está adentro.

Se detuvieron ante la puerta el tiempo suficiente para abrir las correas y liberar completamente a Kook. La cadena cayó formando una espiral pesada y simplemente se dejó abandonada en el suelo. Quizás fue en ese momento en el que lo supo.

Empujaron las puertas para abrirlas.

TaeHyung estaba en el sofá reclinable, con los pies metidos debajo de él en una postura relajada, juvenil. Un libro con páginas ornamentadas estaba abierto delante de él. Una copa descansaba en la pequeña mesa junto a su figura. En algún momento de la noche, un sirviente debió haber soportado la media hora necesaria para desatar sus austeros vestidos puesto que TaeHyung solo llevaba pantalones y una camisa blanca de un material tan fino que no requería bordado para declamar su coste. La habitación estaba iluminada por la lámpara. El cuerpo de TaeHyung se traslucía en una serie de elegantes líneas bajo los suaves pliegues de la camisa. Los ojos de Kook se alzaron hacia la pálida columna de su garganta, y más allá, al cabello de oro que se distribuía alrededor del lóbulo de una oreja sin joyas. Parecía una figura damasquinada, como de metal repujado. Estaba leyendo.

Levantó la vista cuando las puertas se abrieron.

Y parpadeó, como si enfocar sus ojos azules fuera difícil. Kook miró de nuevo la copa y recordó que ya había visto una vez a v con sus sentidos nublados por el alcohol.

Podría haberse aferrado a la ilusión de que aquella convocatoria fuera real durante unos segundos más, después de todo, un TaeHyung borracho era, sin duda, capaz de todo tipo de locas demandas e impredecibles comportamientos. Excepto que fue manifiestamente claro, desde el primer momento en que alzó la mirada, que no esperaba compañía. Y que no reconocía a los guardias tampoco.

TaeHyung cerró con cuidado el libro.

Y se puso en pie.

—¿No podías dormir? —preguntó.

Mientras hablaba, se movió y se detuvo ante el arco abierto del pórtico. Kook no estaba seguro de que una caída directa desde la segunda planta hasta los jardines sin iluminar pudiera ser considerada como una vía de escape. Sin embargo, teniendo en cuenta el desnivel de tres escalones para subir a la altura donde él se encontraba, y la pequeña mesa finamente tallada entre otros objetos decorativos que proporcionaban toda una serie de obstáculos, esa era, tácticamente, la mejor posición de la habitación.

Cautivo "KookV"Where stories live. Discover now