16. A Sky Full of Stars

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No pasaron ni dos lunas más antes de que la noticia del matrimonio valyrio de la princesa se esparciera por poniente, el rey llamó molesto a los implicados y les reprendió duramente por actuar sobre temas tan delicados sin siquiera pedir su opinión, la corte estaba curiosa por saber qué pasaría a continuación y la reina brillaba ante la perspectiva de una dura reprimenda para la platinada y un posible cambio en la sucesión del rey, pero para su mala fortuna nada de eso sucedió.

El rey no tomo ninguna medida contra su hija y desestimó los alegatos del maestre Mellos, quien clamaba lo profano de esa unión ante los Siete. —Mi hija es una Targaryen, los dioses valyrios fueron quienes guiaron a mi casa en sus inicios y no hay ninguna ley en los Siete Reinos que prohíba una unión como esta.

Tal respuesta calló las quejas del hombre a quien después se le ordenó crear los documentos que oficializaban el asunto para que fueran enviados a la Citadel y archivados en los registros familiares. Incluso si las personas en la corte hablaron y muchos Lords mostraron su descontento nada cambió la situación, no había leyes que penaran un matrimonio de otra cultura y al ser dos de los involucrados de sangre valyria, bueno, solo quedaba tragarse la inconformidad.

Alicent no paraba de chillar insultos por lo bajo, hablando de lo sucia y pecadora que era la princesa a los oídos curiosos de sus damas que poco o nada sabían guardarse, así que no pasó mucho antes de que el rey se enterase. Frente a toda la corte Viserys le gritó que ella no tenía derecho a juzgar a su futura reina y las tradiciones de la casa con la que ahora ella misma estaba casada.

Después de eso el tema fue prácticamente dejado por la paz, el trio ahora compartía la habitación matrimonial de la princesa y nadie cuestionaba la situación, o al menos no en voz alta.

La noche que Rhaenyra anunció su embarazo el matrimonio Velaryon y Lyonel Strong también estaban ahí para felicitar mientras todos compartían la cena, Laenor se había encargado de solicitar la presencia de sus padres con antelación pues él y Harwin eran conscientes de la noticia desde su último viaje a Dragonstone un mes atrás, donde Gerardys revisó a la platinada e informó que probablemente ya había pasado el primer trimestre de gestación.

Todos estaban encantados con la noticia, Viserys abrazó y besó las mejillas de su hija con dicha mientras le repetía lo feliz que estaba, Rhaenys y Corlys no dudaron en estrecharla en sus brazos también, incluso el nervioso Lyonel quien aún no sabía cómo comportarse respecto al asunto de la boda de su heredero con el matrimonio Targaryen-Velaryon los felicitó efusivamente. Alicent, quien solo dedicó una felicitación seca y una sonrisa rígida se apresuró  a hablar apenas todos se volvieron a acomodar en sus lugares y disminuyeron sus charlas felices.

—También es de mi agrado informar que pronto recibiré a otro príncipe.— soltó. —Su cuarto hijo mi rey.

Viserys, quién hasta ese momento estaba embobado escuchando el relato de su hija sobre lo que había dicho el maestre de su embarazo, giró la vista hacia su esposa. —Mi quinto hijo, Baelon no pudo ver este mundo con sus propios ojos pero nació teniendo un nombre y apellido.

Con una sonrisa flaqueante la pelirroja asintió. —Tiene razón mi rey, su quinto hijo llegará en no más de cuatro lunas. Quizá no se note pero ya voy a la mitad del camino.

—Es bueno escucharlo, esposa.— dijo Viserys antes de continuar con su comida.

Según lo predicho el príncipe Aemond nació poco menos de cuatro meses después, su llanto resonó por la sala de parto mientras era recibido por Mellos, quién después lo depositó sobre el pecho de su madre. El rey pasó a conocerlo unas horas después, mientras la reina dormía y las sirvientas vigilaban el cunero del bebé. Cargó a su hijo unos minutos antes de regresarlo a su cómodo recinto para que continuara durmiendo y después salió de la habitación.

