A la mañana siguiente. El sonido de la alarma martilló la cabeza del rubio y con pesadez, buscó con su mano ese ruidoso aparato para apagarlo de un golpe.
Soltó un quejido por la horrible migraña que torturaba su cabeza y a duras penas se sentó en su lugar, mirando con desconcierto y con su trenza totalmente desaliñada, su habitación; no recuerda cuándo fue que llegó a su casa.
Entrecerró los ojos por la molesta luz del día golpeándole directamente la cara y se puso sus pantuflas, tratando de hacer memoria de lo que pasó ayer.
Apenas recuerda el haber bebido, haberse hundido en depresión después de la primera botella de alcohol. Gira su cabeza y a la punta de su cama está la dormilona de Paimon, como de costumbre, haciéndole compañía durante toda la noche.
Vuelve a checar la hora y suelta un quejido al levantarse para ir al baño. Su cabeza aún le da vueltas y sus pies no pueden caminar en linea recta.
Sabía que beber tanto le pasaría factura al día siguiente pero en ese momento no podía pensar más que en ahogarse los sentidos en aquella fuerte bebida alcohólica.
Finalmente, llega al baño y decide quitarse la ropa para bañarse en la fresca agua tibia de su tina. Siente el chorro de agua cayendo como cascada por su melena rubia y sus ojos se cierran, haciendo memoria de lo que pasó ayer.
Scaramouche lo acompañó a casa, y lo peor de todo, vomitó en sus zapatos.
Aether se encoge en su lugar y abraza sus piernas, sintiendo sus mejillas enrojecerse de la vergüenza. Se supone que era el ejemplo para el chico nuevo, ¿Cómo podrá mirarlo a la cara ahora?
Aguantó la respiración y se sumergió en el agua de la bañera, dejando que el agua se lleve todas sus preocupaciones para poder despejar su mente. Todavía le duele la cabeza y aún así, tiene que ir a trabajar. Por más que se esté desmoronando ahí mismo no puede faltar al menos que sea algo realmente grave.
Termina de bañarse y alistarse; ya estaba listo para ir al trabajo.
Antes de salir, dejó suficiente comida y agua para todo el día a su pequeña compañera gatuna en su pequeño plato rosa con un dibujo de una huellita blanca en ella. Sin nada más que hacer, sale de su casa.
Tal vez se compraría un analgésico por el camino.
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—Hey, ahí está —con una pequeña risa, señaló al rubio que venía entrando por la puerta del laboratorio.
—¿Cómo te encuentras después de lo de ayer? —preguntó Ganyu preocupada.
—Con migraña —hizo una mueca sentándose en su escritorio.
—Ayer te acabaste todo el alcohol —carcajeó Scaramouche desde su sitio de trabajo, divertido.
Aether lo mira y su rostro se pone rojo de la vergüenza; recordó aquella imagen tan vergonzosa y eso le hizo querer desaparecer de la faz de la tierra.
