~5~

1.1K 40 18
                                    

Se había portado muy bien conmigo, así que merecía saberlo.
-Me autolesiono. Sólo a veces, cuando no soy capaz de gestionar mis propias emociones y tengo que liberar el dolor mental de alguna forma, acabo convirtiéndolo en físico. He intentado salir, pero siempre acabo recayendo, y no he podido. Hay veces que incluso me he planteado rendirme. Vivir, es complicado, pero sobrevivir, lo es aún más. Y yo creo que llevo tiempo sobreviviendo. ¿No te ha pasado que quieres desaparecer? Pues hay días en los que yo quiero, para siempre. Alguna vez me lo he planteado en serio, ¿a quién le importaría se me fuera? Probablemente a nadie. Pero soy demasiado cobarde como para hacerlo, así que solo se queda en una idea, en un pensamiento.
Noté como me rodeaba con sus brazos, sin decir nada, acariciando con sus pulgares mi cintura, mis cicatrices.
Y no pude evitar llorar.
-Ahora no estás solo, Martin, estoy contigo.
Y escuché como él empezaba a llorar también.
Deduje que el también tenía guerras que ganar.
Cuando dejamos de llorar, nos miramos a los ojos, parecía que estaban hablando nuestras miradas por nosotros.
Había un conexión especial.
Si mirada me transmitía tranquilidad.
Rompí el contacto visual para ver nuestras manos, entrelazadas.
Y le volví a mirar.
Noté el frío, y que no me había llegado a poner la camiseta, y solté sus manos.
-Me voy a poner la camiseta.-
Dije.
Y eso hice.
-Estoy cansado, no sé tu pero yo quiero dormir ya.- me dijo mientras tanto.
-Vale, me voy al salón a dormir, hasta mañana. Le contesté.
Y cuando fui a salir por la puerta, note como sujetó mi mano.
-Mis compañeros de piso llegarán en unas horas, es mejor que duermas aquí, hay más intimidad. Y yo duermo en el sofá.
-No puedo dormir yo en tu cama y tú en el sofá.- Le dije.
-A mi me da igual, tú tranquilo.
Deshizo su cama, y se quedó esperando aque entrara.
-gracias
Se giró para irse y me sentí solo, me sentí vacío de nuevo.
-¿Juanjo?
-¿Sí?
-No te vayas, por favor.-
-Tengo que dormir yo también.-Dijo, en un tono amable.
-Duerme conmigo.
Ni yo sé cómo dije eso, pero lo siguiente que vi era como entraba en la cama, conmigo.
Nos colocamos dándonos la espalda.
-Buenas noches.- le dije.
-Buenas noches Martin.-
Cuando desperté a las pocas horas, nuestra posición había cambiado, y no sé en qué momento estábamos cara a cara, pero si que fui consciente de como pasó su brazo por mi cuello para abrazarme mientras seguía dormido.
Y yo no me opuse.
Y de cómo coloqué la cabeza en su pecho, y me acurruqué sobre el.
Era como estar en el cielo.
Era un sueño.
Ojalá que no lo fuera.
O si lo era, solo pedía no despertar nunca.
Me dormí escuchando su corazón latir.
Desperté, y estaba solo en su cama.
Supuse que ya de había levantado.
Así que salí de la habitación.
Fui a la cocina, esperando encontrármelo desayunando.
Pero se me olvidó que no vivía solo.
Y cuando abrí la puerta, lo vi hablando con una chica y un chico, que no conocía.
-Juanjo.-
Se giraron los tres a verme, y pararon de hablar.
-Pero bueno Juanjoo, ¿no nos lo presentas?
La chica frunció le ceño, quizás porque me reconoció de la fiesta.
-Lleva tú ropa, y ¿esa no era tu camiseta favorita?
-Que va, le di lo primero que pillé.
-Entonces aprovechasteis el tiempo haciendo otras cosas...
-Eres idiota. Sabes que soy hetero.
-Y has dormido con un chaval que tiene una pinta que le gusten los chicos que vaya.
-Álvaro, calla.-le dijo Bea.
Es verdad que me incómodo su comentario.
-Que se le note que no es hetero no es un insulto eh. A qué no eres hetero.
-No...
-lo sabía.
- ¿No eres hetero?.- Me preguntó Juanjo
-No
-¿He dormido con un hombre, al que le gustan los hombres? ¿Crees que soy gay o algo? No me digas que te gusto.
Se notaba el asco en cada una de sus palabras.
Yo le daba asco.
-No me gustas Juanjo.
-Claro que le gustas, se le nota.-Dijo Álvaro
-Oye, parad ya ¿no?.-dijo Bea intentado suavizar el asunto.
-No me gustas.- repetí.
-No me malinterpretes, pero yo no quiero nada contigo, que haya sido buena persona no significa que me interese eh. Que a mí me gustan las tías, chicas guapas, rubias, yo que sé. No tíos raros, con bigote y pelo de vagabundo ¿sabes?.

