Claroscuro - Enzo Fernández

Capítulo 5: Fingir

Miércoles por la mañana. Le dolía la cabeza. Los resabios de la noche anterior le hacían añicos la mente mientras se preparaba un té con la intensión de calmar su malestar. Finalmente, había desistido de continuar su noche caótica en otro lado y había regresado a su casa a dormir. Era raro que lo haga. Hacia meses que cada vez que salía regresaba al día siguiente, casi siempre luego del mediodía.

A Valentina parecía no importarle. Nada parecía importarle hace año y medio. Se movía como un fantasma por la casa. En un principio no salía de la habitación, no hablaba con nadie, no hacia nada. Ahora sí que lo hacía, pero no con él. O se iba por las mañanas y volvía muy tarde por las noches o simplemente le pasaba por al lado ignorándolo. Enzo trató en un comienzo: se acercó, le habló con tranquilidad, le habló con enojo. Le dio su tiempo. Se alejó, volvió a acercarse. Valentina, sin embargo, no respondía o si lo hacía, era con monosílabos. Con una mirada fría. Con una sonrisa agria, con un malestar en el cuerpo que le decía todo el tiempo: "fuiste vos, vos lo hiciste, vos mataste a Olivia". Enzo no aguantó mas y se apartó lo mas que pudo.

— ¿Vas hoy al barrio? — Por eso esa pregunta le chocó tanto. La voz de Valentina no sonaba enojada, tampoco feliz, era neutra. Lo mira parada en la puerta de la cocina, seria, muy seria, pero sin esa expresión hiriente. Viste una calza negra, una remera deportiva y zapatillas de color verde. Sus ojos claros lo examinan como queriendo saber que piensa, pero Enzo no la dejaría entrar jamás a su cabeza.

— Si, en diez minutos salgo para allá. — informó lentamente, atento a la respuesta de ella. Valen asintió y suspiro.

— ¿Puedo ir con vos?

Una ráfaga de sorpresa cruza el semblante del morocho, quien se aclara la garganta antes de asentir con ganas. Valentina le sonríe levemente, sin expresión alguna y se aleja hacia otra habitación, dejándolo solo nuevamente.

¿Qué carajo significaba eso? Pidió un auto mientras se debatía internamente que hacer. ¿Hablarle como si nada? ¿Abrazarla? ¿Le tenia que decir todo lo que ese año y medio no le dijo? Aunque la respuesta fuera afirmativa no hay forma que suceda. El rencor le abraza la cabeza y no lo deja pensar. Trataría de ser lo mas amable posible, pero Enzo no podía hacer de cuenta que nada sucedía.

Se reunió con ella minutos después en el living de la casa. Valentina miraba su celular, sentada en el sillón. Su pelo negro estaba recogido en una coleta que le quedaba perfecta. Valentina era perfecta. Desde chica que se destacaba sobre las demás, muy bella físicamente pero también extremadamente inteligente. Audaz, ruda, con su mismo sentido del humor. Desde lo sucedido que ella no había vuelto a ser la misma. Esa Valentina había muerto con Olivia y Enzo no podía dejar de recordarla cada vez que sus miradas se encontraban.

— ¿Ya vamos?

— Si. Pedí un auto, debe estar llegando.

Si de algo estaba seguro es que no volvería a conducir un auto con ella dentro. O al menos no por ahora. No el día que había decidido volver a hablarle mas de dos palabras. En silencio, los dos se subieron a un coche de alta gama que paso a buscarlos por la puerta. Enzo dio las indicaciones al chofer y se removió incomodo en el asiento.

Si bien estaban cerca parecían muy lejos. Valentina no soltaba su celular y Enzo se enfocó en mirar por la ventanilla el camino hacia su barrio natal. San Martin no era lejos de donde vivían, tan solo unos kilómetros. Toda su familia vivía allí y la de Valentina también, recordó que prometió parar a ver a su madre y que su hermano le pidió entradas para el partido. El potrero que lo vio crecer se abría paso ante sus ojos cuando tanto él como Valentina descendieron del auto minuto después.

— Voy a ver a mi mamá cuando termine acá. ¿Queres venir? — ella comenzaba a alejarse unos pasos cuando la voz de él la detuvo. Volteó para verlo con seriedad. Continuaba inexpresiva, pero Enzo prefería ello a la crueldad con que lo miraba meses atrás.