Para esas fechas la princesa Rhaenyra también estaba pronta a dar a luz, Gerardys, quien fue llamado especialmente por la princesa había asegurado que en menos de dos meses conocería a su futuro heredero o heredera. No se le permitió ver a su hermano menor hasta el día siguiente de su nacimiento, el bebé ya no estaba tan enrojecido y se podían observar claramente sus tiernas facciones acompañadas por un escazo cabello plateado y ojos morados bajo sus pequeños párpados.

No pudo cargarlo por mucho tiempo debido a su estado pero dejó muchos besos sobre su delicada cabecita antes de que la reina solicitara que lo pusiera de nuevo en su brazos, ella no dijo nada y simplemente se despidió junto a su primer marido. Después de eso ambos fueron a visitar la guardería donde los otros príncipes jugaban, Helaena estaba por cumplir dos años y Aegon ya tenía cuatro, ambos eran muy cercanos a su hermana mayor, tanto que muchas veces la pequeña niña se aferraba a ella llorando que era “mamá”, cosa que por suerte Alicent ni nadie había escuchado o de lo contrario seguramente sería vetada del recinto infantil.

Sus hermanos tiraron de su vestido mientras ella se sentó a descansar sobre un cómodo sofá junto a la ventana, pronto Aegon se acomodó junto a ella para recostarse suavemente sobre su abultado vientre y Helaena trepó por sus piernas con algo de apoyo de un divertido Laenor que observaba de pie el intercambio, la niña imitó a su hermano e igualmente colocó la oreja sobre el redondeado lugar. Los pequeños estaban más que fascinados escuchando el latido dentro del vientre y sintiendo los pequeños movimientos que hacía el bebé.

—¿Saldrá pronto?— preguntó el niño. —Quiero jugar con él o ella.

—Cuando nazca será muy pequeño para jugar, tendrás que esperar un poco más.— respondió Rhaenyra con diversión.

—¿Me dejarán verlo cuando lo saquen de tu estómago?— devolvió Aegon minetras movía su mano en círculos sobre la parte baja de su vientre.

—Por supuesto, eres su tío, debes conocerlo.— intervino Laenor.

—Mamá no me deja ver a Aemond, dice que lo haré llorar.— relató.

—Los bebés son sensibles, debes ser silencioso junto a ellos.— intentó explicar la mujer. —Después podrás conocerlo y cuando crezca todos ustedes podrán jugar juntos.

Después de un rato más de charlas inocentes Rhaenyra y Laenor abandonaron el lugar, era la hora de la comida.


Jacaerys nació una madrugada bañada de neblina, su madre y padres lo recibieron con lágrimas y sonrisas brillantes. Tenía la cabeza repleta de suave cabello plateado, piel pálida y ojos verde azulado como un digno Velaryon. Sus abuelos parternos y abuela materna arribaron apenas un día después llenos de regalos para el niño, Viserys exudaba felicidad mientras sostenía al niño en sus brazos y sus esposa no pudo hacer más que felicitar a la pareja y tragar su propio veneno.

Pronto el niño fue presentado ante la corte como el heredero de Rhaenyra, el rey incluso se sentó en el trono con el bebé en brazos mientras todos los lords y damas ofrecían sus bendiciones al pequeño príncipe. Poco menos de un año después un cuervo arribó a Kings Landing con la noticia del nacimiento de Baela y Rhaena, hijas de Daemon y Laena, quienes se habían casado en las Ciudades Libres.

Consecutivamente, poco después del segundo cumpleaños del principe Jacaerys nació su hermano Lucerys Velaryon, nombrado por la Serpiente Marina, un regordete bebé de rizos tan negros como la noche y el mismo tono de ojos que su padre, hermano y abuelo. De nuevo Viserys se regodeó con su nacimiento pero su dicha no pudo ser demasiado celebrada ya que Corlys había insistido hasta lograr que Rhaenyra, sus esposos e hijos viajaran a Marcaderiva para que los niños conocieran la tierra de su padre y él pudiera presentar al heredero de su hijo.





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