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28 | Repite conmigo: feliz y especial

La alarma sonó a las tres de la mañana. La había puesto también cada cinco minutos hasta las tres y media para no quedarme dormido, pero estaba tan emocionado que me desperté con el primer tono.

Donghae levantó la cabeza de mi pecho para mirarme. La poca luz que entraba desde la ventana me dejaba ver su expresión confusa y su pelo revuelto.

—¿Ya es la hora? —preguntó, con voz baja y grave, como si no hubiese estado fingiendo dormir todo el tiempo.

Le puse el pelo detrás de las orejas. Antes de irnos a la cama le había dicho que los humanos teníamos la costumbre de despertar de madrugada e ir a un sitio especial en nuestro cumpleaños. Se lo había creído sin dudar ni un segundo, como si estuviera seguro de que yo nunca le iba a mentir.

—Tenemos que estar allí a las seis —dije mientras salía de la cama. Busqué mi móvil y comprobé que amanecía a esa hora. No quería arriesgarme a llegar tarde.

Donghae me observó desde el colchón, todavía cubierto por las sábanas. Una colgaba de su ala izquierda y caía suavemente sobre su hombro. Encendí la luz porque verlo con esa poca iluminación me estaba excitando un poco. Y no podía permitirme eso. No ahora.

—¿A las seis? Pero son las tres. ¿No es muy pronto?

—Tardamos unas dos horas en llegar hasta allí y todavía tenemos que vestirnos y desayunar un poco.

—¿Dos horas? —boqueó sorprendido— ¿Adónde vamos?

—Ya lo verás cuando lleguemos.

Arrugó el ceño y agachó la cabeza. No dijo nada más, así que dejé que pensara en sus cosas y me dirigí al armario. Tomé ropa para él y también para mí. Pero cuando ya me había puesto mis tejanos y mi sudadera, me di cuenta de que él ni siquiera había cambiado el color de su piel. Estaba escribiendo algo en su teléfono.

—¿No has oído lo que te he dicho? —intenté sonar brusco, pero la sonrisa que me cruzaba la cara no me lo permitió.

Aún no me creía que estuviera pasando un cumpleaños con pareja. Bueno, casi-pareja, aunque estaba completamente seguro de que después del día que había planeado iba a ser incapaz de decirme que no.

—Sí —puso la pantalla boca abajo sobre su muslo—. ¿El sitio al que vamos está muy lejos del norte?

—Puea está hacia el sur.

Estiró los labios en un mohín y me eché a reír. Podía hacerme todas las preguntas que quisiera. Al final seguía siendo ajeno a este mundo y dudaba que fuera capaz de adivinar cuál era nuestro destino.

Hizo amago de volver a mirar su teléfono, pero esta vez me acerqué para quitárselo. Me fijé en la pantalla bloqueada. Su fondo era una foto mía echado boca abajo en esa misma cama, desnudo de cintura para arriba, dormido.

—¡Oye! Era importante.

—No vas a averiguar a dónde vamos buscándolo en internet —dejé el móvil a un lado—. Ahora levántate y ponte eso.

Miró la ropa que había dejado sobre la cama.

—¿Vamos a tardar mucho en volver?

—Lo mismo que en ir.

—¡No me refiero a eso! —exclamó demasiado alto.

Me llevé un dedo a los labios para que guardara silencio. Era gracioso verlo frustrado. El problema es que su frustración iba a hacer que saliéramos tarde de casa.

El orgullo de un íncubo [EunHae +18]Where stories live. Discover now