CITAS A MEDIANOCHE

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Los días fueron avanzando con total normalidad, Sam y yo ya no solo hablábamos durante las noches, si no que también lo hacíamos durante casi todo el día. Nos contábamos nuestras cosas, había nacido una muy hermosa amistad, el siempre me regalaba cosas, chocolates y dulces... yo amo los dulces.

Nunca me demostraba que quería algo más de mi, siempre era respetuoso, en alguna de esas conversaciones yo le había dicho que no me gustaba el contacto con las otras personas, así que él hasta el momento había respetado eso.

Ya teníamos conversaciones más profundas, más personales, él poco a poco estaba haciendo algo que no me daba cuenta, me estaba abriendo ante él.

Un día mi madre me dice que no se estaba sintiendo bien y en ese momento, toda esa situación volvió a hacer efecto en mi, recordé lo del cáncer, mi madre me dice que se le está haciendo difícil conseguir el tratamiento, pero que mi papa hacia hasta lo imposible por conseguirselo, pero que las cosas habían empeorado porque por mi papá, estar pendiente de ella, lo habían botado de su trabajo en el cual llevaba más de 20 años, pero con ayuda de sus liquidaciones estaban, logrando sustentar la situación.

Aquella noticia me cayó de la patada, mis ánimos cayeron de nuevo al piso, pero esta vez, todo seria distinto, Sam se dió cuenta de que algo no estaba bien, pues hasta ese entonces yo no le había contado nada, no tenia porqué. Él por si mismo, se dio cuenta de mi cambio de humor e hizo algo que marcaría un antes y un después en mi historia.

Esa noche, no pude más con la tristeza que sentía por dentro, la frustración de no estar con mi madre, el querer ayudar a mi padre, todo se acumuló durante días y esa noche exploté, comencé a llorar y llorar.

¿A donde va uno cuando le duele así el corazón, cuando todo el mundo se te viene encima?.

Eran cerca de la medianoche, yo estaba abrazada a mi peluche, al menos el podía acompañarme y no sentirme tan sola, de pronto, escucho un peque ruido en mi ventana, era como el de quella vez, así que me levanté y cuando abrí la ventana, ahí estaba Sam.

Él inmediatamente se dió cuenta de que no estaba bien, su cara me dijo todo, así que en un impulso y cometiendo una gran locura, Sam bajó del árbol y entró a mi habitación, al principio yo no podía creerlo, a decir verdad, mi mente no pensaba en nada, el me tomó por las mejillas, secó una lágrima que iba rodando y en un peque instante, me tomó entre sus brazos, yo clavé mi cara en su pecho y volví a explotar en llanto.

Sam no decía nada, simplemente me abrazaba contra su pecho, sus manos me acariciaban el cabello. Olvidé por completo que no me gustaba abrazar a las personas, es más, no queria que Sam fuera a soltarme.

Es complicado cuando alguien encuentra un lugar seguro, un lugar donde te puedas calmar, un sitio en el cual puedas expresarte, un pequeño refugio y lo encuentras en medio de los brazos de otra persona.

No hay palabra o sentimiento que pueda expresar mejor lo que sentí en ese momento, que Paz... Sam me había dado en ese abrazo la paz que necesitaba en ese momento.

Yo lloré todo lo que podía, pero luego entre en razón, yo soy una persona muy reservada, no me gustaban los abrazos, y mucho menos me gustaba que alguien me viera llorar, y esa noche estaba haciendo ambas.

Fué tan extraño.

Luego me dió vergüenza, estaba con un chico en mi habitación, vestida en mi ropa de indigente, abrazada con él. De un movimiento me solté del abrazo, me seque mis lágrimas, y decidí calmarme.

— ¿Estas bien? – me preguntó Sam.

— Si, ya... estoy un poco mejor... gracias.

— Descuida, sabes que puedes contar conmigo.

Citas a MedianocheWhere stories live. Discover now