Papá

10 4 0
                                    

Mateo

6:54 a.m.

—Nat, ya me voy— casi grité bajando las escaleras de dos en dos, casi me parto la cara en el penúltimo escalón— Hoy regreso temprano, te lo prometo, sé que hoy tienes doble turno, yo hago la cena, no te preocu-

—Mateo— escuché su voz en la cocina y cuando me giré hacia ella tenía una expresión de pánico en el rostro.

Me bastó dar un par de pasos más para descubrir por qué.

—Hola, hijo.

Casi me desmayo.

—Papá— dije y la palabra sonó rara viniendo de mí— ¿qué haces aquí?

Increíble como un día puede ir de 100 a 0 en segundos.

—Voy a ser muy sincero con ustedes— dijo juntando las manos, intenté mirar a Nat pero tenía la mirada perdida en el jardín, probablemente buscaba a mamá para que nos salvara de él como siempre lo hacía— Necesito dinero.

Cerré el puño con fuerza.

—¿Cuánto?— dije casi escupiendo la palabra.

Lo único que quería era que se fuera.

—No sé, nueve o diez.

Con él había aprendido a mantener la paciencia, a controlar todos mis impulsos de golpearlo cada vez que lo veía. Haciendo uso de todo mi valor me acerqué, el aliento a ron casi me quema los ojos.

—No tenemos nada, ya puedes irte.

—Estoy seguro de que pueden conseguir algo...— dijo, aún manteniendo su tono "amable".

—No hay dinero.

—Mateo— murmuró Nat.

—No tenemos nada para darte— espeté, aunque parecía tranquilo mi voz me delataba— Ni tú a nosotros, así que vete.

Los tres nos quedamos quietos, como si cualquier movimiento que hiciéramos fuera a romper un enorme cristal sobre nosotros.

La realidad es que ya se había roto, y llevábamos años caminando sobre los pedazos restantes.

Su mirada se posó en la mía por largos segundos, Nat empezó a llorar.

—Vete— murmuré con detenimiento.

—Somos familia— dijo de la misma manera— Siempre les he enseñado que eso es lo más importante.

—¡Tú no nos enseñaste nada!— explotó Natalia— Y no, no somos familia.

—¡Claro que-

—Tiene razón— lo interrumpí, ni siquiera sabía cómo me las había arreglado para no ponerme histérico— No somos familia, tu no eres nuestro papá. Nunca actuaste como tal.

Suavizó su mirada y la concentró en el suelo.

—Perdón, no debí venir— susurró, levantándose de la silla y empezando a caminar hacia la puerta— Sólo quiero que sepan que siempre quise hacerlo bien, lo intenté muchas veces, pero hay cosas que son más grandes que yo.

Y se fue. Los sollozos de mi hermana se volvieron ecos en la casa, luché por no romperme al sentir que cada uno se me encajaba en el pecho.

Caos, destino y nosotros [COMPLETO]Where stories live. Discover now