Calma

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- Ali necesito hablar contigo por lo que le sucedió a tu esposo.

La palabra sucedió y después a mi esposo definitivamente era esa palabra de problemas, que tenía sus sinónimos de tristeza. Sentía una intranquilidad mayor que la anterior.

Llame diez veces al teléfono de mi madre, no contestaba, lo único que tenia de respuesta era su mensaje de: En un momento llego a tu casa.

No quería en un momento, quería ya, necesitaba la respuesta y en mi momento de debilidad confié en el padre que nos ama. Porque todo es parte de un propósito en la vida de cada persona, porque todo estará bien, porque es momento de creer en quien nos ama, de confiar en su palabra. De que él es quien nos ama.

Mi madre llegó con una seriedad que la poca tranquilidad que tenia se quería desbordar.

- ¿Qué le sucedió?

Lo pregunte sin querer saber la respuesta. En mis pensamientos oraba por su vida.

- Mi amor necesitas ir conmigo a casa.

- ¿Por qué a casa?

Mi cuerpo temblaba.

- No pasa anda malo cariño.

Tome agua helada y sin sentir mi cuerpo subí al automóvil, no sentía ni si quiera la alfombra y eso que estaba descalza.

Camino a casa de mi madre, escuchaba las adoraciones que tenía en la radio, sentía un hermoso abrazo entre tanto caos. Sentía los brazos de mi padre cubrirme con amor y tranquilidad. Mi padre, el mejor, Dios.

Trataba de calmar la respiración. Pero qué puede hacer uno ante una situación como tal.

Y nuevamente recordé el poder de la oración. Orando estuve hasta que sentí el automóvil de mi madre estacionarse, entonces abrí mis ojos y vi el automóvil de André con algunos golpes.

- No entiendo, dime ¿Qué pasa?

Me bajé rápidamente del automóvil de mi madre y comencé a observarlo con miedo.

- André está en la que era tu habitación.

Cuando escuché cada una de esas palabras corrí, deseando abrazarlo.

Me detuve justo antes de entrar a la habitación, escuché a la distancia la voz de Neyra, Dan y la de mi madre.

- ¿Todo bien? – Preguntó Dan.

- Es un milagro que él se encuentre bien, en la mañana el pedía en el consultorio que lo trajera aquí, no quería ver preocupada a mi hija. – Respondió mi madre.

Quería vomitar, pero quería verlo, necesitaba escuchar su voz. Necesitaba escuchar esas palabras desde sus labios.

Abrí la puerta de la habitación, la abrí con lentitud y él estaba sentado, con un collarín y golpes en su rostro.

Gracias Dios. Porque guardaste su vida con bien en todo momento. Porque tienes un gran propósito para él.

- Amor me tenías muy preocupada.

Lo abrace, el sentirlo a mi lado, fue hermoso.

- Ali en toda la noche que pasé en el consultorio médico del pueblo estuve pensando en ti, en lo agradecido que estoy por tenerte.

Besó mi mejilla.

- No tienes ni una idea de cuánto te extrañe yo. – Conteste molesta.

- No tienes tú una mínima idea de lo mucho que te amo. – Sonrió.

¿Eres tú? / Romance cristianoWhere stories live. Discover now