—Tienes razón. Puedo. Déjennos —ordenó TaeHyung. Estaba mirando a Kook mientras lo decía, pero fueron Jong-hyun y los guardias los que se inclinaron y se retiraron. —Muy bien. Vamos a jugar a esto. ¿Estás preocupado por el bienestar de los otros esclavos? ¿Por qué entregarme ese tipo de ventaja?

— ¿Ventaja? —dijo Kook.

—Cuando a alguien no le simpatizas, no es una buena idea darle a conocer que te preocupas por algo —aclaró TaeHyung.

Se sintió palidecer cuando asimiló la amenaza.

— ¿El que yo matara a alguien que te importa acaso no te heriría más que una paliza mía? —continuó.

Kook permaneció en silencio. ¿Por qué nos odia tanto? casi soltó, pero conocía la respuesta a esa pregunta.

—No creo que necesite la ayuda de más hombres —dijo TaeHyung—. Pienso que todo lo que tengo que hacer es decirte que te arrodilles y lo harás. Sin que yo mueva un dedo para ayudar a nadie.

—Tienes razón —aceptó Kook.

— ¿Así que puedo terminar esto en cualquier momento que quiera? Ni siquiera he comenzado.

Órdenes del príncipe, le anunciaron a Kook al día siguiente cuando se le desnudó y volvió a vestir; y cuando preguntó para qué eran esos preparativos, se le informó de que esa noche iba a servir al Príncipe en la mesa principal.

Jong-hyun, claramente desaprobando el hecho de que a Kook se le considerara compañía refinada, pronunció una estrafalaria reprobación mientras caminaba de uno a otro lado de la cámara. Pocas mascotas eran invitadas a servir a sus amos en la mesa principal. Para ofrecerle esa oportunidad, el Príncipe debía ver algo en Kook que superaba la comprensión de Jong-hyun. No tenía sentido instruir a alguien como el akielense en los rudimentos de la etiqueta, pero debía tratar de mantenerse en silencio, obedecer al Príncipe y abstenerse de atacar o molestar a nadie.

Según la experiencia de Kook, ser sacado de su habitación a petición de TaeHyung no terminaba bien. Sus tres excursiones habían sido al anfiteatro, a los jardines y a los baños, con una visita complementaria al poste de flagelación.

Su espalda a estas alturas ya estaba casi totalmente curada, pero la siguiente vez que TaeHyung lo golpeara, no sería directamente a él.

Kook tenía muy poco poder de maniobra, pero había una grieta que dividía por la mitad a aquella Corte. Si TaeHyung no quería ayudarlo, debería dirigir su atención a la facción del Regente.

Por hábito, observó la seguridad fuera de su habitación. Estaban en el segundo piso del palacio, y el pasillo que recorrían tenía una serie de ventanas cubiertas por rejas que daban a un precipicio poco atractivo. También rebasaron a varios hombres armados, todos con el uniforme de la Guardia del Príncipe. Allí estaban los soldados que no había en las residencias de las mascotas. Un sorprendente número de hombres: no podía ser que todos estuvieran aquí por su culpa. ¿TaeHyung mantenía este tipo de seguridad a su alrededor todo el tiempo?

Atravesaron un par de puertas de bronce ornamentadas y Kook descubrió que lo habían llevado a los propios aposentos del Heredero.

Los ojos de Kook recorrieron el interior con sorna. Esas habitaciones eran todo lo que habría esperado de un "principito" excesivamente mimado, extravagante, más allá de la razón. La decoración lo invadía todo. Las baldosas decoradas, los muros con intrincados relieves. La vista era encantadora; esta sala del segundo piso tenía una galería de arcos de medio punto suspendidos encima de jardines. Se podían ver a través de una arcada de la alcoba. La cama estaba envuelta en cortinas suntuosas, un refugio de ornamentación lujosa y madera tallada. Las únicas cosas que faltaban eran un rastro de arrugada y perfumada ropa esparcida por el suelo, y una mascota yaciendo sobre una de las superficies cubiertas de seda.

Cautivo "KookV"Where stories live. Discover now