03. Lost On You

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A Rhaenyra no se le permitió entrar con el maestre Mellos a la habitación de su madre después de que lo trajera, ella le dio una sonrisa cansada y le pidió que fuese a descansar sin causar problemas, aunque trató de protestar la mirada de su madre le hizo saber que era mejor obedecer. Caminó en silencio con Ser Cole a sus espaldas y al llegar simplemente le dio las buenas noches para después encerrarse en su alcoba.

Tuvo ganas de destruir todo a su paso, tirar y romper cada cosa a la vista pero haciendo uso de todo el autocontrol que tenía en el cuerpo simplemente se lanzó a la cama y enterró el rostro en una almohada. Era la Princesa y no podía decepcionar a su madre desobedeciendo su órdenes, ella no estaba en condiciones para lidiar con su comportamiento infantil, necesitaba ser fuerte y digna como le enseñó.

Dolía y se sentía traicionada, Alicent era su mejor amiga, o al menos eso le hizo creer. ¿Cómo pudo ser tan ciega para confiar en una trepadora Hightower?, Sú tío siempre le advirtió de ellos, ahora Alicent había mostrado sus verdaderos colores pues no perdió oportunidad para encamarse con su padre cuando su madre sufría inconsciente a unas cuantas habitaciones de distancia. Era indigno y repugnante, ella había confiado con su vida en Alicent, le contaba hasta sus más profundos secretos y pensamientos pero la otras seguramente solo la usó para acercarse al Rey.

Su estómago se sentía revuelto por el asco, no solo ella la tradicionó sino que su padre también, y peor aún lo que le hizo a su madre. Embarazar a otra cuando tu esposa luchaba por su vida después de parir al hijo que le forzaste a tener, él sin duda era peor que Alicent, mucho peor. Los votos eran suyos, el matrimonio, los juramentos y la confianza de su madre, la mujer que le dio su vida, quién lo ha amado y apoyado incondicionalmente desde que casaron, no había palabras que describieran la decepción y la ira que sentía contra él.

Esa noche apenas y pudo pegar los ojos, pasó horas pensando en el rumbo de sus acciones y las de su madre, ¿Quizá debería hacer que enviaran a Alicent lejos?, O tal vez enviar a su madre a Eyrie para que no tenga que ver a su padre ni a los bastardos habladores de la corte. Miles de ideas corrieron por su mente, deseaba poder ser capaz de defender a su madre como se merecía pero siendo mujer sus opciones disminuían bastante, estaba atada a su padre según las leyes, no podía decidir por su cuenta qué hacer con su vida ni siquiera una cuarta parte de lo que podía un hombre, además del hecho de ser la heredera y tener obligaciones también con la Corona.

Para cuando el sol volvió a levantarse las sirvientas entraron como todos los días, preparando su baño, mostrándole sus vestidos y preguntando cómo deseaba que la peinaran ese día pero ella no tenía las ganas de pensar en tales sandeces así que lo dejó todo en sus manos y simplemente fue a desvestirse para poder entrar en la bañera de cobre con agua tibia, dejando que la fiel Ellinda Massey, su dama particular y la favorita de Rhaenyra, la aseara con manos suaves mientras le contaba algunos chismes simplones de las damas de la corte.

Cuando estuvo limpia y seca fue vestida con un bello vestido dorado y su cabello peinado en una media coleta. La puerta fue tocada y después de dar su aprobación, Ser Cole entró anunciando que su madre la requería con urgencia en sus habitaciones, ella no dudó y fue a encontrarla sin importar que se le hiciera tarde para sus lecciones. Al entrar se halló a su madre del brazo de dos sirvientas, de nuevo ejercitando su caminata.

-Ah, Rhaenyra, ven, hay muchas cosas de las que hablar.- fue el saludo de su madre mientras extendía su mando hacia ella.

La menor no perdió tiempo y obedeció, parándose al lado derecho de la mujer, reemplazando a las dos sirvientas que al ver a la Reina apoyarse en su hija salieron de la alcoba sin decir una palabra. Ella ayudó a su madre a llegar hasta la cama, donde ambas tomaron asiento.

-Escúchame bien querida, en una semana saldremos tú y yo a Eyrie, ya he hecho que el maestre envíe un cuervo a mis familiares, ellos nos recibirán por unos meses.- le dijo. -Ahora mismo no puedo hacer mucho por mi misma, tu padre es mi esposo y no tengo el poder de disolver este matrimonio así como así. Necesito alejarme el tiempo suficiente para que el pecado de Alicent sea notorio y él no pueda negarse a mi petición.

-¡Pero tú eres la Reina...!

-Aunque así sea no tengo más poder que tu padre, debo apegarme a las leyes mas eso no significa que deba rebajarme y vivir prisionera de la situación, si él aprueba la disolución seré libre.- Aemma interrumpió acariciando la mejilla de la menor. -Entonces tú y yo nos iremos a Dragonstone, lejos de tu padre y este nido de víboras que han construido los Hightower.

-Pero madre, ¿La dejarás robarte lo que es tuyo?- preguntó.

-No me roba nada Rhaenyra, yo decido dejar algo que no me hace justicia.- Aemma tomó las suaves manos de su hija y las sostuvo firme, mirando directamente con sus ojos grises a los morados ajenos. -Otto Hightower y su hija buscan hacerse con el poder y yo soy un estorbo, si no me separo de tu padre ellos no descansarán hasta verme muerta con tal de hacer Reina a Alicent y a su hijo heredero.

La muchacha apretó sus manos con claro pánico pintando sus bellas facciones. -¡No lo permitiré y el tío Daemon tampoco, puedes pedirle protección a él!.

-Sé que él me ayudaría pero esto va más allá, conociéndolo hará un gran escándalo que solo terminará en su destierro, dejándonos aún más vulnerables y a ellos más cerca del trono de tu padre.- le dijo acariciando su suave y rosada mejilla. -Nos iremos un tiempo, haremos que algunas sirvientas vigilen los movimientos de esa joven con más esmero y la verdad saldrá a la luz en poco tiempo, quitándole prestigio y posibles aliados, los rumores crecerán y para cuando yo deje a tu padre todos sabrán la calaña de nueva Reina que me va a reemplazar, eso con suerte te dará ventaja contra ellos mi amor.

-Pero madre... Ellos nos traicionaron, ¿Cómo puedo dejar que se salga con la suya?- respondió la muchacha con frustración.

-Dulce niña, es tu derecho de nacimiento ser Reina, la primera en la historia, harás grandes cosas y yo estaré ahí para ti.- le dijo para después depositar un suave beso en su frente. -Ellos no ganarán, no somos de su calaña, no vamos a conspirar por la muerte de una joven y su bebé, simplemente protegeremos lo que es tuyo.

Rhaenyra asintió, no podía discutir con su madre.

-Ahora escucha bien, tú deberás actuar como siempre, si no deseas hablar o ver a tu padre más de lo necesario no lo hagas pero tienes deberes que cumplir. Si no quieres estar en presencia de Alicent que así sea, eres la Princesa, haz que se mantenga lejos sin llamar la atención de nadie.- advirtió la mujer. -Debemos mantenernos impacibles ante las adversidades, tenemos la sangre del dragón, demuestra que eres mejor.

La joven salió de las habitaciones de su madre poco después, cumplió con sus lecciones, asistió de copera a su padre y montó a Syrax por un rato, dejando que su ira se dispersara junto a las llamaradas que escupía la dragona al aire.



A Mother's Lulluby Where stories live. Discover now