07. Titanium

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El pequeño hijo de Alicent fue nombrado Aegon II, en él cual la joven depositó sus esperanzas y las de su padre para ganarse el favoritismo del Rey al nacer varón, el primero vivo para su línea, pronto se convirtió en una decepción para su ella pues Viserys ni siquiera había sugerido la posibilidad de un cambio de heredero y solo se dedicó a hablar sobre cómo el niño le recordaba a las épocas en las que Rhaenyra fue una pequeña y risueña bebé, amargando aún más a Alicent ante el recuerdo de la amiga que la había abandonado.

La hermana mayor del bebé no se presentó para conocer al pequeño y solo envió una carta completamente política felicitando a los padres, pero era más que obvio que la Princesa no la había escrito y solo era un gesto vacío para guardar las apariencias.

A oídos del Rey llegaron algunas noticias de su hija, tal parecía que la joven había viajado a High Tide para aprender de Rhaenys sobre el control de los dragones tras una aparente visita de la Reina que nunca fue a Dragonstone en la que un mutuo respeto se forjó. Los meses pasaban y aunque la primogénita de Viserys lo mantenía informado sobre sus avances en su educación como heredera, no obtenía nada sobre su vida personal o alguna mención de su madre, todo era tan frívolo y oficial que el hombre sospechaba que todo era redactado y escrito por alguno de los maestres que se encargaban de educar a la futura Reina.

Con los meses pasando la tensión entre Viserys y Corlys siguió aumentando pues el Rey se negaba a ser partidario de la inminente lucha por los Peldaños de Piedra contra el Cangrejero hasta que por fin las relaciones parecieron llegar a un punto de quiebre, el Velaryon abandono su lugar como Señor de Embarcaciones y aseguró que él no se quedaría de brazos cruzados mientras sus barcos eran hundidos por piratas y bandidos.

Fue así como de una u otra forma Daemon terminó involucrándose y para apoyar al señor de Driftmark, al igual que la Princesa de Dragonstone, quien le ofreció al hombre varios de los barcos a su disposición, así como hombres para luchar. Y aunque la efusiva joven ofreció también su servicio como jinete, su madre se negó rotundamente a dejarla participar en una batalla tan peligrosa, después de todo no solo era su única hija sino también la herededa de su padre. Así fue como Daemon partió a los Peldaños montado en Caraxes después de una corta visita al hogar ancestral de los Targaryen.

El Cangrejero era inteligente, cruel y precavido, mantuvo la lucha ardiendo por meses mientras se refugiaba en las intrincadas cuevas de piedra, lejos de las llamas de Caraxes y el joven Seasmoke.

Cuando las cosas parecían ir en decadencia un destello amarillo brilló en el cielo, Syrax apareció sin previo aviso siendo montada por la Princesa Rhaenyra, que vestía una armadura negra  con peto escamado. A pesar de todos los gritos que dio Daemon sobre lo imprudente que era aparecerse en medio de la batalla sin experiencia, la verdad era que necesitaban a todos los dragones posibles para ganar y ya que la muchacha se negaba a abandonar el lugar el Príncipe Canalla no tuvo opción más que permitir su estancia y crear una nueva estrategia, una que con suerte debilitara al enemigo sin poner en peligro la vida de su sobrina.

Las semanas corrieron sangrientas y agotadoras, Seasmoke y Syrax demostraron valía en batalla apoyando al vicioso Guiverno Sangriento por lo que pronto el Cangrejero y poco menos de una veintena de hombres era lo que restaba de las fuerzas enemigas; que después de una irracional estrategia con Daemon lanzándose de carnada al medio de la batalla y los dragones apareciendo en emboscada terminaron de una vez por todas con el conflicto. El cadáver cercenado del Cangrejero se exhibió dándoles la victoria a los Velaryon y Targaryen, menos de una luna después de la llegada de la Princesa a quienes muchos guerreros apodaron “estrella de buena fortuna”, hermosa y distante.

Las noticias no tardaron en esparcirse y luego de que Rhaenyra regresara con su madre para recibir una larga reprimenda, una carta de su padre arribó exigiendo su presencia en la Capital. Después de casi medio año de ausencia la Princesa regresó montando a su dragona, ataviada con su traje negro de cuero, el cabello atado en una coleta alta y el peto negro de batalla cubriendo su torso. Los habitantes de Kings Landing gritaron eufóricos mientras pasaba su carruaje.

Al llegar al Red Keep se encontró con las miradas atentas de todos en la corte y el rostro helado de su padre, todos los presentes parecían verla como una especie de fenómeno pues parecía incomprensible ante sus ojos que una mujer peleara una batalla en lugar de quedarse en casa a bordar y comer pasteles. Al acercarse al trono vio a su padre sosteniendo a Black Fire con una mano mientras la observaba fijamente, Alicent por su parte estaba bajo los peldaños de espadas, parada con una expresión de disgusto en el rostro sostenendo a un bebé rubio, su hermano, comprendió ella.

Al llegar al borde de las escaleras, muy cerca de donde estaba parada Alicent, Rhaenyra se inclinó ante su padre, sin darle la misma cortesía a la Reina.

—Padre.— saludó a secas.

—Se me ha informado de tus imprudentes actos en los peldaños de piedra. Tú, mi única heredera yendo directo a la batalla como si no hubiera hombres en los Siete Reinos que pudieran luchar.— dijo el hombre con voz firme. —Dime, ¿Qué se supone que pasaría si la futura Reina caía en ese horrible lugar por este capricho tuyo?.

—Me temo padre que los hombres del Reino no acudieron al llamado de Lord Corlys a excepción de mi tío y aquellos que yo misma proporcioné.— le respondió. —Se necesitaban los dragones para compensar la falta de apoyo de la corona, me temo.

—¡Pudiste haber hablado conmigo!, ¡Habría enviado un ejército de ser necesario para evitar que fueras a luchar!.— respondió Viserys antes de levantarse del trono dejando su espada a un lado para encaminarse hasta tomar a su hija en un abrazo. —Mi pequeño dragón, eres tan valiente como tus ancestros pero como tú padre solo deseo verte a salvo, no hay nada que me importe más que tu seguridad.

La sala atestada de personas era silenciosa como una cripta, todos veían el desbordante amor del Rey por su hija a la cuál que no dudaba en reafirmar como su única heredera, aún con la presencia de un varón en su línea. La Reina por su parte mordía su labio completamente roja de ira, después de todo Rhaenyra seguía ocupando todo el espacio en el corazón de su marido.

—Te he extrañado.— susurró Viserys a su hija, quién aún se sentía tensa en el abrazo. —Sientate cerca de mi, es hora de ver a tu tío y Lord Corlys.

La Serpiente Marina fue ampliamente elogiada por su contribución en batalla, Daemon por otro lado entregó la Corona de palo que los guerreros le habían otorgado, afirmando que Viserys era el único Rey al que reconocía. La celebración no se hizo esperar, un gran banquete en conmemoración a los héroes de batalla y el regreso de la Princesa mantuvo al Red Keep rebosante de energía, música y fanfarria, el Rey incluso aceptó que el resto de la comida fuese repartida en los barrios bajos con el apoyo de los Capas Doradas, que además de encargarse de mantener el orden no dudaron en gritar a viva voz que aquél buen gesto era de parte de la Princesa Rhaenyra.


A Mother's Lulluby Where stories live. Discover now