Regalo inesperado.

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Krisia

―¡No, Fernando. Olvidalo!

― ¡Krisia, por favor!

Le puse los ojos en blanco y me giré para darle la espalda.
Él me robó la vuelta, quedando frente a mí. Me tomó por los hombros y sus ojos color miel me miraban con súplica.

Suspiré.

― Sabes que me choca ir todo un fin de semana a casa de tus padres, llamalos y diles que cancelas.

― Kris por dios, no te estoy pidiendo la gran cosa. Solamente serán dos días y te lo compensaré, te lo prometo.

Llevábamos casi toda la mañana discutiendo por lo mismo.

Fernando quería ir a casa de sus padres para ver su auto nuevo. Dios; hombres y su afición por los carros.

―Fer, no puedo. Aún no le devuelvo a la señora Durán, las horas que le pedí para poder acompañarte a la boda.

Fernando me miró derrotado y asintió.

―Está bien Kris. Le llamaré a mis papás para que sean ellos los que vengan.

Me detuve en seco, eso era golpe bajo y Fer lo sabía. No me gustaba en lo más mínimo cuando sus papás se quedaban con nosotros.
Siempre que ocurría, se dedicaban a criticar nuestro estilo de vida. Para nadie era un secreto que ellos me detestaban y que eran bien correspondidos.

Me mordí el labio mientras pensaba rápidamente, como evitar la llegada de mis benditos suegros.

―O por que no te vas tú y te llevas a Cin.―le dije, suavizando mi tono de voz―Apuesto a que la niña se muere por pasar unos días con sus abuelos.

Rogaba en silencio para que Fernando olvidara la idea de llamar a sus papás y tenerlos aquí dos días enteros.

Lo pensó por unos minutos y sonrió.

―Si, tienes razón. Arreglaré las cosas en la escuela para faltar el sábado y así regresar hasta el domingo en la noche.

Suspiré aliviada.

― Espero que tus padres no sufran una terrible decepción, al ver que no llego contigo.― le dije con sarcasmo.

―No creo que noten mucho tu ausencia―me respondió con el mismo tono de voz.

Le saqué la lengua y sonreí.

Fernando sabía tan bien como yo, del cariño escondido que me tenían sus papás y por lo mismo no me obligaba a convivir con ellos.

― Pero cuéntame mujer, ¿Cómo se puso la boda?¿qué tal los chicos?¿hubo dramas y pleitos familiares?― me interrogaba con curiosidad la señora Durán, la dueña del salón de belleza donde trabajo.

Sonreí, recordando el pleito del padre de la novia con uno de los amigos de Diego, por lanzarle un piropo a la madre de Alexandra.

―Estuvo todo muy bien. ― le respondí con una sonrisa― todo muy lujoso, ya sabe, tipo cuento de hadas. Y claro que hubo riñas familiares, no sería una boda si eso faltara.

Ella sonrió y siguió cortando el cabello de la señora Jiménez, una clienta del lugar.

― Y ¿Qué esperabas? si ambos son modelos. Tenía que ser una boda por lo más alto, ya que se lucirá en las portadas de revistas y los periódicos.

Eso era verdad, en todo momento estaba la prensa fotografiando hasta el más mínimo detalle.

―Tiene razón. De hecho, por eso la ceremonia y la fiesta fue en la hacienda, que por cierto también es un hotel, se los prestó un familiar de Alexandra.

A destiempo...Where stories live. Discover now