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Era el domingo más tranquilo que había tenido desde hacía mucho tiempo.

Aless disfrutaba del buen clima de Londres junto a su abuela en el jardín de la casa de sus padres.

La familia estaba completa aquella tarde.

Gina había regresado de Cardiff y ayudaba a Mary a hornear una tarta, Luca y Maxi estaban a cargo de la parrillada y Melody estaba arreglando la mesa para que pudieran disfrutar de toda esa comida en unos minutos.

Aunque Aless estaba revisando un contrato para una reunión importante que tendría al día siguiente, su ánimo estaba por los cielos.

Solo estaba repasando la información que tenía el documento porque tendría que ir a la sesión con Elizabeth Beckett y no pensaba dejar que ella lo opacara o que incluso dijera algo errado frente a Harold Jensen. El hombre que los estaba impulsando en el mercado.

Pero la ventaja era de aquella mujer. Era ella quien siempre trataba con el empresario y por ende tendrían más armonía.

Lamentaba que Maxi no lo acompañará pero era entendible que tenía más asuntos por tratar.

—¿Quieres limonada? —le preguntó su abuela con una preciosa sonrisa. Adoraba a esa mujer con su corazón y no podría ser más feliz de tenerla con vida aún.

—Si —no permitió que la anciana se levantara. Él mismo sirvió el líquido en dos vasos con hielo y también le ofreció del plato con galletas que había robado de la cocina.

—Creo que no lo he mencionado antes pero me alegra que hayas vuelto. —dijo Clarissa después de un rato.

—Y a mi me alegra haber vuelto. —dejó sobre la mesa su computadora y tomó una de sus manos para llevarsela a los labios y besar sus nudillos. —Lamento todo lo que hice.

—Oh cariño, nadie más que yo entiende tú dolor. —era cierto. Ella había perdido a su esposo. A su alma gemela. —No justifico tu comportamiento pero tampoco te condené nunca.

—¿Es porque soy el favorito? —preguntó en broma para quitarle seriedad a la charla. Se sentía muy sensible aquel día y si ella lo trataba con tanto cariño iba a echarse a llorar.

—No lo digas frente a tus hermanos —le respondió guiñando un ojo.

—Gracias por tu apoyo. —volvió a besar sus dedos y la liberó para seguir con su trabajo.

Clarissa lo acompañó unos minutos más en silencio hasta que el sol fue demasiado para ella y tuvo que entrar a la casa.

Aless ya había terminado de revisar sus pendientes y se sentía preparado para enfrentar la semana laboral que se avecinaba.

Y todo sería perfecto si la noche anterior no hubiera tenido otra pesadilla con Jane.

Tenía que encontrar a la joven o iba a volverse loco definitivamente.

Tenía que tomar cartas en el asunto con prontitud. Estaba muy seguro que ella no había sido producto de su imaginación y quería saber si estaba bien o no.

Si estaba viva y tenía salud o había fallecido.

La idea de que estuviera muerta lo enloquecía.

Si hubiera sido más cuidadoso aquella noche no tendria el brazo enyesado, seguiría habitando su lujoso departamento de soltero, tendría su licencia de conducir y su grandioso auto deportivo.

Pero ahora entendía que si no hubiera sucedido nada de eso tampoco estaría a punto de tener un almuerzo familiar con sus seres queridos y tampoco se hubiera recuperado.

Cuidado Con AlessWhere stories live. Discover now