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No sabe cuánto tiempo estuvo en esa posición, abrazando su cuerpo y empapando su hombro con el salado de sus lágrimas.

No quería alejarse de él, no tenía las fuerzas para deshacerse de su cuerpo ni para aceptar que había llegado a esto. Probablemente decida quedarse con él hasta que sus dos cuerpos se fusionen con el pasar del tiempo, hasta que sea imposible separarlos.

Su celular sonó pero lo ignoró, no le importaba nada ni quería saber nada del mundo exterior, solo quería estar con él sin ser molestado y hundirse en lo profundo del mar pacífico.

Paimon vino maullando y se frotó con el cuerpo atrapado en el frío del rubio.

Se dice que los gatos son seres intuitivos y inteligentes, que son capaces de persuadir la tristeza profunda y el dolor por el que pasan sus dueños; se dice que son animales afectivos y que son capaces de llevarse toda emoción negativa.

Tal vez este caso era la excepción.

Su celular volvió a insistir, y como antes, volvió a pasar de él. No tenía ganas de hablar con nadie.

Segundos, minutos, horas... perdió la noción del tiempo junto al apetito. Tenía un hueco en el corazón y un vacío que no lo dejaba sentir nada. Sus ojos eran de un avellana opaco, no tenía aquel brillo que lo representaba tanto y solo miraba un punto fijo sin ninguna expresión en su rostro.

Se quedó dormido de nuevo con su cabeza junto a la de él y su brazo rodeándolo. Dejó de sentir la movilidad en su cuerpo desde hace rato, pero eso no podía importarle menos.

Se refugió en la calidez de un sueño agradable, se sentía tan vivido y tan real que no quería despertar.

Podía sentir la calidez de su mano acariciando su melena dorada como siempre hace, su mano que antes era áspera, ahora se siente tan suave y tan gentil, tan real.

Tan vivido que no parecía ser un sueño.

Empezó a despertar por el dolor en su cuerpo y su nariz se arrugó con molestia por el calambre que agarró toda su figura.

Subió su mirada lentamente y sus ojos se abrieron con pesadez. Su corazón se detuvo por un momento y sus ojos se abrieron de par en par al mirar ese ámbar que creyó jamás poder volver a adorar.

Se irguió y lo miró, sintiendo sus ojos acuosos y su corazón palpitar con locura al verlo otra vez, acostado de lado en ese sofá con su mirada rasgada fijamente en la suya.

—Perdón si- —no terminó cuando sintió los brazos del rubio abrazando y lanzándose a él, largando a llorar todo lo que se había reprimido—. Tranquilo —palmeó su espalda intentando calmarlo.

—¡Me asustaste, idiota! —él lloró y lo abrazó más fuerte, aferrándose con todas sus fuerzas intentando convencerse de que no estaba soñando.

—Lo siento —planeó continuar hablando pero el rubio lo interrumpió con un vigoroso beso, un beso fuerte y desesperado por no querer despertar de lo que creía era un sueño.

Lo besó y con sus manos en sus hombros, lo empujó sobre el sofá y quedar arriba de él, sin romper la distancia de sus labios por nada del mundo.

—Aether —él arrastró las palabras en medio del beso y trató de alejarse para explicarse pero fue imposible.

El híbrido se rindió y correspondió, posando su mano en la mejilla contraria y atrapando su pequeño cuerpo con la otra.

Cuando se sintió más calmado y sus lágrimas pararon —apenas—, Aether se separó y subió la manga de su camisa para detener el recorrido de sus lágrimas que parecía no tener fin.

𝙴𝚇𝙿𝙴𝚁𝙸𝙼𝙴𝙽𝚃𝙾 #𝟺𝟶𝟶𝟷 || 𝒳𝒾𝒶𝑜𝒜𝑒𝓉𝒽𝑒𝓇Where stories live. Discover now