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Aether caminó ardido y a pisadas fuertes por los pasillos de la organización, pensando en la locura que ese chico había cometido.

Lo había besado sin su consentimiento, y eso lo enfureció. Se sentía más enojado consigo mismo por no haberlo apartado en el primer instante en que sus labios lo tocaron.

—Maldita sea —murmuró para sí mismo mordiendo con ansiedad la uña en su pulgar, viniéndole a la cabeza esa imagen una y otra vez. ¿Cómo era posible que se sientan así? Tan suaves y fogosos, con un sabor tan refrescante y agradable; se sintió extraño.

No puede creer que haya pensado que los labios de otro hombre no hayan estado tan mal.

Se estaba volviendo loco.

De un golpe abrió la puerta de la sala de seguridad llamando la atención de las tres personas dentro. El rubio ignoró esas miradas y se sentó en una silla giratoria al lado de uno de sus mejores amigos; Heizou.

El rubio estampó su rostro en esa mesa, llamando la atención del pelirrojo.

—¿Qué te pasa? —arrastró las palabras por la dona que inflaba sus mejillas.

—Nada —respondió, sin sonar creíble.

—Avísale a tu cara que no se enteró.

Aether resopló con irritación.

—¿Es por el beso que te dio el proyecto #4001? —lo miró de reojo.

El cuerpo del rubio se tensó. Se irguió en el asiento y lo miró con terror y sobresalto.

—¿Cómo lo sabes?

—Yo veo todo —bromeó viendo las pantallas de las cámaras de seguridad de todo el edificio.

Aether miró esas pantallas y delante tenía una que daba a su laboratorio. Subió la mirada y más arriba estaba el cuarto donde mantienen en cautiverio a Xiao; él estaba sentado en su cama apoyado contra la pared, con sus rodillas alzadas y golpeando frenéticamente su cabeza contra la esponjosa pared detrás de él.

—¿Escuchamos bien? —deslizó su silla con ruedas hasta ellos— ¿Alguien te besó? —Venti; uno de los más ansiosos por el chisme, sonrió emocionado como si esto lo involucrara.

Kazuha, el otro guardia de vigilancia los escuchó y repitió el mismo movimiento que Venti, acercándose con su silla al trío de amigos.

—¿A ti? ¿En serio? —preguntó incrédulo Kazuha mirando al rubio. Este último frunció el ceño molesto; hablaba como si nadie quisiera besarlo por más que sea el último ser en el planeta tierra.

—Sí, en serio —repitió el rubio con estrés, rodando sus ojos.

—¿Quién fue? —preguntó ansioso Venti.

Aether se encogió de hombros en su asiento y evitó la pregunta. Quería olvidar aquello, sin embargo, sus amigos no hacían más que recordárselo.

—El experimento #4001 —respondió Heizou en su lugar.

El rubio maldijo a lo bajo.

—¡¿Qué?! —exclamó Venti.

—¡Baja la voz! —le siguió Aether, ruborizándose.

—No es cierto... —aún parece incrédulo—. Te pusiste todo rojo —carcajeó Kazuha.

—No es verdad —frunció el entrecejo y se dió la vuelta, cruzando sus brazos.

—¿Y cómo es? ¿Besa bien? —interrogó el de trenzas levantando y subiendo las cejas, de forma pícara.

—No, por supuesto que no. Besa horrible —mintió—. Solo es un lunático que se cree que puede hacer lo que él quiere —frunció el ceño.

𝙴𝚇𝙿𝙴𝚁𝙸𝙼𝙴𝙽𝚃𝙾 #𝟺𝟶𝟶𝟷 || 𝒳𝒾𝒶𝑜𝒜𝑒𝓉𝒽𝑒𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora