Capitulo 19

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Sam se encontraba en el despacho de su mansión, revisando papeles de los negocios familiares que estaban fuera de la manada.

Había pasado dos semanas desde que Liz estaba en la manada. La mujer lo había desafiando a un nivel extremo, al punto de que ella misma se encargaba de entrenar a las mujeres de la manada. Paso una de sus manos por su rostro, no había cambiado prácticamente nada entre ellos, en el único momento que dejaban de discutir era cuando dormían, pero en cuanto sus ojos se abrían comenzaban otra vez las palabras hirientes, las miradas acusadoras, los enfrentamientos ante alguna decisión que iba contra su voluntad. Lo único que aquella pelirroja había accedido sin poner resistencia era compartir la cama y no de la forma que él quisiera.

Afirmó sus codos en el escritorio y dejo caer su rostro sobre sus manos, no quería abrir aquella ventana y mirar hasta el campo de entrenamiento. Sabía que si miraba en aquella dirección iba a querer arrancar más de una cabeza.

El sonido de la puerta lo saco de sus pensamientos, últimamente lo único que rondaba por su mente era el cuerpo de aquella hermosa criatura de ojos verdes.

—¡Adelanté!.— gritó, mientras elevaba su rostro, para ver ingresar a la hermosa morena del prostíbulo. Frunció su entrecejo al verla en su mansión, ella no tenía permitido ir por él. Se puso en pie con brusquedad y caminó hasta ella. —¿Qué haces aquí?— la morena sonrió con coquetería, mientras llegaba a él, rodeo el cuello de Sam, pero este con brusquedad se los quito de encima. — ¡Te hice una pregunta, responde!.— Sam se sintió molesto y en aquel momento se dio cuenta que le molestaba el toque de otra mujer. Shirley la hermosa morena que había disfrutado del buen sexo con el enorme pelirrojo le dio una sonrisa ladina, que por alguna razón aquella sonrisa le molestó al hombre.

— Hace mucho que no te veo en el local y tengo tanto deseo de estar contigo que tome el riesgo de venir por ti.— llevo sus manos al cierre de su abrigó y comenzó a bajarlo lentamente, deslizándolo por su cuerpo, quedando en una diminuta lencería en color blanco, realzando sus atributos y haciendo un exquisito contraste con su piel morena. Sam se quedó sin reaccionar, mirándola detenidamente, sus senos grandes, su cintura y aquellas piernas bien torneadas. —¡Déjame darte lo que tanto te gusta!.— la voz seductora de la mujer y tenerla frente a él de aquella manera, debían causar algo en su polla, pero nada paso, aquel instrumento no cobraba vida, al menos que fuese Liz, dejo salir el aire que retenia con brusquedad. Debía sacar a la mujer de aquel lugar, nadie podía saber de su presencia.

—No se me apetece Shirley, si quisiera coger voy y te busco.— inhaló profundamente y algo llamo la atención en el aroma de su ex amante, ya no olía a humano, algo estaba mal. Se puso en alerta y en un movimiento brusco la tomo por el brazo. —¿Quién cojones te envía?.— un quejido salió de los labios femeninos, a la vez que una sonrisa burlona se dibujaba en aquellos carnosos labios.

— El Rey Aleister Podevin, exige que le dé la cabeza de un vampiro que tiene en sus tierras.— le susurró en el oído, para luego pasar su lengua justo por dónde pasaba la vena aorta del lobo. Aquel acto molestó a Sam, que cegado por la irá, rodeó con fuerza el delgado cuello de la morena y golpeó su espalda contra la pared.

—¡Maldita traidora!.— el aire le faltaba a la mujer, pero ella no tenía límites y estaba decidida a joder todo. Llevo sus diminutas manos hasta la cinturilla del pantalón del lobo e ingreso sus manos tomando entre ellas la enorme polla de Sam.

—¿Se puede saber que mierda pasa aquí?.—

(****)

ℕ𝕒𝕣𝕣𝕒 𝕊𝕒𝕞:

Las palabras de Shirley me han dejado cargado de irá, aquel maldito de Aleister es el único clan de vampiros que no se unió al tratado de paz con los de nuestra especie. Quisiera saber cómo llego a él la información de que en mis tierras tengo a uno de ellos.

TORMENTA Y PODER Where stories live. Discover now