Prólogo: El amanecer de un nuevo día.

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"Ciertamente has aprendido bastante, Zeraora."

Una angelical voz se hacía presente en aquella brillante habitación. Zeraora yacía sentado en medio de ésta, listo para recibir de otra de sus lecciones por parte de la custode de la luz, Cresselia, quien hace tiempo se había dado la tarea de instruir a Zeraora ahora que se quedaría viviendo como un mortal; Ésta se hace presente ante Zeraora, cubierta en un manto de luz.

Zer: Qué puedo decir? El vivir como un mortal ha sido todo lo que quise y más. Soy tan feliz en compañía de todos... en especial Lucario.

Cre: Hasta donde tengo entendido, has estado trabajando para darle una celebración digna de su día número 6,935 de vida.

Zer: *Se rasca la cabeza* Día 6,93... SU CUMPLEAÑOS! ES EL CUMPLEAÑOS DE MI LUCKY PUCKY. Aún hay tantas cosas que debo preparar. La pancarta no está acabada, debo ir a buscar el pastel, buscar cómo sacar a Cinderace de su casa y...

Cre: Zeraora, por favor presta atención. Hay algo importante que debes de saber.

Zer: Ah... claro. Disculpe.

Cre: Esta será tu última lección.

Zer: ...última? Osea última, última o solo la última por un rato?

Cre: Cuando esta lección concluya, llegará el momento de que finalmente recorras el largo camino de la vida por el que pasan los mortales por tu cuenta.

Zeraora se siente algo inquieto por el mensaje, dado que aún no se sentía listo. Es cierto que lo que le había enseñado su tutora hasta el momento le había sido de bastante utilidad, pero... la responsabilidad se sentía como un pesar en su pecho.

Zer: Yo... entiendo.

Cre: El enfoque de esta última lección es que sepas que al ser mortal, nada de lo que tengas durará para siempre. Suena algo cruel, pero escogí ésta como tu última lección para que puedas sacarle provecho al ahora como nunca lo has hecho antes. Encuentra tu felicidad, e intenta hacer esto con aquellos a tu alrededor, porque el tiempo es algo que no se puede regresar.

Zeraora guarda silencio, analizando profundamente la que sería su última lección.

Zer: Gracias, señorita Cresselia. Prometo guardar esta y todas las lecciones que me ha enseñado en estos últimos meses.

Cre: Estoy seguro de que sí, Zeraora. Dicho esto, ha llegado el momento de que finalmente ascienda de mi forma física y forme parte de el cosmos.

Zer: E-espere!

Mientras Cresselia parecía desvanecerse en la luz, Zeraora se levanta rápidamente y le da un fuerte abrazo.

Zer: Lamento haber causado tantos problemas cuando era el tigre dorado, y quiero que sepa que voy a extrañarla mucho... algún día la volveré a ver?

Cresselia sonríe mientras pasaba suavemente su mano por la cabeza de Zeraora.

Cre: Mi niño de la luz. Me verás en todos lados. Yo soy la luz, después de todo. Harás grandes cosas, Zeraora. De eso estoy segura... por favor, cuídate mucho.

Tras escuchar aquellas palabras, Zeraora es despertado abruptamente por el ruido de un reloj que había tomado prestado del capitán Zangoose para despertarse más temprano ese día. Tal fue el susto, que se había caído de la hamaca en la que acostumbraba dormir.

Zer: CONDENADO RELOJ!

De un fuerte puñetazo, Zeraora quiebra el aparato en pedacitos, y a pesar de que debería preocuparse por lo que le dirá el capitán cuando se entere de que lo rompió, las últimas palabras de Cresselia resuenan en su cabeza mientras éste admiraba el aún oscuro cielo.

🏙Aura Electrizante: Parte 2🏙Where stories live. Discover now