CUESTIÓN DE ALMAS

7 3 5
                                    


Aún seguía sentada en aquel sillón, Sam seguía en cunclillas frente a mi, el señor Redick me miraba con cierta curiosidad, me sentía como un animal de zoológico al que todos se quedan viendo.

-Creo que ya me siento mejor- dije mientras respiraba hondo.

-¿Segura?.-Preguntó Sam.

-Si.- respondí mientras tomaba otro poco de agua.- Sam... quiero que me digas la verdad... ¿Que está pasando? ¿Como es que esta habitación aparece en mis sueños? ¿Que significa todo esto? ¿Por qué tu padre dice que soy la razón de aquellos chicos? ¿Por qué te pusiste así cuando te conté lo de mi sueño?.

-¿Sueño?.- interrumpió el señor Redick - ¿Ya tuvo el sueño?.

Yo volteé a verlo bastante sorprendida.

-Si, ya tuvo el sueño... eso es lo que no comprendo todavía.

-¿Que? ¿Como es que ambos hablan así de mi sueño? ¿Es solo un sueño, cierto?.

-No Diana, no es solo un sueño... es digamos, una visión.- intervino nuevamente el señor Redick.

-¿Una Visión? ¿Como que una visión? ¿De que están hablando?.- yo había quedado aún más confundida de lo que ya estaba.

-Más que una visión, es como una advertencia, un mecanismo de alarma- dijo nuevamente el señor Redick.- Lo único extraño, es que aún no debía suceder, aún eres muy joven.

-¿Joven? ¿Como que joven? ¿Sam? ¿DÍGANME DE UNA MALDITA VEZ QUE SUCEDE?.- exploté.

-Tranquilízate Diana, no te alteres.

-¿SAM... COMO QUIERES QUE NO ME ALTERE? ¿AH?... Ustedes están hablando sobre mi, pero al parecer la única que no entiende nada soy yo... ¡¡SAM, EXPLÍCAME DE UNA VEZ QUE ESTÁ PASANDO AQUI!! ... esta habitación, ¿Que tiene que ver esto conmigo?.- volví a explotar, pero esta vez terminé con mis manos cubriendo mi cara, había comenzado a llorar.

Sam me tomó con mucho cariño y me apretó contra su cuerpo, con una mano acariciaba mi cabeza, mientras la otra me apretaba contra su pecho, yo exploté en llanto.

-Tranquila Diana, cálmate un poco, te juro que todo tiene una explicación, solo que es algo complicado, pero antes de que te explique, quiero que te calmes, así podrás oírme con mucha atención, ¿esta bien?.

Asentí sin separarame de él, entre sus brazos me sentía segura, quería respuestas, pero también sabía que Sam tenia razón, debia calmarme un poco.

Pasaron unos minutos y el señor Redick le pidió a Sam que me llevara a otro sitio y en verdad, no podía estar más de acuerdo con él, yo también quería salir de esa habitación. Acto seguido, Sam me tomó por la mano y ambos salimos hasta lo que creí, era la parte trasera de aquella mansión, había una mesa estilo aquellas de tomar té, ambos nos sentamos ahí y alguien de la servidumbre me trajo una taza de té bien caliente y un café a Sam.

Yo tomé en pequeños sorbos aquella taza de té y en verdad, me ayudó bastante, aún así, quería saber que estaba pasando, respiré hondo y mire a Sam.

- Ahora si Sam... quiero que me digas la verdad...¿Qué está pasando aquí?... y no me mientas.

-Nunca lo haría Diana, pero antes de comenzar, te pido una cosa... ten la mente abierta, esto no es fácil de digerir.

-Trataré... por ahora, solo quiero saber que pasa conmigo y que tiene que ver mi sueño.

Yo no me había dado cuenta de que el señor Redick se había colocado detrás de mi, pero si noté cuando Sam lo miró levemente y comenzó a contar la historia más fantástica que yo había escuchado o leído en mi vida.

Citas a MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora