Capitulo 32

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Narra Sam:

La guerra en la manda Blackmoon estaba destruyendo demasiadas vidas, Brandon necesitaba de nuestra ayuda, cuando secuestro a mi hermana solo quería matarlo y hacerlo sufrir, pero luego comprendí que todos estábamos bajo un manto de oscuridad gracias a los malditos brujos. Luego me importaba un carajo lo que pasará con su Luna, era preocupante pero no era mi problema. Hasta que Liz se metió en mi piel, sintiéndome desesperado cuando no estuvo por un par de horas en la manada, al verla inconsciente en aquel bosque, sentí que moría sin ella. Fue entonces que tuve un poco de compasión por Brandon, le habían arrebatado a su Luna y lo peor es que aquella mujer estaba totalmente convencida de que su compañero no la amaba por ser humana, por no tener una loba.

Lo ayudaré, pondré mis hombres a su servicio y también yo mismo iré a luchar, pero no quiero que Liz vaya, no la voy a exponer, no cuando todo indica que aquellos seres están destruyendo a cada guerrero de Brandon.

— ¡Habla de una vez Sam!.— sus mejillas coloradas a causa del enojo que siente la hacen ver más hermosa, se va a emputar cuando le diga que tiene prohibido seguirme y que he dado órdenes de que la tengan como prisionera.

— Iré con algunos de nuestros hombres a la manada Blackmoon.— una de sus cejas se eleva y eso solo significa una cosa, ya está enojada porque no mencioné que ella también iría.

—¿ Y en qué lugar entro yo?.— se cruza de brazos, mientras da golpecitos con su pies sobre el piso.

— Tu lugar,es aquí en casa, en nuestra manada.— crujo mi cuello, preparándome para la paliza que me dará. Sus puños golpean la mesa de mi escritorio, sus ojos parecen centellar a causa de la rabia.

—¿Y quien te dijo que yo te voy a obedecer?.—

—Si no obedeces serás encerrada en una de celdas.— me señala con su dedo índice, mientras da pasos hacia atrás.

—¡Ni tú, ni tus malditos hombres me van a tocar! Y como eso suceda, te juro Sam, te juro que desaparezco así sea que muera del dolor estando lejos de ti.— me pongo de pie con la intención de tomarla entre mis brazos, se que ella no amenaza porque sí, ella lo que dice lo cumple. — No te atrevas a tocarme, porque te juro que te partire ese hermoso rostro.—

—¡No irás!. Está decidido así hagas berrinches, no puedo exponerte a esa mierda que persigue a Brandon.—

—¿Piensas que no puedo contra ellos?.— pasa de estar furiosa a estar triste, no dudo de sus habilidades, pero siento que ella debe quedarse.

—¡Se que puedes patear el culo de todo el mundo!. Pero temo que algo te suceda, no quiero exponerte al peligro Liz, por la diosa, una vez obedece.—

— Te espero en el campo de entrenamiento, si gano iré y no lo haré sola, lo haré con mis mujeres. Si pierdo, me quedo sin hacer berrinches como tú dices.— maldita mujer terca, jamás va aceptar una orden sin antes desafiarme. —¿Que esperas?. Mueve tu maldito culo.— lleno mis pulmones de aire intentando sacar la frustración que siento, su culo se menea de un lado para otro, mientras sale de mi despacho. La tengo dura, maldita sea, que ella sea así me provoca no solo enojo, si no una erección del infierno.

(***)

Los dos líderes de aquella manada estaban en el campo de entrenamiento, todos los integrantes de aquel lugar estaban pendientes de lo que su Alpha y Luna hacían, aquello ya era costumbre y no comprendían porque su Alpha seguía aceptando aquello, ya que siempre era él quien perdía, sabían que no era por falta de fuerza, sino que aquella pelirroja tenía tomado de los cojones a su linder. Y eso para los lobos jóvenes era un ejemplo de como tratar a sus futuras compañeras.

—¿Eso es todo lo que tienes para darme?.— lo desafío ella, para que luchará de verdad. Odiaba que él se limitará a la hora de luchar.

Sam se fue sobre el cuerpo de Liz, haciéndola caer sobre la tierra y presionar su enorme cuerpo sobre el diminuto de ella.

— ¿No te cansas de provocarme?.— las piernas de ella rodearon la cintura masculina y en un movimiento se giró, quedando ella sobre él, presionado su codo sobre la garganta de Sam, quien dibujo una sonrisa en su rostro al ver el nacimiento de las tetas de su Luna.

—¡Jamás!. Ahora deja de mirarme las tetas y di que voy contigo a esa guerra. Juntos en todo maldito lobo arrogante.— las manos enormes de Sam presionaron el músculo entre la clavícula y cuello comenzando a debilitar el cuerpo de Liz.

—¡No irás!.— apretó sus dientes entre si mientras sentía la presión que ella hacía contra su cuello.

(***)

—¿Listas para luchar y romper esos malditos culos?.— hablo con voz fuerte Liz a sus chicas.

—¡SIII!.— gritaron todas al mismo tiempo, sacándole una sonrisa a su Luna, Sam las miró y se siento orgulloso de su compañera, por más testaruda que ella fuese, por más que lo desafiará constantemente ella era la mujer que siempre necesito, eran como el agua y el aceite en algunas cosas, pero aquello era lo que tanto amaba de ella, le fascinaba que fuese decidida, que le hiciera frente a lo que sea que sucediera. Cómo estaba pasando en este momento, estaba al frente de sus mujeres, listas para ir por Mizuki, listas para enfrentar al enemigo y defender a los suyos.

La guerra se desató, cuando aquel ser del Inframundo sobrevoló las tierras del bosque y un grito de guerra salió de las gargantas de los guerreros, comenzando así una lucha realmente sanguinaria, los hombres de Brandon caían, mientras los hombres y mujeres de la manada Sork abrían camino, la mirada ámbar y verde se cruzaron en medio de aquella lucha, comprendían porque ellos estaban fuertes y porque los guerreros de Brandon caían.

—¡Brandon, ordena a tu gente retroceder, estás perdiendo a todos!.— grito el pelirrojo mientras luchaba con uno de los demonios. — ¡Están muriendo joder, ordena la retirada de tus hombres, nosotros te cubrimos!.— en cuanto los hombres de Brandon se retiraban, llegaron los guerreros y líderes de la manada "Los hijos de la Luna", quienes se unieron a la batalla, la loba blanca de ojos azules corrió hasta el ángel que mantenía cautiva a Mizuki, logrando así que Brandon la tomara en brazos, pero todo fue en cámara lenta cuando la propia rubia busco refugio bajo aquellas enormes alas negras.

Nadie siguió la lucha, nadie más mato cuando vieron aquella escena. Aquellos ángeles ordenaron la retirada y los lobos hicieron lo mismo, había llegado el fin de aquella lucha, el llanto desgarrador de Brandon hizo eco en el bosque.

Liz dió un paso hacia atras, sintiéndose perturbada, aquella escena estaba provocando algo en su cuerpo y no sabía que era, sus piernas le temblaban, su respiración era desenfrenada, sus labios se secaron y su vista comenzó a nublarse.

—Sam....

Alcanzó a susurrar cuando cayó desplomada sobre la tierra mojada de sangre, los ojos del pelirrojo se fijaron en el cuerpo de su compañera, corriendo hasta ella, tomándola en brazos, para así correr hasta los vehículos que habían llevado hasta las orillas del bosque.

—¡Maldita sea Liz, te dije que no vinieras!.— la reprendía mientras la dejaba en el asiento trasero de su camioneta, inspeccionando si tenia algún herida, sintió alivio cuando se dio cuenta que la sangre que tenia su cuerpo no era la suya, se subió en el lado del conductor y salió a toda velocidad hasta el hospital de la manada Blackmoon.

La tomó en sus brazos y caminó hasta la clínica, miró el rostro pálido de Liz, aquello trajo un recuerdo. El día que la encontró casi sin vida en aquel charco de sangre, el dolor le atravesó el alma de solo imaginar una vida sin ella.






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