Capitulo 2

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Una pequeña mujer con su cabello ondulado y tan rojo como la sangre, miraba su reflejo en el espejo de cuerpo completo. Aquella noche todas las mujeres solteras de su manada debían asistir a la gran fiesta realizada por el Alpha de su manada. Ella no quería, ella no era como las demás lobas deseosas por pasar al menos una noche con el atractivo moreno. Pero es que ella sabía perfectamente que en aquella reunión no iban a escoger a una mujer para pasar una noche de lujuria. No, en aquella mansión se iba a escoger a la Luna y ella no quería hacer tal cosa, se guardaba con fervor para su compañero, canalizaba toda su ansiedad ante la espera de su igual luchando en el campo de entrenamiento. Aunque se le negará prepararse para ir a una posible guerra, ella igual concurría, amaba luchar cuerpo a cuerpo con aquellos enormes hombres. Sentir su sangre correr con intensidad ante un ataque.

Pero en este preciso momento ella sentía angustia, no se sentía como siempre, ella sentía nostalgia en corazón.

—¡Mamá no quiero ir!.— miró a su madre a través del espejo, encontrándose con los mismos ojos rasgados y color verdosos que los suyos.

—Sabes que no puedes negarte Liz, es una orden del Alpha.— apretó sus dientes entre si y camino hasta su pequeño guardarropa en color blanco que tenía en su habitación.

—¡No comprendo el afán del Alpha!.— se quejó mientras sacaba un vestido en color rosa. — Iré, pero como me escoja, haré todo lo posible para que me liberé, yo no soy su luna.— la seguridad con que pronunciaba aquellas palabras hicieron que su madre temiera. Sabía que su hija era dulce, pero también era una mujer con carácter que jamás se sometería a cualquier orden.

—Solo intenta no causar problemas Liz, vas y en cuanto el Alpha escoja regresas a casa.— la mujer dejo un beso en la frente de su hija y camino hasta la puerta. — Iré a ver qué está haciendo tu hermana, ella si está muy enojada por no tener la edad adecuada para asistir a la reunión.— la dulce mujer salió de la habitación, dejando a una Liz desconforme con todo lo que estaba pasando.

(****)

Liz ingresaba por la gran puerta de la gran mansión del Alpha Ethan Allen, vio a muchas de sus amigas con la emoción brillando en sus ojos, todas hermosas. Cada una se había esmerado en su apariencia, con vestidos elegantes y demasiados reveladores. Mientras ella habia decidido ir con un vestido en color rosa, con detalles en la cintura de pequeñas piedras y bordados en color fucsia, unos tacones no muy altos en color crema y su cabello suelto, con un muy sencillo maquillaje. Ella así se sentía bien y tampoco quería llamar demasiada la atención, lo que menos quería era que aquel lobo pusiera sus ojos en ella.

Camino hasta el pequeño grupo donde se encontraban sus amigas, las cuales miraron de pies a cabeza a la pelirroja.

—¡Por la diosa Liz!.— exclamó Siena, una morena de ojos verdes. —¿A caso no te avisaron a qué era que veníamos aquí?.— la extravagante chica soltó aquellas palabras sin maldad, la morena siempre era directa y eso a Liz no le molestaba.

—¡Siena no me jodas, sabes que no estoy de acuerdo con esto!.— alcanzó a pronunciar cuando sintieron la potente aura de su Alpha, obligándolas a reunirse todas en una hilera como se lo habían ordenado.

Miro a su Alpha, ella le tenía mucho respeto. Aquel lobo era justo con su gente y con el padre de Liz siempre fue un buen líder.

Lo vio caminar lentamente mirando a cada una de las mujeres, ella sentía sus manos sudorosas, su corazón bombeaba tan fuerte que temía que se le saliera por la boca. Su mirada estaba fija al frente, no quería que notarán lo nerviosa y lo desesperaba que estaba por salir de aquel salón. Su campo de visión fue interrumpida por un enorme cuerpo, para de inmediato sentir como la enorme mano del Alpha la tomaba entre las suyas y dejó un delicado beso en su dorso. Se sentía nerviosa, pero todo fue peor cuando escucho las palabras que aquel lobo gritó.

—¡Ella será su Luna!.— el estómago de Liz dio un vuelco, no quería aquello. Su loba lloraba en su interior y ella tenía la necesidad de salir corriendo de aquel lugar. Pero su lealtad era más fuerte. Por lo que pasó saliva y fingió una sonrisa. Ella hablaría con su Alpha a solas.

No quería estar con aquel hombre, ella soñaba con entregarse solo a su compañero.

Las miradas de envidia fueron las primeras en hacerse notar, en aquel salón más de una loba estaría encantada de entregarse a Ethan Allen.







Las miradas de envidia fueron las primeras en hacerse notar, en aquel salón más de una loba estaría encantada de entregarse a Ethan Allen

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