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— ¡Ay! —exclamó Kook, con los dientes apretados.

—No te muevas —replicó el médico.

—Eres un torpe y diminuto patán —dijo Kook, en su propio idioma.

—Y quédate quieto. Este es un ungüento medicinal —explicó el especialista.

A Kook no le gustaban los médicos de palacio. Durante las últimas semanas de la enfermedad de su padre, el cuarto del enfermo había estado atestado de ellos. Habían gritado, murmurado pronunciamientos, arrojado huesos adivinatorios al aire, y administrado varios remedios, pero su padre solo había enfermado más. Sentía algo muy distinto respecto a los cirujanos de campo, individuos pragmáticos que habían trabajado incansablemente para el ejército en campaña. El cirujano que le había atendido en Marlas había suturado su hombro con un mínimo de esfuerzo, limitando sus objeciones a un ceño fruncido cuando Kook volvió a subirse a un caballo cinco minutos después.

Los médicos verecianos no eran de esa especie. Por el contrario, eran de «advertencias de no moverse», de múltiples prescripciones y de cambiar gasas continuamente. Este médico llevaba una bata que le llegaba hasta el suelo, y un sombrero con forma de una barra de pan. El ungüento no estaba ofreciendo absolutamente ningún alivio a su espalda, que Kook pudiera percibir, aunque Kook no era algo que le hubiera ocurrido alguna vez, pero era un día de "primeras veces", y no quería correr riesgos.

—No dejen que se muera todavía —Fue lo último que TaeHyung había dicho.

La palabra del príncipe era ley. Y así, por el módico precio de la piel de su espalda, obtuvo una serie de concesiones en su encarcelamiento, incluida la dudosa gratificación de los picotazos regulares del médico.

Una cama sustituyó a los cojines en el suelo, para que pudiera descansar cómodamente sobre su estómago (con el fin de proteger su espalda). También se le dieron mantas y varias envolturas de seda de colores, aunque solamente podía usarlas para cubrir la mitad inferior de su cuerpo (con el fin de proteger su espalda). La cadena no fue quitada, pero en lugar de engancharla a su cuello, la sujetaron a un brazalete de oro en su muñeca (con el fin de proteger su espalda). Tal preocupación por su espalda le parecía divertida.

Era bañado con frecuencia, su piel era suavemente limpiada con esponja y agua extraída de una tinaja. Posteriormente, los sirvientes disponían del líquido, que el primer día se había teñido de color rojo.

Increíblemente, el mayor cambio no se dio en el mobiliario y las rutinas, sino en la actitud de los sirvientes y los soldados que lo custodiaban. Kook hubiese esperado que reaccionaran como Jong-hyun, con rencor e indignación. En cambio, generó simpatía entre la servidumbre. Y aún más inesperadamente, entre los guardias suscitó camaradería. Si la victoria en la arena lo había catalogado como un igual en la lucha, el ser molido bajo el látigo del Príncipe, al parecer, lo convirtió en miembro de la fraternidad. Incluso el guardia más alto, BoGum, que había amenazado a Kook después de la pelea en la palestra, parecía un poco más blando con él. Después de inspeccionar la espalda de Kook, este había proclamado al Príncipe, no sin cierto orgullo, una perfecta "puta de hierro", mientras palmeaba alegremente su hombro, volviéndolo momentáneamente pálido.

A su vez, Kook tuvo cuidado de no hacer ninguna pregunta que provocara sospechas hacia su persona. En lugar de eso, se embarcó en un animoso intercambio cultural.

«¿Era cierto que en Akielos cegaban a los que veían el harén del Rey?, "No, no lo era". ¿Era cierto que las akielenses iban con el pecho desnudo en verano?, "Sí, lo era". ¿Y los combates de lucha libre, se libraban desnudos?, "Sí". ¿Y los esclavos, también estaban desnudos?, "Sí". Akielos podía tener un rey bastardo y una reina puta, pero sonaba como el paraíso para BoGum. Risas».

Cautivo "KookV"Where stories live. Discover now