PEQUEÑOS DETALLES

13 5 0
                                    

   Desde nuestro primer encuentro aquella tarde, Sam y yo comenzamos a interactuar un poco más, pues ya que lo veía en todas partes, comenzamos a saludarnos, cada vez que nos topabamos e igual que como antes, el cruce de miradas se iba haciendo cada día más prolongado, no voy a negarlo, me perdia en sus ojos cada vez que los tenia cerca, y aprendí que es tan real aquello que leí una vez, los ojos hablan mucho antes que la boca. Pues en cada contacto visual, yo podía sentir, no sé como... pero era como si pudiera de alguna manera entender algunas cosas que el pensaba de mi... y me gustaban.

   Pasaron los días y los contactos se fueron haciendo más cercanos, hasta el punto de que un día, me lo encontré en la salida del instituto, me acerqué a él y lo saludé con un beso en la mejilla.

《Ya va... yo nunca hago eso》

   Estoy segura que mi cara habló por mi, esta yo misma quedé sorprendida, ¿que acababa de hacer?. Generalmente eso no es algo que yo suela hacer, de hecho, nunca lo hacia, pero por alguna extraña razón ajena a mi, tuve ese impulso esa tarde, de la vergüenza, me alejé rápidamente de él, no le di ni chance de decirme "hola", casi que salgo corriendo de ese lugar.

   Me fuí rápidamente hacia los dormitorios, y no dejaba de darle vuelta en mi cabeza a lo que acababa de hacer... esa no era yo.

   Al paso de un par de días, los cuales pasé tratando de ocultarme de él, volvimos a coincidir, esta vez, en la biblioteca.

— Hola Diana... tiempo sin verte.

— Solo fueron un par de días, tampoco es que haya pasado mucho tiempo – le respondí tratando de ser la persona más seria del mundo.

— Sí tienes razón – contestó con una pequeña sonrisa.

— Discúlpame por lo del otro día, no quiero que pienses que fuí una atrevida, saludarte así... disculpa de verdad.

— Descuida, no hay problema, de echo... me gustó.

No sabia si me estaba diciendo aquello tan solo para molestarme a raíz de la reacción que tuve ese día o lo estaba diciendo en serio.

— Bueno, como sea... discúlpame.

— No tengo porqué.

Esa conversación no me estaba gustando, así que decidí que me concentraría en el libro que tenia frente a mi. Me puse los audífonos, y me centré en mi lectura, pero siendo sincera, no podía dejar de pensar en lo que acababa de decirme:

《Me gustó》

A veces pienso que mi propio cerebro me odia, pues a veces me pone a pensar cosas de las cuales me quiero olvidar, pero olvida cosas que a veces necesito recordar. En fin, pendejo.

Ya eran casi las 8 de la noche, ya casi iban a cerrar la biblioteca, cerré mi libro, recogí mis cosas, estaba dispuesta a irme ya, para mi sorpresa o mi desgracia, al final de la mesa, estaba Sam, mirándome con esos ojos que me ponian tan nerviosa, y con esa sonrisa que me ponian ya saben... como gelatina en piscina.

Terminé de recoger, me dirigí a la puerta, justo en ese momento, escuché a Sam.

— Oye Diana ¿puedo acompañarte?.

A decir verdad, no tenia una respuesta para esa pregunta.

Como no hubo respuesta de mi parte y antes de que pudiera darle una excusa para rechazarlo, él ya estaba caminando junto a mi.

Los primeros minutos fueron en total silencio, por mi parte, no podía creerlo, era la primera vez que estaba caminando junto a un chico, sobretodo junto a alguien que me ponía tan nerviosa.

Citas a MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora