La fiesta (segunda parte)

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Krisia

La miré confundida.

No éramos amigas pero que yo recordara jamás le había hecho daño, no sabía el por qué de los insultos.

Jeancarlo la fulminó con la mirada, movió con rapidez su silla y se interpuso entre nosotras.

―Tienes razón prima, ahora mismo hablo con ellos y te aseguro que será otra la que salga de aquí.

Ella lo miró furiosa con sus ojos fuera de órbita y lo apuntó con el dedo índice, de forma desafiante.

―¡No te atreverías!―lo retó.

―¡Ponme a prueba!―respondió amenazante Jean.

Ella hizo una rabieta con furia y se alejó dando empujones a los que estaban a su paso.

El resopló afligido al verla marcharse y después se volteó para verme.

―Perdona todo esto Krisia, se lo advertí a mi madre pero creo que no llegó a oídos de Alexandra.

―¿Qué le ocurre conmigo?―pregunté desconsertada.

―No lo sé.―respondió decaído.
Asentí de manera ausente y él de nuevo ocupó su lugar en la mesa.

Minutos más tarde sirvieron el almuerzo y nos dispusimos a comer.

De reojo, pude ver que Alexandra me miraba con desdén y después se giraba para seguir al teléfono.

A media comida, nuevamente se aproximó a nuestra mesa de manera altanera para continuar con sus ofensas.

―Hey, Krisia ¿Dónde dejaste a Fernando? ¿No vino contigo?

Solté el tenedor que tenía en la mano y me paré de la silla para gritarle sus verdades pero Marcos me tomó del brazo y con un movimiento señaló a Jean que ya estaba frente a ella.

―¿Y tú Alexandra? ¿Dónde dejaste al tuyo? Es cierto, me olvidaba que él prefiere salir de parranda con sus amigos que estar contigo.

La chica tomó una copa de la mesa con la intención de vaciarla encima de Jean, pero Marcos fué más ágil y la detuvo antes de que lo hiciera.

Varias personas nos miraban atónitos y mascullaban entre ellos.

Los padres de Jean, al ver la discusión que estaba a punto de comenzar, intervinieron para tranquilizar a ambos.

Los padres de Alexandra la tomaron por los hombros y se la llevaron a su mesa.

El padre de Jean lo llevó a las afueras de la carpa para tener una platica mientras la señora calmaba a los demás invitados.

Marcos y yo, permanecimos sentados y en silencio esperando a que Jean regresara.

Bajé los ojos a mi plato y suspiré frustrada.

¡Esto era un desastre!

Maldecia una y mil veces el haber venido.

―Cariño ¿estás bien?―alcé los ojos para encontrarme con la mirada preocupada de la madre de Jean que esperaba mi respuesta.

―Si―respondí con sinceridad para no darle más preocupaciones―Señora, perdón por arruinar su fiesta.

Ella bufó y sonrió.

―Descuida, estoy muy agradecida contigo por ser amiga de mi hijo. Es la primera vez que lo veo de buen humor desde que... bueno tu sabes, el accidente.

Fruncí el ceño y negué para sacarla de su error.

―No sé nada sobre el accidente señora. Aún no tengo el valor de preguntarle.

A destiempo...Where stories live. Discover now