23. Sunny

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—¡Joff!— soltó Laenor en un jadeo, inclinándose sobre la cama para poner una mano sobre el esternón del bebé y otra sobre su frente.

Estaba cálido, su pecho subía y bajaba pacíficamente mientras el corazón le palpitaba con normalidad. No había ni un solo rastro de daño o dolor y el moreno no pudo evitar soltar un largo suspiro que no sabía que estaba conteniendo, después movió su mano diestra de la cabeza de Joffrey hacia la de Lucerys, quién simplemente se inclinó hacia el toque mientras le sonreía con inocencia, completamente ajeno al caos de afuera.

Después de unos segundos de calma y silencio el mayor se enderezó, apartándose del toque de los niños para encaminarse a las puertas abiertas de la ls habitación y soltar un sonoro silbido. Poco menos de un minutos después dos guardias Velaryon aparecieron, ellos servían únicamente a Laenor y su familia por lo que eran de las pocas personas en las que podía confiar en la fortaleza.

—Ordena a los guardias llevar preso al delincuente, que lo encierren en un calabozo y no dejen que nadie se acerque a él. No quiero interrogatorios o conversaciones privadas con ese hombre, manténganlo vigilado cada segundo y si alguien intenta imponerse y alejarlos digan que son órdenes de la princesa Rhaenyra y su marido.— les ordenó.

—Como ordene mi Lord.— respondieron al unisono antes de dar una corta reverencia y retirarse.

—¿Qué pasa padre?— preguntó Jace desde atrás.

Laenor regresó dentro de la habitación donde dos pares de ojitos curiosos lo miraban expectantes. Se sentó con cuidando entre ambos y abrió los brazos en una invitación silenciosa, los niños no perdieron el tiempo y enterraron el rostro contra su tórax, él los rodeó con los brazos y habló: —Solo un sujeto malvado que entró al castillo, pero no hay que temer, los guardas ya lo atraparon.

—¿Mamá está bien?— preguntó su primogénito mientras levantaba el rostro para verlo a los ojos.

—Así es.— respondió. —Ahora, ¿Por qué no vamos a buscarla para que vea que ustedes también lo están?

Ambos niños asintieron llenos de sonrisas y Laenor los soltó para ponerse de pie, después, como si fuese algo cotidiano para ellos comenzaron a acomodarse sobre él. Jace subió a la espalda del hombre, sosteniéndose de su cuello y rodeándole la cintura con las piernas, Luke por otro lado tomó a Joffrey entre sus brazos y simplemente se dejó levantar por Laenor, quien lo cargó con un brazo debajo de su espalda y otro tras sus rodillas.

—Uf, ya son demasiado pesados para la táctica de huída.— se quejó mientras caminaba fuera de los aposentos. —Creo que debemos cambiar de estrategia o para la próxima escapada su madre nos va a atrapar.

Ambos niños rieron ante sus palabras y Joffrey empezó a retorcerse en el pecho de su hermano mayor pero no se despertó, al moreno realmente le sorprendía lo profundo que era el sueño del bebé. Él aún podía recordar la forma en la que Lucerys comenzaba a llorar apenas lo dejaban sobre la cuna, pues siempre quería ser cargado, mientras que Jace parecía ser demasiado sensible a cualquier ruido ambiental mínimamente fuerte.

Continuó caminado por los pasillos vacíos hasta toparse con un guardia, quien al verlo cargar a todos sus hijos preguntó por la situación. El moreno explicó que todo estaba bien ahora y podían detener la búsqueda de Joffrey, después de que el hombre se retiró con las nuevas órdenes, Laenor continuó su camino hacia la guardería, dónde suponía que seguía Rhaenyra. No se equivocó, al llegar al recinto se encontró con la mujer sentada sobre la alfombra del suelo, dándole la espalda a la puerta.

El Velaryon se sintió mal al verla así, seguramente estaba demasiado preocupada y llena de angustia. La culpa se apoderó de él haciendo su pecho pesado, quizás no debió salir corriendo así como así y en su lugar tendría que haberla llevado con él a las habitaciones de los niños. Sea como sea debía disculparse, así que a paso lento se acercó a la mujer, intentando encontrar las palabras adecuadas para decir. Pero justo cuando estaba apunto de abrir la boca un chirrido bajo y lastimero se oyó en la habitación, no era Rhaenyra por supuesto, en realidad sonaba como una cría de dragón.

Esperen, ¿El ladrón no había tirado el huevo al piso?

Cuando por fin llegó junto a su esposa vio como un pequeño dragón recién nacido, con escamas de un gris oscuro como la roca de Dragonstone o el metal sin pulir. La pequeña criatura gruñía y se paseaba en círculos como si buscase algo, o a alguien.

—Ha nacido.— soltó el hombres con asombro

Rhaenyra giró hacia él y cuando vio que cargaba a sus tres hijos sus mejillas ya húmedas se convirtieron en ríos incontrolables, se levantó casi de un salto y entre sollozos tomó al bebé de los brazos de Luke para acunarlo contra su pecho, apretándolo ahí como si deseara fundirlo a su cuerpo y esconderlo muy dentro de su corazón. Después de unos minutos de silencio la mujer se inclinó para besar las frentes de los otros dos niños que ya habían sido dejados en el suelo y la veían con ojos preocupados.

—Están descalzos.—sururró la princesa con la voz ronca.

—Papá no nos dejó ponern...— antes de que Luke pudiera terminar la frase Laenor le cubrió la boca con su palma y le ofreció a Rhaenyra una sonrisa nerviosa.

—Solo tenía prisa, no quería dejarte esperando aquí mientras pensabas que Joff podía estar en peligro.— se excusó.

La platinada le dirigió una sonrisa agotada, demasiado abrumada por todas las emociones como para reprender a su marido por minucias. Con un suspiro resignado regresó a sentarse sobre la alfombra y con cuidado acercó al aún durmiente bebé hasta donde la pequeña cría gris pudiera verlo. La reacción fue inmediata, el pequeño dragón chirrió eufórico mientras se encaramaba por las rodillas flexionadas de la mujer hasta llegar al bebé, subiéndose sobre él para luego hacerse un ovillos en su pecho.

—¿Es el dragón de Joff?— preguntó Lucerys emocionado, mientras se acomodaba al lado de su madre para ver mejor a la criatura.

—¡Es genial, ahora los tres tenemos uno!— secundó Jace al otro costado de Rhaenyra.

—¿Y cómo se llama?— volvió a cuestionar el peli negro.

—Eso lo decidirá tu hermano cuando tenga la edad suficiente.— explico Laenor uniéndose a au famila en el suelo.

Después de eso todos guardaron silencio por algunos minutos, pronto ambos niños Velaryon comenzaron a cabecear contra su madre pero antes de que cayeran dormidos la mujer volvió a hablar.

—¿Dónde estaba Joffrey?— preguntó sin despegar la vista del bebé en sus brazos.

—Lo encontré dormido junto a Luke.

La platinada se giró para ver al mencionado y liberando una mano del castaño tocó la cara del niño, quien le sonrió sin entender bien el problema.

—¿Por qué tú hermano estaba contigo?— cuestionó. —¿Y por qué había una muñeca en su cuna?.

—Mh, bueno, mi abuela Rhaenys dijo que debía esconder a Joff las noches que ella no esté porque hay una rata que quiere morder sus orejas.— explicó el niño. —Ella me dijo a qué hora debía ir por él para que los guardias no vieran, pero como pensé que podían atraparnos intercambié con Hel algunas caracolas bonitas por su muñeca y la puse en la cuna.

—¿Y por qué no nos dijiste sobre eso?, tu padre y yo estábamos preocupados por Joffrey.

—La abuela dijo que era secreto, porque si lo decía la rata me iba escuchar, dijo que nos espía.— intentó excusarse. —¿Estoy en problemas?.

Rhaenyra le sonrió suavemente y se inclinó para depositar un casto beso en su coronilla. —No amor, fuiste muy valiente al cuidar a tu hermano y estoy orgullosa de ti por eso.

Luke soltó una risita complacida antes de girarse y ocultar su rostro en el estómago de su padre, avergonzado por los elogios. Laenor sonrió con orgullo mientras acomodaba al niño en su regazo, mañana a primera hora enviaría un cuervo a Driftmark agradeciéndole a su madre.

—Creo que es hora de ir a dormir, mañana será un día ocupado. Vamos, compartiremos cama para que mamá ya no se preocupe.



A Mother's Lulluby Where stories live. Discover now