Raro, el también pensaba que era raro.
Sus palabras dolían más que cualquier herida, que cualquier otra cosa.
Porque había empezado a confiar en él. Porque él había curado mis heridas. Y ahora estaba creando otras nuevas.
Era como los demás.
-No soy raro.- dije intentando defenderme.
-¿Te has mirado al espejo?.-dijo Álvaro.
-Te estás pasando.- Bea seguía intentadolo.
Empecé a ponerme nervioso.
No podía creer que habían dicho esas cosas.
-Ehh, Martin, devuélveme mi ropa, que no quiero que parezca que se me ha pegado lo tuyo, ya...sabes.- Dijo Juanjo.
-¿Lo dices enserio?.- le dije incrédulo.
No parecía el Juanjo que había conocido la noche anterior. Había cambiado.
Empecé a notar un nudo en mi garganta.
Bea se levantó y vino hacia mí.
-Sal un segundo a la terraza a que te dé el aire, mientras hablo con ellos, anda.-me dijo, comprendiéndome.
Salí y me puse a ver las vistas.
Intenté no pensar mucho.
Pasó un rato, y empezó a hacer mal tiempo, escuchaba gritos desde la cocina.
Estaban peleando por mí culpa.
Siempre traía problemas.
El viento cerró la puerta que daba a la terraza, y me quedé encerrado fuera.
Di golpes en la puerta, pero sus gritos hacían que no me escucharan.
Empezó a chispear.
Perfecto.
Apretó bastante rápido, y empezé a notar cómo me mojaba la lluvia.
Supuse que había pasado alrededor de una hora cuando estaba sentado, escondiendo mi cara entre mis piernas de nuevo, chorreando y tiritando por la lluvia.
Me habia rendido hacia un rato ya, así que solo estaba esperando.
Me replantee si era verdad que era tan raro.
Siempre era lo mismo.
Raro, raro, raro.
Juanjo había resultado ser una decepción más.
Mis pensamientos estaban llenos de tristeza.
Recordé como había acabado la última vez que hablé con mi padre.
Cuando me dijo que deseaba que no fuera su hijo. La decepción en la mirada de mi madre.
O cuando mi hermana me dijo que estaba cansada de mi y que ojalá no me volviera a ver.
Nadie estaba esperando por mí.
Tendría que volver a la universidad a que se rieran de mí.
No quería volver.
Y nadie necesitaba que volviera.
Me habría gustado tener el móvil y grabar mi despedida, algún mensaje por si alguien quería mirar.
Pero tampoco tenía a nadie a quien hablarle.
Me habría gustado escribir a mis dos amigas, Chiara y Ruslana y darles alguna explicación.
Pero nos conocíamos muy poco, y me superarían sin problema.
Quizás no estaba pensando con claridad cuando me asomé a ver la altura del piso.
O cuando me subí a el muro.
O cuando me giré mirando la puerta, esperando una señal, para no dejarlo todo atrás.
Para no irme de aquí.
No pasó nada.
Así que deje que mi peso tirara para atrás, me dejé fluir con la lluvia.
Y justo cuando supe que no había vuelta atrás, y empezaba a caer.
Vi a Juanjo abrir la puerta.
Y salir corriendo hacia mí, intentando coger mi mano, intentando no dejarme caer.
-Martin.- grito
-No.- gritaba
No llegó a tiempo.
Si hubiera entrado un segundo antes, probablemente no había pasado nada. Pero solo pude notar las lágrimas que salían de sus ojos cuando aceptó que ya no podía hacer nada, que me había perdido y que no volvería, que no había llegado a tiempo.
Esos segundos.
Parecía que todo iba en cámara lenta.
Y nunca olvidaré, como vi su alma romperse a través de sus ojos.
Asomándose desde la terraza.
Viéndome caer.
Derrepente, todo se volvió negro. Y noté como mi espalda tocaba el suelo.
¿Ese era mi fin?





__________

Holaa
Lo dicho
Salvar Martin y Juanjo favorito
Y recordar
Que no todo es lo que parece
Tranquilidad
Que la historia no acaba aquí

La inseguridad de su mirada~juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora