TaeHyung sabía de qué se trataba aquello. Kook, que había observado el largo corredor vacío, oscuro, silencioso y sin guardias, lo sabía también. El guardián de la puerta había entrado tras ellos; allí estaban los tres hombres, todos armados.

—No creo que el Príncipe se encuentre de humor para asuntos amorosos —soltó Kook, imperturbable.

—Me toma un tiempo entrar en calor —dijo TaeHyung.

Y entonces estaba ocurriendo. Como si fuera una señal, el sonido de una espada siendo desenvainada a su izquierda.

Más tarde, él tuvo que preguntarse qué lo hizo reaccionar de esa manera. No sentía aprecio por TaeHyung. Si se hubiera tomado tiempo para pensar, seguramente él se habría dicho, con voz endurecida, que la política interna de Vere no era asunto suyo, y que cualquier acto de violencia que cayera sobre TaeHyung era totalmente merecido.

Tal vez era una extraña empatía, pues había vivido algo como aquello: la traición, la violencia en el lugar en el que creyó estar a salvo. Tal vez era la manera de revivir esos momentos, de reparar su fracaso, porque no había reaccionado tan rápido como debería en aquel entonces.

Debió de ser eso. Debió haber sido el eco de aquella noche, el caos y la emoción de lo que había encerrado en sí mismo con candado.

Los agresores dividieron su interés: dos de ellos se dirigieron hacia TaeHyung mientras que el tercero se mantuvo, cuchillo en mano, vigilando a Kook. Obviamente no esperaba ningún problema. Su control sobre el cuchillo era flojo y casual.

Después de días, semanas, en las que se pasó esperando una oportunidad, se sentía bien al fin tener una, y tomarla. Sentir el pesado, satisfactorio impacto de carne contra carne en el golpe que entumeció el brazo del otro y le hizo soltar el cuchillo.

El hombre llevaba librea y no armadura, un desacierto. Todo su cuerpo se curvó alrededor del puño con que Kook desbarató su abdomen, e hizo un sonido gutural que era mitad ahogo, mitad respuesta al dolor.

El segundo de los tres hombres, jurando, se volvió hacia él, probablemente decidiendo que un solo hombre sería suficiente para despachar al Príncipe y que su diligencia tendría un mejor uso si la aplicaba para someter al inesperadamente problemático bárbaro.

Desafortunadamente para él, pensó que bastaba con tener una espada. Arremetió velozmente, en lugar de acercarse con cautela. Su espada de doble filo, con gran empuñadura, podía clavarse en el costado de un hombre y continuar su camino hasta cortarlo por la mitad, pero Kook ya estaba en guardia y forcejeando a distancia.

Hubo un estrépito en el lado opuesto de la habitación, pero Kook solo fue vagamente consciente de ello, toda su atención estaba en intentar inmovilizar al segundo de sus asaltantes; no tenía pensamientos para malgastar en el tercer soldado y TaeHyung.

Uno de sus compañeros jadeó: —Es la perra del Príncipe. Mátalo —esa fue toda la advertencia que Kook necesitó para avanzar. Arremetió con todo su peso contra el espadachín, invirtiendo sus posiciones.

Y eso significó que el filo alcanzó el esternón no blindado del espadachín.

El hombre del cuchillo se había alzado y recuperado su arma; era ágil, con una cicatriz que descendía por su mejilla bajo la barba, un superviviente. No era alguien que Kook quisiera a su alrededor con un cuchillo. Kook no dejó que sacara la hoja de su espantosa vaina, sino que empujó hacia adelante, de modo que el hombre se tambaleara retrocediendo y soltara su agarre. Luego, simplemente alzó su cuerpo tomándolo de la cadera y el hombro, y lo lanzó contra el muro.

Esto fue suficiente para dejarlo aturdido, sus facciones se aflojaron, incapaz de reunir alguna resistencia instintiva cuando Kook lo retuvo, aferrándolo.

Cautivo "KookV"Where stories live. Discover now