14

81 7 0
                                    


El catálogo de nueva joyería acababa de llegar a su escritorio y Aless se entretuvo un buen rato pasando las páginas y revisando los productos que estarían disponibles en unos días en sus tres tiendas centrales.

Los diseñadores que habían contratado eran unos verdaderos artistas y debía admitir que eran creativos.

Él no se veía asimismo manejando oro y acero con un soplete en la mano y mil herramientas más que posiblemente lo herirían antes de poder usarlas como debería. Prefería manejar los números y darles todo el crédito a sus artesanos.

Hasta el momento el día estaba resultando bastante tranquilo y sin presiones. Había extrañado el trabajo y lo satisfactorio que se sentía ser productivo y apoyar a su familia en el negocio. Su padre ya no necesitaba estresarse por los problemas empresariales y disfrutaba de su merecido retiro.

—Aless, el equipo acaba de enviar el informe de ventas. ¿Quieres revisarlo mientras tomamos café? —le preguntó Adele desde la puerta de su oficina.

La rubia era preciosa. Se lo repetía siempre que la miraba y hablaba con ella. Era una mujer agradable, con sentido del humor, inteligente y lo que más le importaba es que no lo había juzgado por su alcoholismo. Habían charlado una vez de ello y Aless se había sentido cómodo al compartir aquello con ella.

—Por supuesto —se levantó y ambos se encaminaron hasta la cafetería para examinar la información más reciente que les había llegado. —Estaba pensando que deberíamos tener una cita.

Aless se arriesgó y dijo aquello después de pensarlo mucho. Los romances entre compañeros no estaban estrictamente prohibidos pero tampoco significaba que fuera a gritar a los cuatro vientos que quería salir con ella. Ya tenía varios rumores a su alrededor como para levantar más.

—¡Wow! —lo miró estupefacta. A él no le parecía raro la invitación. Llevaban semanas coqueteando mutuamente y la conexión que tenían era muy buena. —¿Lo dices en serio?

—Si.

—¿Tú hermano no se molestaría si se entera? —entendía que estuviera preocupada por su puesto si eso no resultaba bien.

—No es necesario que lo sepa. Y podemos dejar a un lado nuestra relación laboral. Adele lo que menos quiero es que te sientas obligada o algo así. —jamás había forzado a una mujer para que lo aceptara y no empezaría ahora.

—Me gusta que seas todo un caballero, Aless —le sonrió de esa manera en la que solía hacerlo y se supo ganador. —Creo que una cena está noche sería lo mejor.

—Es una cita. —resumió feliz. Había esperado por retomar ese aspecto en su vida y ella era la indicada.

—Es una cita. —le confirmó.

Los dos volvieron a enfocarse en el informe y su día pasó con rapidez debido a los arreglos que le hicieron al documento. Aless aprovechó para preparar otros proyectos y hacer avances para que el resto de la jornada no fuera exhaustiva.

Cuando el reloj dio las seis en punto, quedaron en que Adele llegaría a su departamento ya que Maxi se quedaría con su novia. Aless le había comentado a su hermano del encuentro que tendría con la rubia y a cambio Maxi le indicó que habían preservativos en el baño.

Ciertamente no tendría acción esa noche. Era iluso de su parte pensar eso. Aunque su mente quisiera otra cosa su cuerpo no iba a reaccionar. Lo único en lo que confiaba era en darle un par de besos y ya.

Pensó en cocinar algo delicioso pero en esa ocasión el brazo le dolía demasiado como para hacer tal esfuerzo por lo que decidió pedir a domicilio comida griega. Era de un buen restaurante cerca a la vivienda y ya lo había probado varias veces por lo que sabía que a ella también le agradaría.

Cuidado Con AlessWhere stories live. Discover now