#001

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El experimento Garuda #4001 salió en periódicos y revistas. Muchos turistas pagan sumas incontables de dinero solo para verlo pero eso no era negociable, verlo es un pase directo a tu muerte.

El experimento Nro. #4001 es totalmente incontrolable y una bestia asesina capaz de matar a una orda de hombres en menos de diez segundos. Dios los ilumine en encontrar alguien que sea capaz de dominar a esta bestia salvaje.

Llegó a la organización que lo mantenía preso, un científico joven de cabellera rubia y sujetado en una hermosa trenza larga que llegaba por su espalda baja. Que su aspecto joven de veinteañero y chico amable no te engañe, se graduó de la universidad a los diecinueve años con un título de científico completo y él mismo se ofreció en hacerse cargo del proyecto Garuda Nro. #4001.

Era su primer día en esa organización que había capturado al último ser de su especie. Una especie de criaturas inhumanas extraña que era utilizada en épocas pasadas de esclavitud. Eran usados generalmente para mandar a matar y no mancharse las manos del asqueroso carmín de su sangre.

El joven científico entró a ese cuarto de paredes blancas y sin ventanas, con las paredes cubiertas de algo esponjoso y suave. Parecía un manicomio, y ese espeluznante lugar hizo que la piel del científico se erizara.

El joven divisó a un chico sentado en su cama contra la pared, con cadenas en sus manos y pies. Era tratado como un prisionero y un monstruo, tanto que con el tiempo, se convirtió en uno.

El chico era completamente pálido, probablemente por no ver la luz del sol en meses. Su cabello oscuro caía por su frente, tapando sus ojos que lo miraban con desprecio y odio; era otro científico más que se arriesgaba a morir.

El rubio de ojos avellana lo miraba con curiosidad, portando una tablet en sus manos donde anotaba todos los detalles virtualmente. Sentía una inmensa curiosidad ante ese ser mítico de inmensas alas con plumas verdes y otras negras, combinando a la perfección con el color de su cabello oscurezco.

Sentía la mirada asesina de ese ser sobre él pero el que esté encadenado a la pared, le daba la seguridad de pararse frente a él sabiendo que no logrará hacerle nada.

—Voy a destrozarte —fulminó con la mirada al rubio frente a él, imaginando miles de formas de matarlo y hacerlo sufrir. El sufrimiento que le daría era un regalo comparado a lo que él vivió décadas atrás.

—Inténtalo —desafió el rubio; mala idea.

Al de inmensas alas le repugnó el tono tan tranquilo y confiado con el que le habló. Lo miró con odio, queriendo arrancarse las cadenas y ahorcar ese pequeño cuello con ellas hasta que su cara se ponga morada y empiece a carecer de oxígeno.

El rubio parecía estar bastante tranquilo pese a estar frente a alguien que no le temblaría el pulso al matar a alguien. Estaba anotando en su tableta cosas que le resultaron interesantes a primera vista del chico, ignorando la mirada asesina de este.

El rubio tenía la mirada puesta en esa pantalla, ignorando los movimientos del chico frente a él y el sonido metálico de las cadenas ser golpeadas entre sí, intentando forcejear de mil maneras, pero como las otras veces, falló.

El científico bajó su tableta y la sostuvo con sus ambas manos sobre su pelvis; miró al chico. La sonrisa que el veinteañero le brindaba le dio asco, quería borrar esa sonrisa de un buen golpe para que no vuelva a sonreír de esa forma burlesca, aunque eso último solo formaba parte de la imaginación del pelinegro.

—No pareces estar de buen humor —qué observación más tonta. ¿Quién estaría de buen humor cuando te priven de tu libertad, encadenado como a un perro en esas gruesas paredes?

𝙴𝚇𝙿𝙴𝚁𝙸𝙼𝙴𝙽𝚃𝙾 #𝟺𝟶𝟶𝟷 || 𝒳𝒾𝒶𝑜𝒜𝑒𝓉𝒽𝑒𝓇Where stories live. Discover now