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Había llegado uno de los días más esperados por Aless.

Por fin iba a deshacerse del yeso.

Sentía su brazo recuperado y listo para funcionar. Se había prometido asimismo ir con más cuidado de ahora en adelante. Sus extremidades se habían convertido en partes sagradas de su ser.

Al llegar al hospital los atendieron rápidamente. La enfermera le indicó que se ubicara en un box y retirara su ropa para que el proceso fuera más cómodo.

Mientras Maxi firmaba los documentos en la recepción él se entretuvo con la agradable mujer.

—Por fin voy a poder moverme.

—Creo que usted es el paciente que ha tenido por más tiempo un yeso en este lugar. —dijo con diversión —Jamás había atendido a alguien así.

—Fui muy descuidado. ¿Tendré que guardar reposo o restricciones?

—Si tiene molestias podría asistir con el fisioterapeuta o a un spa para que le den masajes en los músculos de la espalda y el hombro. —indicó mientras preparaba la sierra y empezaba a cortar el material —Debe hacer ligeros ejercicios primero para entrenar los tendones y que se acostumbre a la actividad con este brazo.

—¿Qué hay de levantar peso? —tenía que ponerse en forma y ganar la masa muscular que había perdido.

—Lo recomiendo pero no más de cinco kilos al comienzo. —ya había eliminado la primera capa y se estaba ayudando de pinzas y tijeras para liberarlo.

—Vale. Agradezco todos sus consejos, Doc. —le sonrió con galantería y aunque por lo menos tendría unos cuarenta años, la mujer no pudo ocultar su sonrojo.

Maxi entró a tiempo para presenciar la escena y arqueó una ceja al ver sus penosos intentos por ser encantador.

—No hay problema. —se deshizo de los sobrantes y salió del cubículo dándole las últimas instrucciones. —Espero no volver a verlo por aquí.

Aless le sonrió otra vez y se despidió de ella. Su hermano lo apuró para que se marcharan al auto ya que llegarían tarde a la compañía y sus pendientes eran demasiados.

En todo el camino no dejó de mover el brazo para probar su resistencia. No estaba tan mal y no sentía tanto dolor como semanas atrás. Su flexibilidad y reflejos eran óptimos y ya se veía levantando pesas o durmiendo del lado izquierdo.

Ya en la empresa ambos tomaron rumbos diferentes y se dedicaron a completar sus tareas. Muchos lo miraron con curiosidad al notar que el cabestrillo ya no hacía parte de su indumentaria pero no le lanzaron ningún comentario.

Para mediodía Maxi le pidió que almorzaran juntos en un restaurante cercano puesto que no tenían reuniones programadas y podían tener al menos una hora de tranquilidad.

El único detalle con el que no estaba de acuerdo es que también hubiera invitado a Elizabeth a merendar con ellos. ¿Por qué era tan difícil separar a estos dos?

Si no fuera a casarse con Melody definitivamente todos ya habrían sacado sus propias conclusiones respecto a su extraña relación.

Sin embargo, la necesidad de molestar a la rubia había desaparecido el mismo día del incidente en el hotel. Desde que la había visto comportarse como una persona de verdad él había empezado a tratarla con más cortesía y amabilidad.

¿Recibía el mismo trato de vuelta?

No siempre pero ya no se lanzaban insultos ni miradas reprobatorias. Maxi recién lo notaba y tal vez por eso creía que estaba bien que coincidieran todo el tiempo.

Cuidado Con AlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora