46. Believe

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Martin entra de nuevo en la academia y va directamente a la sala de ensayo, donde Abril está con sus compañeros. Se siente mejor, como si la ansiedad se hubiera quedado atrapada en una tela de araña invisible situada en la puerta. Abril se pone de pie nada más verlo y le abraza sin decir nada más. Martin no necesita palabras para sentir todo lo que Abril quiere decirle. En las dos semanas que hace que la conoce ha conectado tanto con ella, que ya no necesitan palabras para entenderse.

Abril le hace entrega de su cuaderno con los textos que tiene que aprenderse para interpretarlos y le indica que con él tendrá clase a última hora.

—Si puedes apréndete el texto, nos será más fácil de trabajar —le dice.

—Lo haré.

Lina se acerca para comprobar si quiere compañía, pero Martin le indica que está bien y que prefiere centrarse en aprenderse el texto. Lo último que quiere es hablar de Suzete y despreciar la oportunidad de su vida, por una persona que no se lo merece. Martin sabe lo que tiene que hacer para desconectar, conoce lo que siempre le ha funcionado para sentirse mejor; meterse en la piel de un personaje, dejar de ser el mismo y convertirse en alguien más.

Elige un box, se tumba en el suelo boca abajo y con el texto entre las manos y comienza a leerlo. Con solo un par de frases, empieza a sentirse representado por el texto, una relación amorosa que se va enfriando debido a que uno de los dos renuncia a todo por el otro. Incluso mudándose a vivir en un lugar alejado de todo o en su caso que solo pertenecía a su pareja y que poco tenía que ver con él. Pero a pesar de que todo aquello le tendría que provocar una tremenda tristeza, le hace reír porque está contado desde un punto de vista sarcástico y conociendo a Abril puede intuir como va a acabar. Cuando llega al final, estalla en una carcajada.

—Te quiero, Abril —dice en voz alta.

Al entrar en la sala de ensayo con Abril, lo primero que hace Martin es darle un abrazo y decirle:

—Eres una crack, me encanta el monólogo.

Abril hace un gesto de timidez.

—No es para tanto, lo escribí en un rato. Puedes hacerle los cambios que quieras durante la semana para que te sientas más cómodo. Lo importante es que te represente y le des tu toque.

—¡Qué me represente! Espero no acabar igual, yo prefiero un final feliz.

—¿Así? Te noto distinto.

—Creo que vamos a tener una segunda oportunidad, pero en la mía quiero que sea de verdad, no como en la tuya. Aunque no descarto que se cumpla tu predicción si no pone de su parte —dice con sarcasmo, mirando a una cámara.

—Me alegro de verte tan contento. Este monólogo necesita mucho sarcasmo y una pizca de cinismo. Estaba preocupada de que no fuera el adecuado para esta semana.

—He decidido salir de mi cabeza y meterme en las vidas de los personajes de esta semana. Los problemas se han quedado en la puerta y cuando salga de aquí ya los retomaré.

—Me gusta esa actitud. Olvídate de lo que pasó la semana pasada fue un espejismo. El lunes lo vas a hacer genial y vas a demostrar al mundo lo mucho que vales.

—Gracias. ¿En serio, lo crees?

—Martin cree en ti mismo.

—Vale —le dice poniendo carita de niño bueno.

—Nos centramos en el monólogo de hoy. ¿Te lo has aprendido?

—Más o menos.

—¿Dónde dirías que está el personaje?

—Haciendo una declaración, frente a un juez.

—Sí, puedes imaginarte sentado dando tu testimonio de lo que ocurrió.

—¿Qué sentimientos te invoca?

—Sarcasmo, despecho, desapego...

—¿Desapego?

—¿Finge que le quiere y le echa de menos, pero en realidad quiere librarse de él, no?

—Exacto, su historia se va cargando de melancolía, porque va recordando todo lo que le hacía feliz y va perdiendo poco a poco. Hasta que la muerte los separa.

—Aunque es algo que finge que le apena, lo desea en realidad.

—Sus palabras dicen una cosa, pero sus gestos delatan lo contrario. El tono de voz tiene que ser melancólico, sin embargo, tus ojos tienen que sonreír de alegría. No sé si me explico.

—Sí, claro que te explicas, superbién.

Abril presiente que Martin se está burlando de ella, aunque nada más alejado de la realidad. En el fondo, Martin y ella son tan similares que podrían pasar por siameses.

Martin recita el texto completo sin interrupciones, mientras que Abril va escribiendo las correcciones que después le hará cuando termine. Se las comenta y le explica como mejorar la interpretación. La segunda vez, Abril le va interrumpiendo cada pocas frases para que cambie la intensidad o pongo menos carga dramática. En tan solo un par de pases. Martin ha conseguido que el monólogo suene diferente y simplemente perfecto para el final de la clase de cuarenta y cinco minutos.


Se me hace raro ir a buscar las canciones a YouTube y no entrar en el directo. Se me acaba de encoger el corazoncito. Por suerte, los vídeos siguen ahí y podemos recurrir a ellos cuando los necesitemos.

¿No sé si poner el monólogo completo en la gala final, os gustaría?

Necesito una Abril en mi vida, no solo ha sido capaz de sacar lo mejor de nuestros chicos, también me ha reconciliado con la escritura. Estaba pasando una época en la que no era capaz de escribir y ahora llevo 46 días seguidos publicando no me lo creo ni yo. También es gracias a vosotras que estáis comentándome cada día, si no es posible que ya hubiera dejado la historia aparcada en un cajón.

Cacahuete - JuantinWhere stories live. Discover now