DESTINOS

5 3 0
                                    

Después de lo que sucedió esa noche, ya mi vida no volvería a ser igual, Sam había despertado algo nuevo en mi, algo que solo él podía calmar, es tan cierto que las "primeras veces" son algo que se tatuan sin tinta en tu memoria, desde esa noche nunca había deseado nada tanto, como el estar de nuevo entre los brazos de Sam.

Nuestros días fueron casi como antes, pero las noches... las noches se volvían cada vez más especiales. No podía ver a Sam porque enseguida aquel fuego arrasador se encendia nuevamente en mis entrañas, era un deseo casi indetenible.

Aunque Sam llevaba las cosas con calma, yo no podía verlo de la misma manera, él había iniciado aquel fuego... ahora yo no sabia, ni quería apagarlo.

Si, volvimos a nuestras citas a medianoche en la azotea del edificio, él seguía escribiendome cosas bonitas, me seguía tratando como aquella niña consentida y eso de verdad me encantaba, pero algo más sucedia, a la hora de bajar por el árbol de regreso a mi habitación, era solo el inicio, Sam entraba en mi cuarto y con la misma pasión que me besaba, terminábamos de nuevo en mi cama.

Él aún no se había dispuesto a llevar el acto completo, aunque poco a poco quedaba con menos ropa, él me desnudaba por completo, me hacia suya cada vez, solo que él quedaba con su rompa interior, pero eso no importaba, con su boca y sus dedos, el podía llevarme al cielo en cada encuentro.

Así fueron pasando nuestras noches, entre citas y pasión, me estremecía el sentir su cuerpo sobre el mío, amaba jugar con su cabello mientras estaba metido entre mis piernas, todo era amor, pasión y lujuria.

El continuó con sus viajes y eso me desesperaba, porque yo quería sentirlo a cada instante, es que desde esa primera vez, que Sam me desnudase, eso se había vuelto una obsesión, yo era feliz entre sus brazos, era feliz...

Solo había un problema..

¡¡Los estúpidos sueños que tenia cada noche!!.

Desde hacía semanas ya yo había identificado que aquella pesadilla tan solo sucedían cuando estaba con Sam y desde que me hizo suya, aquella maldita pesadilla regresaba con más fuerza y me daba cada vez más miedo, la estúpida sala, el estúpido cuchillo en la pared y la imagen se Sam jalandome hacia atrás, todo aquello me hacía dar vueltas en la cabeza.

Ya no lo soportaba más...

¡Se lo diría a Sam!.

Una noche Sam había regresado de uno de sus viajes, había estado fuera tan solo dos días, pero para mí, se habían hecho eternos, esa noche el fué en mi búsqueda, subimos al techo y después de regalarme unos chocolates que me habia traído de su viaje, pasamos la noche juntos en la azotea, esa noche era Luna llena, y el cielo nos regaló una hermosa vista, para ser sincera, esa noche estaba bastante "rara", a pesar del gusto y la pasión que me generaba estar con Sam, me había dispuesto a contarle sobre mi pesadilla, así que no tenia ánimos de otra cosa que no fuera de eso.

-Sam, hay algo que debo decirte, es algo un poco extraño.

- Si, dime... ¿Pasa algo malo?.

- Es que es algo extraño, no se como lo tomarás.

-Descuida Diana, puedes contarme lo que sea...

-Pensarás que estoy loca.

-En realidad... un poco.- Sam sonrió.

-¡Viste!... es que es algo "raro"-. Dije mientras hacía la seña con mis dedos.

- Tan solo dime Diana, de seguro no es nada tan grave.

- Bueno... ahí te va... tiene que ver con un sueño.

-¿Un sueño? - preguntó Sam un poco extrañado.

Citas a MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora