La fiesta (primera parte)

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Krisia.


Sentía que acababa de cerrar los ojos, cuando la tenue luz de la mañana irrumpió por la ventana anunciando el comienzo de un nuevo día.

Rodé sobre mi cuerpo y puse la almohada sobre mi nuca para tratar de conciliar el sueño de nuevo.

Últimamente los recuerdos de la cena con Jeancarlo, no dejaban de perseguirme.

Aún no le había comentado a Merarí que estaba al tanto de su platica con Jean. Ella pensaba que seguía en la ignorancia acerca de los sentimientos que él conservaba por mi, y para mí fué mejor dejarla con ese error.

No tenía ganas de discutir con Mer a causa del torbellino de emociones que ahora me dominaba.

La parte mezquina que habita dentro de mí, me hizo aceptar la invitación para ir a casa de sus padres, sin embargo, la parte sensata (que era un poco mayor y más ruidosa) me hacía darme de topes por continuar con todo esto.

A lo mejor yo era la estaba confundiendo la situación.
Yo no era para nada lo que él había descrito, es más podría decirse que incluso me consideraba egoísta.

No voy a negar que me hizo muy dichosa escuchar que él tenía sentimientos por mí, pero también pienso, que Jean podría estar ofuscado por nuestra nueva amistad.

Me senté de golpe en la cama y comenzé a peinar la maraña de cabello que tenía.

Como de costumbre encendí mi celular y abrí mi WhatsApp para checar los mensajes de buenos días que Fernando acababa de enviarme.
Le respondí inmediatamente y su respuesta fué una foto de él con Cinthia, desayunando en la casa de mis suegros.

Sonreí para mis adentros al ver a los dos, tan de buenas, un sábado por la mañana.
Solté un suspiró de añoranza cuando me despedí de él, nuestra relación no era la mejor pero los echaba mucho de menos.

Me levante de la cama y de pura maldad sacudí a Merarí para que se despertara.

Ella se enojó y me lanzó la almohada más cercana que encontró.

Me burlé de ella y corrí hacia la ducha.

Cuando terminé de vestirme y dejar por la paz mi horrible cabello, bajé al comedor a desayunar.

Los gemelos se encontraban aún con sus pijamas, tirados en la alfombra de la sala viendo "Toy story" y al escucharme llegar, se levantaron para correr a besarme.

Me dirigí a la cocina y comenzé a revisar la despensa hasta encontar todo lo necesario para preparar el desayuno.

Una soñolienta Merarí bajó cuando estábamos por terminar y se sirvió un poco de jugo para despertarse como dios manda.

―¿Estás lista para mañana?―preguntó Merarí suspicaz―Si quieres, puedo acompañarte de compras.

Tomó otro sorbo de su jugo y me observó con detenimiento, esperando mi reacción.

Yo comenzé a reír y me paré para llevar mis trastes a la cocina.

Regresé, tomé mi bolso y caminé a la puerta de la entrada.

Me volteé y le respondí:

―No estoy segura de ir.
Ella se levantó sorprendida y se acercó.

―¡¿Pero, por qué no?!―exigió saber, molesta.―¿Sabes cuantas veces me ha llamado Jeancarlo para pedirme tu confirmación? ¿cómo le explico un día antes, que no estas convencida?

Bajé los ojos avergonzada y sonreí débilmente.

―Merarí, yo no encajo para nada en su mundo―me excusé―hubieras visto el tipo de gente que había el día de la boda de Diego, no era para nada, nuestro ambiente.

A destiempo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora