Capitulo 15

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La camioneta todo terreno en color negro de Sam Walton emprendió viaje una vez que se despidieron de todos. Él y Liz viajaban juntos, mientras Yeuri que había aceptado irse con Liz iba en otra. La mujer no le dirigía la palabra ni la mirada. El pelirrojo la mirada de reojo, detallaba su perfil y su cuerpo, sintiéndose caliente y con un deseo recorrer su cuerpo. Tenían entre dos o tres horas más de viaje y tenía que contener aquel deseo que le hacía hervir la sangre y ponerle la polla dura como un hierro. Acomodo sin disimulo alguno el bulto de su pantalón, logrando así que Liz lo mirará.

—¿Deseas algo?.— le pregunto con doble intención, logrando así que Liz sintiera vergüenza, la mujer sufría al igual que Sam, ya que el deseo y el amor brotaban por su piel, deseando al fin sentir aquella conexión tan deseada para los de su especie.

— Imbécil de mierda.— susurro Liz y volvió su vista a la ventanilla, deseando llegar pronto.

—Te iré informando de las reglas— dijo intentando captar una vez más la atención de la pelirroja, pero ella siguió con su vista clavada en la ventanilla, por lo que Sam siguió hablando.— Primero que nada, tu dormirás en mi habitación....

Una risa suave se escuchó por toda la camioneta, el lobo apretó sus manos en puño y siguió hablando sin caer en la provocación de Liz. — Usarás el campo de entrenamiento cuando todos los hombres estén fuera de él, tu chupasangre morirá en cuanto te toque...

Aquello hizo enfurecer a Liz, por lo que fijo sus ojos de inmediato en Sam.

—¡Una sola acción contra Yeuri y el que muere serás tú!.— el pelirrojo elevó una de sus cejas, dándose cuenta que aquel vampiro era muy importante para la mujercita.

—¿ Acaso te follas al imbécil?.— la sujeto con fuerza de su brazo y la atrajo hasta él, sacándole un jadeo a Liz. — ¡Habla!.— gritó con furia, su lado toxico salía a relucir, aun siendo consiente de que Liz era pura.

—¡Piensa lo que te venga en ganas idiota!.— se sacudió en los brazos de Sam, intentando bajar de aquellas piernas, sin saber en qué momento había caído sobre ellas. Liz respiro profundo y decidió que iba a intentar hablar sin ofenderlo, respiro profundo y comenzó a hablar. —Escucha, no te comprendo. Tu eres tan extraño, pero no puedo practicar sin que Yeuri tenga contacto conmigo.— sintió como el agarré de él iba aflojando y supo que algo había controlando la situación. — ¿Para que me quieres en tu habitación? Tampoco se para que me llevas a tu manada, Alpha, tú me odias.— las últimas palabras salieron en un susurro de los labios de Liz. Provocando un dolor en el corazón del lobo, la tomo con brusquedad de la nuca con sus enormes manos y se fue sobre los carnosos labios de la mujer, dejándose llevar por aquel deseo desenfrenado que causaba su compañero, por aquel abrumador sentimiento que los arrollaba.

Los labios de Sam Torturaban los de Liz, quien no entendía que sucedía hasta que el deseo tomo el control en ella y se dejó llevar por todo lo que sentía, sintiendo los labios húmedos de Sam, sus lenguas enredarse entre si, llevo sus pequeñas manos hasta el cabello rojo del lobo, pero cuando estaba disfrutando y sintiendo como su centro comenzaba a mojarse, fue elevada de las piernas de Sam, para caer sobre el asiento de la camioneta, él dejo caer un poco el peso de su cuerpo sobre ella y la miró. Cerro sus ojos con fuerza, los volvió abrir para detallar el rostro y tetas de la loba. Bajo su rostro hasta su oído para susurrarle.

—¡Serás mi tormenta, pero jamás tendrás poder sobre mi!.— se acomodo sobre el asiento, dejando a Liz descontrolada y más confundida.

(***)

ℕ𝕒𝕣𝕣𝕒 𝕊𝕒𝕞:

*No sabes cómo te odio* escucho como Drake me reprende. Lo ignoro, sentir sus labios no mejoraron en nada, al contrario la deseo aún más. Necesito llegar a la manada e irme con urgencia al prostíbulo, necesito follar, necesito sacarme su sabor de mi boca. Escuchar de sus labios aquello me ha hecho sentir un gilipollas, no la odio. Si tan solo ella aceptará estar conmigo sin hacer todo aquello que se debe hacer cuando se encuentra a tu destinado. No quiero gobernar con mi Luna, quiero gobernar solo, si hago saber que ella es mi Luna ella será mi punto débil, así como lo fue Shadai para Ethan y como en algún tiempo lo fue mi madre para mí padre. Puedo solo, ella no me hará fuerte como lo dicen todos, ella me hará un puto débil. Debo seducirla y así lograre que ella me deje enterrarme en ese coño virgen. Si, lo se, ella es virgen, su esencia es tan pura como su alma, tan diferente a mi. Quizás pueda utilizar a alguna de las mujeres con las que suelo tener sexo y darle celos, hacerle ver todo lo que se pierde por no aceptar.

—¡Señor hemos llegado!.— la voz de uno de mis hombres me saca de mis pensamientos. Miro a Liz, ella no aparta la vista de la maldita ventanilla, su aroma se me hace la peor tortura de mi vida. La camioneta se detiene frente a mi mansión, cuando el motor se detiene, ella baja de inmediato, como si estar en un mismo lugar fuese el peor de sus castigos.

— Bajen todo y se largan a descansar.— les hablo a mis hombres sin mirarlos, mis ojos están sobre la deliciosa pelirroja que camina hasta el imbécil del vampiro. Lo abraza y luego ríe de algo que él le dice.

*¡Quita a ese chupasangre de encima de nuestra Luna!*

-Drake, no puedo.-

*¡Gilipollas, aquí no solo sufres tu, yo también!*

Rasco mi nuca y camino hasta ellos, el cabron me mira y luego baja la cabeza en forma de saludo. Bien al menos sabe su lugar.

—¿Qué fue lo que hablamos Liz?.— le reprocho, logrando que ella me mire al fin.

—No recuerdo nada.— vuelve su mirada al chupa sangre. —¡Mañana a primera hora entrenamos!.— le deja un beso en la mejilla *¡Gilipollas!* recibo insultos de Drake y me siento un imbécil viendo esto. — Descansa Yeuri.— se gira quedando frente a mi y sonríe, se que esa sonrisa es solo de burla.

—¿Dónde dormiré?.— la tomo del brazo y la arrastró hasta el interior de la mansión. —¡Suéltame, maldito canalla, suéltame, te digo que me sueltes!.— grita mientras me golpea ¡Carajo! Sus golpes duelen, pero me resisto. La llevaré a mi habitación y ahí será donde dormirá. Antes de subir las escaleras, la sujeto con fuerza, llevo sus brazos a su espalda y la pego así a mi cuerpo, golpeando su rico culo en mi polla. De esta forma la subo al segundo piso, sus pasos son guiados por los míos, sus manos son peligrosas sueltas. Llegamos a la puerta de mi habitación, la abro y nos ingresamos al interior. Siento como su cuerpo se tensa y eso me causa risa.

—¡Bienvenida a tus aposentos dulce Liz!.— escucho a la perfección como pasa saliva y su cuerpo tiembla. Nunca la tomaría a la fuerza, pero deseo tenerla en mi cama, así sea durmiendo.

Se que soy un gilipollas por lo que quiero hacer con ella, pero tampoco la quiero con otro hombre. *¿Pero tú si entre otros coños?* Drake nuevamente.

—¡Yo no quiero estar aquí!.— su voz quebrada y su respiración agitada me dicen cosas muy diferentes a la vez.

—Pero es lo que te toca mi loba guerrera.— hundo mi nariz en su cuello, absorbiendo su aroma, sintiendo mi pene endurecerse, la suelto alejándome de ella. — Acomódate, saldré a hacer algo.— camino hasta la puerta y luego me giro. —¡Te dejaré encerrada, no confío en ti!.— abro la puerta y antes de salir su dulce voz, pero cargada de rabia retumba en mis oídos.

—¡Tampoco confío en ti maldito loco!.—





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