Capítulo 17: Besos que arden

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Enzo tomó aire antes de pisar el salón principal de la mano de Valentina. Ella temblaba y no lo miraba. Y sus nervios lo enloquecían a él, que no sabía que más hacer para que ella pueda estar tranquila. El camino hacia la mesa que les tocaba fue lento, los novios ya estaban en el salón saludando gente y ellos se dirigían hacia donde les habían indicado debían ir. Y permanecer. Porque en esa mesa se encontraban todos los jugadores de River Plate, amigos de Camila y Alexis.

Y eso la incluía a Clara, que cuando todos voltearon con jolgorio a saludarlos a Valentina y él, lo miró con una sonrisa tranquilizadora. Enzo no sabía descifrar si se debía a que se esperaba que esta escena sucediese, a si le molestaba algo o si no debía darle importancia. Pero lo hacía, le daba importancia, le incomodaba la idea de que ellas se junten. Y en algún punto lo frustraba tener que mantener las distancias. El vestido que Clara llevaba era hermoso, estaba hermosa.

— Ey, Enzo — Agus Palavecino tironeó de su brazo, desconectando su vista de los ojos de ella. – Hace mucho que no los veía juntos. ¿Qué onda? — le susurró por lo bajo. Valentina hablaba con Estefania animadamente a unos metros, se habían soltado la mano, pero la mirada de la morocha seguía sobre él, intimidándolo. — ¿Estas bien?

— Si — asintió forzando una sonrisa. Lo iba a intentar, lo había prometido. Valentina debía ser feliz, debía estar bien. — Si, estamos bien, estamos intentando... estar bien.

— Me alegro amigo, se lo merecen — golpeó suavemente su hombro. Julián se les unió con una mirada seria, no creyendo en absoluto sus palabras.

Enzo suplicó para sus adentros que el cordobés no omitiera opinión. No quería que nadie se enterase de las noches que pasaba en la casa de él, de como solía huir de ella. Era vox populi sus engaños, sus noches de gira y sus amantes: casi todos los presentes lo sabían, inclusive su propia novia. Pero Enzo sabia que eso estaba dentro de los umbrales de lo "aceptable" en el mundo del futbol, huir de su casa y de su novia y ni siquiera esforzarse en disimularlo, definitivamente no.

— ¿Vos viniste con Luz? — la mejor forma de salir de ese tema que se le ocurrió fue desviarlo, señalando con la cabeza a la nombrada, que hablaba con Clara de forma tímida. — Tu hermana se quiere matar.

— Culpa de Oriana — se quejó el cordobés. La recién nombrada se acercó algo ofendida, con Paulo detrás de ella. Esa escena en ese grupo de amigos era normal. Si bien Paulo era conocido ya por todos, la que era amiga del grupo hace años era Oriana.

— Ori ¿Cómo andas? — Enzo la saludó con una sonrisa. Oriana lo abrazó con cariño.

— ¿A Pau lo conocías? Él es Enzo, bueno, él Paulo.

— ¿Cómo no voy a saber quién es? Nos vimos en el predio de Ezeiza — aclaró Enzo, saludándolo en un intento de tranquilidad. No podía normalizar encontrarse con los jugadores de la selección argentina, no cuando hace meses gritaba desaforado en los partidos. No cuando era su sueño. Julián y algunos de sus compañeros lo tenían mucho más normalizado: no solo el castaño había sido cuñado de Paredes, sino que también era convocado en la selección mayor hacía tiempo. A él todo seguía sorprendiéndole.

— ¿Otro que viene solo? — pregunta Paulo con inocencia, a un lado de Lucas, quien rió. Enzo negó, señalando con su cabeza a Valentina, quien continuaba hablando con Estefania.

De todas las personas presentes Estefania era la mejor amiga de Valentina. Enzo sabia por Agustin que no se veían hace muchísimo tiempo, pero en su momento lo eran. Oriana nunca fue demasiado cercana. La morocha solía mantener distancia, tampoco era muy amiga de él, Agustina y ella eran un tema aparte. Se aislaban, mantenían un hermetismo un poco extraño a los ojos del resto. Hermetismo que nadie en ese grupo podía romper, a excepción pareciera por Clara.

Claroscuro - Enzo FernándezWhere stories live. Discover now