Parte 3 | Tira el escudo, ni siquiera tengo espada.

15 3 0
                                    

Diana

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Diana

10:14 p.m.

El antro estaba a reventar, las intensas luces verdes y azules casi me dejan ciega desde que crucé la entrada, ni siquiera podía ver el camino hacia la mesa que nos habían indicado, pero la mano de Alex me guió hasta el grupo de personas que nos esperaba en el ruidoso lugar.

—¡Diana!— gritó Miguel a modo de saludo y se levantó a abrazarme, sentí a Alex apretar un poco mi mano, entonces Miguel lo miró con la misma emoción— ¡Y Alex Rogue! ¿Dónde habías estado, güey?

Solté a Alex porque ya no podía soportar el sudor de su mano, me bastó dar un par de pasos para encontrar a Vanessa, que estaba hablando con una niña muy bajita de ojos verdes, ambas me sonrieron, recibiéndome en la conversación. No pasaron ni cinco minutos cuando me perdí y mi mente empezó a deambular.

Me dediqué a observar a todos a mi alrededor, curiosa al ver su comportamiento, mis ojos se posaron en Alex por un momento, tenía tres botones de la camisa abiertos, las llaves del auto en una mano y un vaso de vidrio en la otra, el cabello le caía con gracia en la frente y sonreía al hablar con Miguel y otro niño. Cómo siempre se veía increíble, pero sabía lo mucho que odiaba a Miguel. Siempre me había preguntado cómo lo hacía, supongo que estaba "entrenado" para hacerlo, siendo hijo de un gran empresario y celebridad, tenía que saber lidiar con personas que odiara, tener paciencia y no gritar cuando alguien lo sacaba de sus casillas, pero no significaba que no le molestara, todo era una máscara.

Tal vez es por eso que nunca podía confiar completamente en él.

Notó que lo estaba mirando y se hizo paso entre todos para llegar hasta mí, cuando me alejó de las niñas y me besó, sonreí, porque pedirle que se alejara no era una opción.

—¿Quieres algo de tomar?— susurró en mi oído.

—No, en realidad...no voy a tomar nada hoy.

Frunció el ceño, claramente burlándose.

—¿No vas a tomar nada?— negué— ¿Tú?

—Sí, Alex, yo. De hecho, creo que no volveré a tomar nunca más.

Soltó una carcajada y lo empujé, aunque no quería hacerlo con tanta fuerza.

—¿Por qué me empujas?— preguntó, deteniéndose para mirarme indignado.

—Es en serio— le dije, ya no podía echarme para atrás— No sé qué te da risa. Te prometo que no tomaré nada hoy.

Negó con la cabeza, mirando cualquier cosa que no fuera yo.

—Promesas, promesas...— dijo lentamente y chasqueó la lengua, poniendo sus ojos de nuevo en los míos— ojalá algún día cumplas una de ellas.

Me tocó la cara con suavidad antes de alejarse otra vez al otro lado de la zona VIP. Me ardía el estómago, en parte porque lo único que había tenido tiempo de comer era un taco y en otra parte porque su comentario me quemó por dentro.

Alguna vez lo quise mucho, cuando lo vi por primera vez en la tele pensé que que era guapísimo, me lo presentaron a los doce, con su pelo dorado y brillante, perfectamente peinado hacia atrás, tenía puesto un traje negro que lo hacía ver más elegante de lo que ya era y una sonrisa tan bonita que me hipnotizó al momento. Éramos unos niños.

A veces quería volver a eso, a cuando lo quería y él me quería a mí, a esos días en los que las sonrisas no eran simplemente para la prensa o alguna revista llamándonos "la pareja del año", para este punto ya me había cansado de sonreír.

Pensé que eso no era posible.

Recordar me puso triste, un muy mal lugar para estar triste porque todos esperaban que bailara (cosa que no haría) o que tomara como una loca de la gran botella que estaban pasando (cosa que tampoco haría). Cuando el ya típico canto de ¡Shot! ¡Shot! ¡Shot! empezó a destruirme los tímpanos, me escapé con la excusa de ir al baño, fue algo deprimente terminar encerrada en un cubículo sólo para poder cumplir mi promesa y no dejar que Alex ganara esta vez.

Alguna vez lo quise mucho, sí, pero hace años que nuestra relación se había convertido en una competencia entre nosotros.

No me molestaba tanto.

Caos, destino y nosotros [COMPLETO]Where stories live. Discover now