Capitulo 31: Complacer

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Una vez le dijeron que el instinto de supervivencia son aquellas acciones que en situaciones limite llevan a alguien a hacer cosas que no harían en otros contextos. Muchas veces mucha gente saca fuerza física que no sabían que tenían o reaccionan de maneras sorprendentes, intentan huir o realizar maniobras que eran impensadas. La adrenalina, el miedo o simplemente la sensación de estar en riesgo producen automáticamente que el humano necesite adaptarse: a lo que suceda, a lo que pase, a lo que sea, con tal de preservarse.

Y Clara supo cuando se encontró parada en ese living, con su mochila puesta y la puerta cerrada que no quedaba otra opción que sentarse a hablar e intentar evadir el riesgo. Intentar llevar las cosas para el lugar menos peligroso, maniobrar, manipular, jugar ese juego. Ese juego que muchas veces jugó con quince años y muchos menos recursos emocionales.

— Perdón Clara — cuando estaba por responder con seriedad a Agustin, que la miraba con una sonrisa soberbia, la sorprendió la voz de Emilia. Ella no la miraba, solo estaba parada a un costado, con la espalda en una de las paredes y se mordía con fuerza los labios, una y otra y otra vez.

A Clara no le enojó, ni le dio bronca, lo cual la sorprendió, sino que más bien le dio pena. ¿Qué le había hecho Agustin para que Emilia acceda a esto?

— Andate Emi — indicó él removiendo su whisky desde el sillón — necesito hablar a solas con Clarita.

— No le hagas nada, no seas pelotudo — pese a la primera imagen que la rubia dio, Clara tuvo que morderse el labio para creerse ese cambio de actitud.

O ella era extremadamente ingenua, lo cual era una posibilidad gigante, o Emilia cambiaba sus formas cada segundo, cada minuto, de manera impulsiva. Porque solamente dos instantes después de mostrarse acongojada le hablaba a Agustin con total normalidad, como si la confianza existiera entre los dos, como si fueran amigos o conocidos o algo. Lo que sea, era la actitud que Emilia siempre había tenido con el mundo: fingir y caer bien, estar en pose, complacer. Porque era de esas que, con tal de complacer, cambian. Con tal de complacer se meterían hasta en la boca del lobo para conseguir lo que sea que quieran, lo que sea que se les ocurra. Y la forma en la que ella miraba a Agustin y sobre todo la manera en la que él se reía de ella, le demostraba que justamente eso era lo que estaba ocurriendo. Emilia no tardó ni dos segundos en desaparecer hacia la cocina y dejarlos solos. 

— ¿Qué queres? — Clara junto valor y tomó asiento frente a él con seguridad. Demostrar miedo nunca fue efectivo.

— ¿Qué creíste? — Agustin dejó su vaso de whisky sobre la mesa y la miró fijamente a los ojos — ¿Qué me iba a olvidar de todo?

— Me dijo Leandro que estuviste internado — tomarlo por sorpresa le dio un poco de adrenalina. La mirada de su hermano se oscureció, demostrando que era obvio que él no esperaba que ella sepa eso.

— Supongo que en algún momento era obvio que todo iba a salir a la luz ¿no hermanita? — carcajeo, suspirando. — Yo no me voy a cansar hasta hacerte la vida imposible, que quede claro. Como vos me la hiciste a mí.

— Yo no te hice nada — casi que fue un susurro, aunque suficiente para que él lo escuche.

— ¿No? No solo me arruinaste mi mejor negocio, sino que además te hiciste la cocorita con mamá y papá y adivina ¿Qué? — Clara carcajeo.

¿Qué? Ya estaba entregada. No había mucho que pudiese hacer mas que escuchar lo que sea que ese demente tuviera que decirle. Porque las drogas eran un momento en la vida de su hermano, pero su enfermedad mental era crónica, casi que era obvio, casi que ella siempre lo supo. No era caprichoso, querer entender la mente de su hermano casi que era lo que la llevo a estudiar psicología, a tratar de entender. A dejar de sentirse culpable, a ver más allá de ella: no había nada que pudiese hacer para evitarlo.

Claroscuro - Enzo FernándezWhere stories live. Discover now